You like Putin
Jorge Bustos www.jorgebustos.es
You, usual whip of equidistant, equidistant now in the apportionment of blame between Russia and the European Union, but the missiles all start from the same origin: the messianic nationalism of a KGB agent.
Admit it. You like it. You have been grumbling for so many years against politicians of all parties that your disaffection has led you to secret sympathy for a tyrant. Don't feel original: your inner process was warned by Aristotle and updated by Schmitt.
Parliament, deliberation, bureaucracy, consensus. Hateful words that weaken the nation and fatten the payrolls of the caste.
Sovereignty, strength, decision, morality. Honorable words that Europe has forgotten.
"But Putin is Christian, an enemy of relativism," you will object if you are right-wing.
"But Putin is anti-American, an enemy of neoliberalism," you will object if you are on the left.
It doesn't matter how you define yourself: in any case you are suspicious of freedom. You have never known what to do with so much of it, but you find it even worse that others do. A strong hand, strong values: that's what your fellow man needs. Liberal democracy, let's be clear, doesn't work.
The world changes at the speed at which your nostalgia grows. Nor is this a novel process: the old Athenian democrats were already deploring national decadence, until Philip of Macedon arrived.
There is always a dictator waiting for a useful fool inflated with moral presumptions to pave the way.
Even Ortega once saluted the iron surgeon. But although it may surprise you to discover it, you have not arrived at national populism by the firmness of your convictions but by the manifestation of your weakness. You remember your youth, when everything was clearer, and you confuse the decline of the world with the decline of your world.
You will never understand that Western democracy, hedonistic, guaranteeing, pluralistic, is indeed the end of history, the only legitimate nostalgia when the autocrat's tanks burst into your street.
You, usual whip of equidistant, equidistant now in the division of blames between Russia and the European Union, but the missiles all start from the same origin: the messianic nationalism of a KGB agent.
Ukrainians do not deserve your immaturity or your fear. They don't need any little father to protect them and bring them back to yesterday's world. They were walking in illusion to the place you are returning from: a full democracy.
They do value what Putin is about to take away from them. Since you have lost the motivation to defend it, at least shut up and don't stand in their way while they die fighting.
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Tú, látigo habitual de equidistantes, equidistas ahora en el reparto de culpas entre Rusia y la Unión Europea, pero los misiles parten todos del mismo origen: el nacionalismo mesiánico de un agente del KGB.
Reconócelo. Te gusta. Llevas tantos años rezongando contra los políticos de todos los partidos que tu desafección te ha conducido a la secreta simpatía por un tirano. No te sientas original: tu proceso interior fue advertido por Aristóteles y actualizado por Schmitt.
Parlamento, deliberación, burocracia, consenso. Palabras odiosas que debilitan la nación y engordan las nóminas de la casta.
Soberanía, fortaleza, decisión, moralidad. Palabras honorables que Europa ha olvidado.
«Pero Putin es cristiano, un enemigo del relativismo», objetarás si eres de derechas.
«Pero Putin es antiamericano, un enemigo del neoliberalismo», objetarás si eres de izquierdas.
Da igual cómo te definas: en cualquier caso recelas de la libertad. Nunca has sabido qué hacer con tanta, pero llevas aún peor que sí lo sepan los demás. Mano dura, valores fuertes: eso es lo que el prójimo necesita. La democracia liberal, hablemos claro, no funciona.
El mundo cambia a la velocidad a la que crece tu nostalgia. Tampoco es un proceso novedoso: los viejos demócratas atenienses ya deploraban la decadencia nacional, hasta que llegó Filipo de Macedonia.
Siempre hay un dictador aguardando a que un tonto útil inflado de presunciones morales le alfombre el camino.
Hasta Ortega saludó en su día al cirujano de hierro. Pero aunque te sorprenda descubrirlo, tú no has llegado al nacionalpopulismo por la firmeza de tus convicciones sino por la manifestación de tu debilidad. Recuerdas tu juventud, cuando todo estaba más claro, y confundes el declive del mundo con el declive de tu mundo.
Nunca entenderás que la democracia occidental, hedonista, garantista, pluralista, es efectivamente el final de la historia, la única nostalgia legítima cuando irrumpen en tu calle los tanques del autócrata.
Tú, látigo habitual de equidistantes, equidistas ahora en el reparto de culpas entre Rusia y la Unión Europea, pero los misiles parten todos del mismo origen: el nacionalismo mesiánico de un agente del KGB.
Los ucranianos no merecen tu inmadurez o tu miedo. Ellos no necesitan ningún padrecito que les proteja y les devuelva al mundo de ayer. Ellos caminaban ilusionados al lugar del que tú estás volviendo: una democracia plena.
Ellos sí valoran lo que Putin está a punto de arrebatarles. Ya que tú has perdido la motivación para defenderlo, al menos cállate y no les estorbes mientras mueren luchando.
