La hipótesis
Imagina que entras en unos grandes almacenes, por ejemplo El Corte Inglés, pero puedes elegir cualquier otro.
Después de dar vueltas mirando decides marcharte sin comprar nada.
Cuando llegas a la puerta, unos forzudos empleados al ver que no has comprado nada, te retienen, te cogen la cartera, compran cualquier artículo, te lo ponen en la mano, la cartera en el bolsillo y entonces te permiten marcharte.
“Es la ley”, te dicen.
Atónito compruebas que en efecto existe esa ley. Te parecerá injusta, pero es legal.
Tú no puedes protestar. Te vas sin tu dinero y con un producto que no necesitas ni quieres.
¿Cómo se te quedaría el cuerpo?
La realidad
En la Unión Europea no existe la obligación de votar, por tanto un ciudadano puede en cualquier elección que haya abstenerse.
Las encuestas pronostican que en España la abstención alcanzará el 60 %, e incluso más, y similares cifras se barajan en los demás países.
¿Por qué han de repartirse la totalidad de los escaños entre los que votan?
Será legal, pero parece una usurpación del derecho de otros ciudadanos.
Así, con ese supuesto, de los 54 europarlamentarios que a España le corresponden, solo debieran asignarse el 40 % de los 54 escaños, es decir, redondeando 22 parlamentarios en función de los votos que obtuviera cada partido, y el resto de escaños deberían estar vacíos representando a los ciudadanos que decidieron no votar.
E igual en el resto de países. De esa forma en el Parlamento Europeo todos los ciudadanos estarían representados. Habría, por ejemplo 300 europarlamentarios representando a los ciudadanos que votaron y 450 escaños vacíos, silentes representantes de los ciudadanos que decidieron no ejercer su derecho al voto.
El Juglar del
pueblo
Eladio Arnaiz ©
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