No es la Champions. No, no lo es. Pero sabe muy bien. Quién lo va a negar.
Esta Europa League, por lo que significa y por cómo ha transcurrido la temporada, es como encontrar agua en el desierto.
Porque el Atlético, tras caer en la primera fase de la máxima competición europea, se pudo venir abajo. Por qué no. Sin embargo, llegó a la Europa League –perdón, “a la mierda de Europa League”– y se conjuró para ganarla.
Compareció ante rivales rutinarios, coleccionó victorias, acumuló goles y, tras ganar al Arsenal, se vio campeón. Esperaba el Marsella en la final. Y se vio favorito, para qué vamos a negarlo. Y lo corroboró sobre el césped con dos goles de Griezmann y otro de Gabi.
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Una letra en base al "Soy un novio de la muerte".
Soy un socio del Atleti
Nadie en el campo sabía
quién era aquel rojiblanco
tan audaz y temerario
que en el área se internó.
Nadie sabía su historia
mas la afición suponía
que un gran dolor le mordía
como a un lobo el corazón.
Cuanto más duro era el juego
y la pelea más fiera,
defendiendo su bandera
el rojiblanco avanzó
y sin temer el marcaje
del enemigo desatado
supo saltar como un bravo
y a las mallas remató.
Y al mirar a las gradas llenas de gente,
murmuró el rojiblanco con voz valiente:
Soy un socio del Atleti.
Tengo un hombre en mi nevera.
Soy un socio del Atleti
que va a unirse en lazo fuerte
con la hinchada colchonera.
Cuando al fin lo retiraron
en su cartera encontraron
una carta y un retrato
de Luis Aragonés.
Y aquella carta decía:
“Si Muñoz un día te llama,
para mi un puesto reclama,
que a buscarte pronto iré”.
Y en el último pase que le enviaban
un gol de cabeza le consagraba.
Por ir a tu campo a verte,
mi más leal compañera,
me hice socio del Atleti,
la estreché con lazo fuerte
roja y blanca, la bandera.
Roja y blanca, la bandera.
Roja y blanca, la bandera.
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