Doce años después del 11-M, Zougam y su familia insisten en su inocencia.
Jamal Zougam, nacido en 1973, Tánger, Marruecos, vive en régimen de aislamiento y es el preso más famoso de España. Actualmente cumple condena en Teixeiro, La Coruña, como autor material del asesinato de 193 personas.
Salvo milagro, permanecerá entre rejas hasta 2044, tendrá 70 años, tras haber cumplido
cuarenta de los cerca de 43.000 años a los que fue condenado.
Antes de los atentados
El 10 de julio de 2001, dos meses antes de los atentados del 11-S, Zougam fue investigado, a raíz de una comisión rogatoria francesa, en el curso de las actuaciones del juez Baltasar Garzón contra la célula española de Al Qaeda. Su domicilio fue registrado encontrándose en él:
- Anotaciones de los teléfonos móviles de Abdulrahman Alarnaot Abualjer, Amer Azizi y Said Chedadi, miembros de la célula de Abu Dahdah, condenados en 2006 por integración en organización terrorista por su vinculación con Al Qaeda.2
- Cintas de vídeo sobre la lucha islamista en Daguestán, otro con una entrevista a Osama Bin Laden, y vídeos en los que aparecían los hermanos Abedelaziz y Salaheddin Benyaich, procesado el primero y absuelto por el Tribunal Supremo al no considerar probado que fuese muyahidín, detenido el segundo en Marruecos por su relación con los atentados de Casablanca.
No fue procesado entonces, ante la insuficiencia de las pruebas.
El juicio del 11-M ¿a cuánta gente se ha condenado?
A lo largo de la instrucción del sumario, se detuvo a un total de 116 personas por su presunta relación con los hechos. De esos 116 detenidos, sólo 29 personas (9 de ellas españolas) llegaron a juicio.
¿Y cuántos de ellos fueron condenados por el 11-M? Pues hay exactamente 3 condenados por el 11-M: Jamal Zougham, Emilio Suárez Trashorras, y Otman El Gnaoui.
Jamal Zougam (1973, Tánger, Marruecos) Fue el primer detenido en relación con los atentados y más tarde acusado y condenado por participar en la colocación de las bombas el 11-M. Era socio y gerente de la tienda de telefonía móvil Jawal Telecom, de Lavapiés, desde la que suministró la tarjeta localizada en el teléfono móvil de la mochila de Vallecas, que condujo hasta los autores del atentado.
José Emilio Suárez Trashorras (Avilés, 1976) es un cooperador con banda
terrorista, exminero y presunto confidente policial español, condenado a
34.715 años de cárcel por su participación en los atentados del 11 de
marzo de 2004 en Madrid facilitando los explosivos empleados en ellos.
Othman El Gnaoui (Tetuán, 1975) La acusación sobre Gnaouí en el atentado fue por participar en el traslado de los explosivos desde Asturias hasta una casa en Chinchón (provincia de Madrid), acondicionada por el propio El Gnaoui, en donde se montaron las 13 bombas utilizadas en los atentados.
La sentencia del juicio de la Audiencia Nacional lo condenó a 42.922 años de cárcel.
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Zougam, el 13 de marzo de 2004 fue detenido por su vinculación con los atentados del 11 de marzo y fue condenado como autor material de la matanza del 11-M por haber colocado una de las mochilas bomba en los trenes y participado en su fabricación proporcionando los teléfonos móviles empleados en su detonación.
Desde el primer momento Zougam se declaró inocente, declarando en el juicio que es imposible que pudiera estar en los trenes, pues «estaba durmiendo en mi casa» hasta las diez de la mañana, y los testigos que le reconocieron según él habrían incurrido en múltiples contradicciones, además de reconocerle solo después de haberle visto en televisión. También negó conocer al resto de los implicados y declaró no tener relación con las tarjetas de telefonía, responsabilidad, según dijo, del socio de la tienda. Preguntado por su abogado dijo condenar los atentados.
Solo 1 condenado por colocar una bomba: Jamal Zougham. A los otros
dos se los condenó por participar en el suministro de explosivos, pero
no por la colocación de las bombas.
Todos los demás
condenados, un total de 15, lo han sido por diversos delitos (p.ej.
falsificación, tráfico de explosivos, ...), pero no por los hechos del
11-M.
Intento de revisión de su caso
El último intento de Zougam para que se revisara su caso naufragó hace dos veranos. Se querelló contra las dos testigos rumanas que declararon haberle reconocido en el tren de Santa Eugenia. La juez dijo que no había indicios suficientes de que las mujeres mintieran, aun admitiendo que sus versiones eran "difícilmente creíbles".