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COMMENTS
Undoubtedly, one of the best articles I have read in years. Wonderfully written. Thank you and congratulations to the author.
It
is time to become aware of what we can lose, our democracy, which,
however imperfect it may be, is the only political system that
guarantees our Freedom.
Majestic, Bustos. This crisis is a lesson for those who claimed that the concept of Democracy was outdated, for those who advocated the Europe of the Peoples as opposed to the Europe of Schuman and Monnet, for those who denied the West as a space of coexistence and Freedom. The price of Liberty is its eternal vigilance, said Thomas Jefferson in the 18th century. The new generations, whether through ignorance, contempt or overconfidence, have lowered their arms. And Russia, China, South American Indigenism or Arab fundamentalism know it. Outside Democracy, Europe and the West there is only Autocracy, War and Misery. We are still in time to morally rearm ourselves, long live Freedom!
(The daily magic of Bustos) Europe is what the whole world should be in the future, what the whole world should already be. The problem is that this island of freedom, of bureaucrats who are bored but do not kill each other, finds itself in a sea where ancestral customs still rule: those of violence justified by putting the homeland, the race or the myth before the individual. And that puts us at a tremendous disadvantage. In any case, there is a point of hypocrisy in our paradise of freedom, since when they have been hard, the dead have been put by others, who are then self-consciously demonized, to get the chestnuts out of the fire.
To analyze geopolitics from moral coordinates is to refuse to understand it. The USA has hundreds of thousands of deaths behind them. They took over Yugoslavia, Iraq, Afghanistan, Libya and Syria, they overthrew the president of Ukraine in 2014 in the Euromaidan (coup d'état). Did anything happen? Nothing. All those regimes were detestable, as is Putin's, none of them would want their children to be raised in them. Indeed, liberal democracy is the crowning work of our civilization, we must fight to maintain it, and that means telling the USA no, that we do not serve their geopolitical interests by expanding NATO to the point of carrying atomic missiles right under Putin's nose. That is not defending democracy, that is being a vassal.
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COMENTARIOS
Sin lugar a dudas, de los mejores artículos que he leído en años. Escrito de maravilla. Gracias y enhorabuena al autor.
Es la hora de tomar conciencia de lo que podemos perder, nuestra democracia, que por muchas imperfecciones que tenga es el único sistema político que garantiza nuestra Libertad.
Majestuoso, Bustos. Esta crisis es toda una lección para los que afirmaban que el concepto de Democracia estaba superado, para los que abogaban por la Europa de los Pueblos frente a la Europa de Schuman y Monnet, para los que renegaban de Occidente como espacio de convivencia y de Libertad. El precio de la Libertad es su eterna vigilancia, decía Thomas Jefferson en el XVIII. Las nuevas generaciones, ya sea por ignorancia, desprecio o exceso de confianza han bajado los brazos. Y Rusia, China, el Indigenismo sudamericano o el fundamentalismo árabe lo saben. Fuera de la Democracia, de Europa y de Occidente solo hay Autocracia, Guerra y Miseria. Aún estamos a tiempo para rearmarnos moralmente. ¡¡Viva la Libertad!!
(La magia cotidiana de Bustos) Europa es lo que en el futuro deberá ser todo el mundo, lo que debería ser ya todo el mundo. El problema es que esta isla de libertad, de burócratas aburridos pero que no se matan, se encuentra en un mar donde aún rigen los usos ancestrales: los de la violencia justificada anteponiendo la patria, la raza o el mito al individuo. Y eso nos coloca en una situación de tremenda desventaja. De todas formas, hay un punto de hipocresía en nuestro paraíso de libertad, puesto que cuando se han puesto duras, los muertos los han venido poniendo otros, a los que luego acomplejadamente se demoniza, para sacarnos las castañas del fuego.
Analizar la geopolítica desde coordenadas morales es negarse a entenderla. USA tiene a sus espaldas centenares de miles de muertos. Se cargaron Yugoslavia, Irak, Afganistan, Libia y Siria, derrocaron en el euromaidan (golpe de estado) al presidente que había en Ucrania en 2014. ¿pasó algo? Nada. Todos esos regímenes eran detestables, como lo es el de Putin, ninguno querría que sus hijos fuesen criados en ellos. Efectivamente, la democracia liberal es la obra cumbre de nuestra civilización, debemos luchar por mantenerla, y eso pasa por decirle a USA que no, que no servimos a sus intereses geopolíticos expansionando la OTAN hasta llevar misiles atómicos delante de las narices de Putin. Eso no es defender la democracia, eso es ser un vasallo.
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Why Donetsk and Luhansk are at the heart of the Ukraine crisis
Russia has recognised the independence of the two self-proclaimed republics
Editor’s note: Since this article was published, Vladimir Putin, Russia’s president, ordered a “special military operation”, declaring war.
