Con cinco décadas de retraso y después de haber sido prohibidos por decreto gubernamental
de la casta aún dominante, cantan por fin en La Habana los antes odiados
Rolling Stones.
Desde entonces la cúpula gobernante cubana no ha cambiado. Continúa siendo la misma enfermiza dictadura totalitaria, intolerante y opresora de siempre, mientras los veteranos Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ronnie Wood, integrantes de la banda de rock and roll más antigua y famosa del planeta, siguen enloqueciendo a multitudes en estadios repletos, vendiendo discos y fascinando a generaciones de todo el mundo.
Fidel Castro, su hermano Raúl y la camarilla que los acompañan desaparecerán algún día. En cambio, los viejos rockeros no morirán jamás.
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