Zougam, socio de la tienda de telefonía móvil del barrio de Lavapiés donde se suministraron las tarjetas de los móviles empleados para activar las bombas no responde al perfil tipo de islamista radical. No se hizo estallar como los terroristas acorralados en el piso de Leganés ni huyó del país tras los atentados. Y lejos de reivindicar o jactarse de haber cometido el mayor atentado de la historia de Europa, no deja de insistir en su inocencia.
http://www.elespanol.com/espana/20160310/108489491_0.html
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Desmontada la teoría de la conspiración
Zougam presentó una querella por supuesto falso testimonio contra las testigos C-65 y J-70 basándose en una información firmada por Casimiro García-Abadillo en la que insinuaba que estas dos personas de origen rumano habían identificado al autor de los crímenes después de que se les denegara el estatus de víctimas de terrorismo y que les hubieran denegado la nacionalidad española con el objetivo de conseguir estos beneficios.
Uno de los argumentos en que se basaba la argumentación contra las dos testigos clave en la investigación del 11M era el hecho de que una de ellas, C-65, se reunió con el cónsul de Rumanía, junto a una compatriota con la que viajaba el día del sangriento atentado. Según El Mundo, se trataba "de una mujer que no es la testigo J-70". Sin embargo, la declaración judicial del cónsul rumano, Nicu Stan, desmiente categóricamente esa afirmación.
La teoría de la conspiración insistió en que los testimonios de las testigos, que fueron la "principal prueba de cargo" contra Zougam, perseguían urdir una trama para lograr beneficiarse de las ayudas estatales por ser víctimas de terrorismo. "Sólo después de que a esa segunda persona se le negase el dinero, porque no aportaba ninguna prueba de ser víctima del 11M, ambas dijeron que viajaban juntas, que habían visto a un terrorista en el tren y señalaron, en un reconocimiento fotográfico que hicieron por separado, a Zougam. De esa segunda mujer nunca más se supo, pues su testimonio no trascendió al sumario", aseguraba El Mundo.
La investigación judicial abierta como consecuencia de la querella presentada por el terrorista demuestra ahora que la acompañante sí figuraba en el sumario porque era J-70 y que habían señalado tan sólo unos días después del atentado que iban juntas y que tenían una idea de quién podía ser la persona que colocó la bomba en su tren.
El periódico El Mundo también puso en cuestión que el marido de C-65 y su cuñado fueran en uno de los trenes atacados: "El marido de C-65 fue aceptado como víctima de otro tren, con dos particularidades: no sufrió heridas graves, pese a viajar en el vagón más afectado –hasta el punto de que fue el que mayor número de muertos registró en Atocha–, pero sobre todo declaró que viajaba con su cuñado (el hermano de la testigo), quien fue descartado como víctima por los forenses y a quien el juez propuso imputar por delito de simulación", afirmaba una crónica de diciembre de 2011, que acto seguido informaba de que fueron contratados por un empresario que tenía una "relación estrechísima con altos mandos de la policía".
http://www.eldiario.es/politica/Desmontada-confabulacion-testigos-promociono-Mundo_0_228177790.html
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El tren de Santa Eugenia
En el atentado del 11-M fueron atacados cuatro trenes que se seguían uno tras otro desde Alcalá de Henares a la estación de Atocha, en Madrid. Sus explosiones se produjeron casi simultáneamente mientras se encontraban, respectivamente, en Atocha, a la altura de la calle Téllez, en la estación de El Pozo y en la de Santa Eugenia. Cada tren estaba formado por seis coches. El de El Pozo era una composición de dos pisos, los demás eran de un solo piso.
No todos los trenes fueron tratados de la misma manera tras el atentado. El que explotó en Santa Eugenia reúne unas características que lo hacen único, diferente a los demás.
En el tren de Santa Eugenia explotó la única bomba cuya colocación el tribunal juzgador atribuyó a una persona concreta, Jamal Zougam, condenándolo a 42.917 años de prisión. La sentencia se basó en las declaraciones de tres testigos, dos de los cuales vieron a Zougam pasar "como un loco" por la puerta interior del tren que daba acceso al coche de la explosión, mientras que el tercer testigo, situado al otro lado de la misma puerta, no advirtió sorprendentemente esa entrada.
El tren de Santa Eugenia fue el único no desguazado, sino reparado. En julio de 2005 el tren fue de nuevo puesto en circulación. Desde entonces, su coche 446-190M es el único de los once explotados el 11-M que circula por la red de Cercanías de Madrid. Continúa parando en Santa Eugenia. Quienes vean pasar el coche 190M, deberían tener un recuerdo para las dieciséis personas asesinadas en su interior.
(./.) http://www.elespanol.com/opinion/20160310/108609140_12.html
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