With UP TO 190,000 Russian troops poised to invade Ukraine, President Vladimir Putin said on February 21st that Russia would “immediately” recognise the independence of two breakaway regions in the east of the country.
In a piece of televised theatre, Mr Putin had members of his national security council declare that they favoured the move. Later, after a long speech, he signed agreements on “friendship, co-operation and mutual aid” with the leaders of the would-be statelets, the “people’s republics” of Donetsk and Luhansk.
Mr Putin urged parliament, which had advocated the move earlier this month, to ratify the decision quickly. Donetsk and Luhansk, part of the Donbas region dominated by Russian-speakers, have since 2014 been controlled by separatists and so, in effect, by Russia.
Why do these regions matter? And how might Russian recognition of their independence alter the course of the crisis?
The military tension over Ukraine dates to the “Maidan Revolution” in February 2014, when Viktor Yanukovych, Ukraine’s Russian-backed president at the time, fled from Kyiv after months of street protests. Russia responded by taking over and annexing Crimea, in the south, in March. Hostilities soon erupted in eastern Ukraine, where a patchwork of poorly co-ordinated militias began seizing government buildings throughout Donetsk and Luhansk in April. These groups, which were almost entirely composed of disgruntled locals and sympathisers from elsewhere in Ukraine, declared independence in May 2014 as the Donetsk People’s Republic and the Luhansk People’s Republic. Together, the would-be statelets regarded themselves as “Novorossiya” (New Russia)—a revived term for southern Ukrainian territory conquered by the Russian empire in the 18th century.
Ukrainian forces went on the offensive, and appeared poised to retake the separatist-held territories. But Russian reinforcements rolled in from across the border, knocking the Ukrainians back and threatening to push farther into the country’s heartland. A hasty peace deal between Ukraine, Russia and the separatists halted the onslaught. But this agreement, known as Minsk I, soon broke down. By January 2015 full-scale fighting had broken out again. Germany’s chancellor, Angela Merkel, and France’s president, François Hollande, stepped in to revive the ceasefire, brokering a “Package of Measures for the Implementation of the Minsk Agreements”, known as Minsk II. That left large swathes of Donbas under separatists’ control. A 500km “line of contact”, bristling with trenches and landmines, cuts through it. Despite the presence of foreign observers to monitor the ceasefire, it has never been entirely quiet. More than 14,000 people have been killed there since 2014.
Amid Western warnings that Russia was seeking to create a pretext to justify invasion, shelling along the line of control has increased dramatically this month. Leaders of the breakaway regions have begun moving civilians to Russia, while holding back men of fighting age. Ukraine dismissed as fake news Russian reports that it had sent saboteurs and armoured vehicles into Russia proper.
The Minsk accords envisaged Ukraine re-absorbing Donetsk and Luhansk with a “special status”. How special this should be was left undefined, as was the sequence of steps and the question of whether the people of Donbas displaced by the conflict should have a say in its future. For Russia Minsk would create a Trojan horse to give it control of Ukraine, either by destabilising the country from within or through constitutional changes that would give Russia a veto on Ukraine’s shift to the West. For Ukraine that is a poisoned pill it has refused to swallow since 2015.
Russian recognition of Donetsk and Luhansk as independent entities would amount to something close to annexation, since the “republics” would be full of newly minted Russian citizens. Russia has distributed hundreds of thousands of passports to residents of Donbas, many of whom voted last year in Russia’s parliamentary elections. But as Mr Putin’s session with the national security council made clear, Russia is not formally integrating the statelets into Russia proper.
Ukraine and the West have already protested over the prospect of Russia’s redrawing of international borders by force. But if recognition is where Mr Putin stops, Ukraine might quietly heave a sigh of relief because it would further detach the troublesome regions from its internal workings. Yet it seems unlikely that Mr Putin will declare victory and walk away. The bill passed by the Duma authorises the Russian government to “protect” residents there from “external threats”. More worrying still, separatist leaders claim sovereignty over swathes of Ukrainian land that they do not control. If Mr Putin were to accept those claims, he would have even more pretexts to keep meddling in Ukraine.
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¿Por qué Donetsk y Luhansk están en el centro de la crisis de Ucrania?
Rusia ha reconocido la independencia de las dos repúblicas autoproclamadas
Con hasta 190.000 soldados rusos a punto de invadir Ucrania, el presidente Vladimir Putin declaró el 21 de febrero que Rusia reconocería "inmediatamente" la independencia de dos regiones separatistas del este del país.
En una obra de teatro televisada, Putin hizo que los miembros de su consejo de seguridad nacional se declararan a favor de la medida. Más tarde, tras un largo discurso, firmó acuerdos de "amistad, cooperación y ayuda mutua" con los líderes de los aspirantes a estados, las "repúblicas populares" de Donetsk y Luhansk.
