lunes, 18 de julio de 2016

Covadonga y España

El mismo papel que juega la leyenda del rey Arturo para los ingleses o la de Beowulf para los alemanes lo juega el rey Pelayo y la batalla de Covadonga para los españoles.

Son personajes reales entre los que entremezclan leyendas que lo elevan a la categoría de héroes.

La figura del rey Pelayo

Égica fue rey de los visigodos (desde el año 687 – 702). Witiza fue hijo de Égica.

En un manuscrito del siglo IX, se considera a Pelayo hijo del duque Fávila y perteneciente a la corte del rey visigodo Witiza (700- 710).

Pelayo natural de Tuy vio cómo su padre fue asesinado porque Witiza deseaba a la madre de Pelayo. Viendo peligrar su vida por este hecho, huyó a Jerusalén y allí permaneció hasta la muerte de Witiza.

A Witiza le siguió en el trono Rodrigo, elegido por los magnates y hombres de la corte. Pelayo regreso a España y se puso a su servicio.

Égica también tuvo otro hijo llamado Oppas, arzobispo de Sevilla que traicionó a la corte visigoda permitiendo la entrada la entrada del ejército musulmán en España en 711.

El rey Rodrigo estaba en ese momento en lucha contra los vascones, por lo que el ataque de otro ejército le cogió por sorpresa. A pesar de ello se reunió con sus tropas y se enfrentaron a los invasores en la batalla de Guadalete o laguna de la Janda.

Según la leyenda Pelayo era alférez de los ejércitos del rey Rodrigo, y se refugió en las montañas asturianas con muchas de la gentes que huían de la opresión y barbarie mora, para evitar ser vendidos como esclavos o las mujeres convertidas en sirvientes de los harenes de los conquistadores.

Según otros al caer Don Rodrigo en la batalla, Pelayo huyó con sus hombres a Toledo para esconder un tesoro, que constaba no sólo de numerosas joyas, sino también del Arca de la Alianza.

Y escondió el tesoro en el Monte Sacro, cerca de Oviedo. Como muchas de las leyendas de la época medieval que giran alrededor de tesoros fabulosos y con propiedades mágicas o religiosas, como son el tesoro de los Nibelungos o el Santo Grial.

Covadonga era un lugar mágico. 

La leyenda cuenta que un ermitaño había revelado a Pelayo los secretos de la cueva y la salida secreta por la gruta de Orandi.


Antiguamente se asociaba a la cueva propiedades mágicas y se rendía culto a la Virgen en ella. El nombre de Covadonga (Cueva de la Señora o Cueva Honda) hace referencia a este culto.

El río Deva es considerado también sagrado, algo bastante común en la mitología celta. Este río cae en una cascada y forma un remanso, llamado Pozón, que acaba en un riachuelo y una fuentecilla milagrosa, que brota de la roca.

Reza la leyenda que quien beba de esta agua encontrará el amor y en menos de año se casará. Deva es considerado por la tradición sánscrita una divinidad resplandeciente, un ser celestial, comparado con el arcángel San Miguel.

Todas estas leyendas mezcla de la tradición cristiana con la celta se vinculan a la batalla de Covadonga y a la proclamación de Pelayo como rey de Asturias.

Según la historia popular la propia Virgen bajó del cielo a ayudar a los astures contra el ejército musulmán.

El 28 de mayo de 722 tuvo lugar la famosa batalla que fue el comienzo de la expulsión de los musulmanes de la tierra de los visigodos.


Gobernaba el norte peninsular desde Gijón un bereber llamado Munuza, cuya autoridad fue desafiada por los dirigentes astures que, reunidos en Cangas de Onís en 718 encabezados por Pelayo, decidieron rebelarse negándose a pagar impuestos exigidos, el jaray y el yizia.

Tras algunas acciones de castigo a cargo de tropas árabes locales, Munuza solicitó la intervención de refuerzos desde Córdoba.

Aunque se restó importancia a lo que estaba sucediendo en el extremo ibérico, el valí Ambasa envió al mando de Al Qama un cuerpo expedicionario sarraceno que probablemente en ningún caso alcanzaría la cifra de 180.000 hombres dada por las crónicas cristianas.

En cuanto a las fuerzas de Pelayo, la historiografía reciente las cuantifica en poco más de 300 combatientes. Con ellas esperó a los musulmanes en un lugar estratégico, como el angosto valle de Cangas de los Picos de Europa cuyo fondo cierra el monte Auseva, donde un atacante ordenado no dispone de espacio para maniobrar y pierde la eficacia que el número y la organización podrían otorgarle.

Allí, en 722, se produjo el enfrentamiento, cuya dimensión se desconoce y que pudo tratarse de una batalla o una simple escaramuza. La cuestión es que las tropas sarracenas fueron diezmadas, obligando a Munuza a escapar de Gijón, donde se hallaba en ese momento.

No logró huir el gobernador musulmán dado que él y sus tropas encontraron la muerte. Un centenar de hombres, mandados por Pelayo, habían ocupado la célebre cueva de Covadonga, atacando desde allí a las desconcertadas tropas moras.

Al Qama halló la muerte en este lance, mientras que sus fuerzas sufrieron grandes pérdidas en su desordenada huida, al caer sobre ellos una ladera debido a un desprendimiento de tierras, probablemente provocado, cerca de Cosgaya en Cantabria.

Se puede afirmar, sin embargo, que esa pequeña revuelta fue el comienzo del Reino de Asturias (722-910).

Pelayo fue caudillo hasta su muerte en el año 737. A Pelayo le sucedió su hijo Favila o Fáfila que fue un gran amante de las cacerías, la historia que dice fue despedazado por un oso al que irritó imprudentemente, muere en 739.

La elección de sucesor recayó en el que reinaría como Alfonso I de Asturias (el católico), yerno de Don Pelayo, al casarse con su hija y fue un gran rey. Después Asturias desembocaría en León, en el año 1035 aparecería el Reino de Castilla

YouTube -La invasión árabe y el inicio de la Reconquista
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