Putin instó al Parlamento, que había defendido la medida a principios de mes, a ratificar rápidamente la decisión. Donetsk y Luhansk, que forman parte de la región de Donbás, dominada por los rusoparlantes, están controladas desde 2014 por los separatistas y, por tanto, por Rusia.
¿Por qué son importantes estas regiones? ¿Y cómo podría el reconocimiento ruso de su independencia alterar el curso de la crisis?
Fronteras en disputa: Rusia contra Ucrania | The Economist
La tensión militar por Ucrania se remonta a la "Revolución de Maidan" en febrero de 2014, cuando Viktor Yanukovich, el presidente ucraniano respaldado por Rusia en ese momento, huyó de Kiev tras meses de protestas callejeras. Rusia respondió tomando y anexionando Crimea, en el sur, en marzo. Las hostilidades no tardaron en estallar en el este de Ucrania, donde un mosaico de milicias mal coordinadas comenzó a tomar edificios gubernamentales en todo Donetsk y Luhansk en abril. Estos grupos, compuestos casi en su totalidad por habitantes descontentos y simpatizantes de otros lugares de Ucrania, declararon su independencia en mayo de 2014 como República Popular de Donetsk y República Popular de Luhansk. Juntos, los aspirantes a estados se consideraban "Novorossiya" (Nueva Rusia), un término que revive el territorio del sur de Ucrania conquistado por el imperio ruso en el siglo XVIII.
Las fuerzas ucranianas pasaron a la ofensiva y parecían dispuestas a retomar los territorios controlados por los separatistas. Pero los refuerzos rusos llegaron desde el otro lado de la frontera, haciendo retroceder a los ucranianos y amenazando con adentrarse más en el corazón del país. Un apresurado acuerdo de paz entre Ucrania, Rusia y los separatistas detuvo el ataque. Pero este acuerdo, conocido como Minsk I, pronto se rompió. En enero de 2015 volvieron a estallar los combates a gran escala. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, intervinieron para reactivar el alto el fuego, negociando un "paquete de medidas para la aplicación de los acuerdos de Minsk", conocido como Minsk II. Esto dejó grandes franjas de Donbás bajo el control de los separatistas. Una "línea de contacto" de 500 km, erizada de trincheras y minas terrestres, la atraviesa. A pesar de la presencia de observadores extranjeros para supervisar el alto el fuego, nunca ha sido del todo tranquilo. Más de 14.000 personas han muerto allí desde 2014.
En medio de las advertencias occidentales de que Rusia buscaba crear un pretexto para justificar la invasión, los bombardeos a lo largo de la línea de control han aumentado drásticamente este mes. Los líderes de las regiones escindidas han comenzado a trasladar a los civiles a Rusia, mientras retienen a los hombres en edad de combatir. Ucrania rechazó como noticias falsas los informes rusos de que había enviado saboteadores y vehículos blindados a Rusia.
Los acuerdos de Minsk preveían que Ucrania reabsorbiera Donetsk y Luhansk con un "estatus especial". No se definió el grado de especialidad, ni la secuencia de los pasos a seguir, ni la cuestión de si la población de Donbás desplazada por el conflicto debía tener voz y voto en su futuro. Para Rusia, Minsk crearía un caballo de Troya que le daría el control de Ucrania, ya sea desestabilizando el país desde dentro o a través de cambios constitucionales que darían a Rusia un veto sobre el cambio de Ucrania hacia Occidente. Para Ucrania esa es una píldora envenenada que se niega a tragar desde 2015.
El reconocimiento ruso de Donetsk y Luhansk como entidades independientes equivaldría a algo parecido a una anexión, ya que las "repúblicas" estarían llenas de ciudadanos rusos recién acuñados. Rusia ha distribuido cientos de miles de pasaportes a los residentes de Donbas, muchos de los cuales votaron el año pasado en las elecciones parlamentarias rusas. Pero, como quedó claro en la sesión del Sr. Putin con el Consejo de Seguridad Nacional, Rusia no está integrando formalmente a los "statelets" en la propia Rusia.
Ucrania y Occidente ya han protestado por la posibilidad de que Rusia redibuje las fronteras internacionales por la fuerza. Pero si el reconocimiento es el punto en el que se detiene el Sr. Putin, Ucrania podría suspirar tranquilamente de alivio porque separaría aún más las regiones problemáticas de su funcionamiento interno. Sin embargo, parece poco probable que Putin declare la victoria y se marche. El proyecto de ley aprobado por la Duma autoriza al gobierno ruso a "proteger" a los residentes de las "amenazas externas". Más preocupante aún es que los líderes separatistas reclaman la soberanía sobre franjas de terreno ucraniano que no controlan. Si Putin aceptara esas reivindicaciones, tendría aún más pretextos para seguir inmiscuyéndose en Ucrania.
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