En el retrovisor, la villa Winter - In the rearview mirror, Villa Winter | |
The Legend of Winter on Fuerteventura
The legend of the mysterious German Gustav Winter, who owned the entire peninsula of Jandía and was allegedly a close confidante of Göring, has been around for 80 years.
Over the last decades, numerous journalists, historians, and hobby researchers have attempted to uncover the truth behind the rumors of Nazis, submarines, secret bunkers, and stolen gold on Fuerteventura – to no avail. This year the tide will turn, and the secret will be revealed!
La leyenda de Winter en Fuerteventura
Hace ya más de 80 años que existe la leyenda sobre el misterioso alemán Gustav Winter, a quien pertenecía toda la Península de Jandía y que supuestamente era un íntimo hombre de confianza de Göring.
En las últimas décadas, un número incontable de periodistas, historiadores e investigadores aficionados han intentado averiguar, sin éxito hasta la fecha, la verdad acerca de todos estos rumores que giran alrededor de los nazis, submarinos, búnkeres secretos y oro robado en la Isla de Fuerteventura.
Este año será el punto de inflexión, el secreto se desvelará.
According to legend, he first arrived on the Canaries in the 1920’s: Gustav Winter, an engineer from the Black Forest, born in 1893. In Las Palmas on Gran Canaria, he built the power plant CICER.
After that, he appeared in Fuerteventura. It is said that he arrived with a suitcase filled with cash – from Göring’s war chest – to purchase land in civil war-torn Spain and construct a military base for the Third Reich, which was actively preparing for war at the time.
Se dice que llegó a Canarias por primera vez allá por los años 20 del siglo pasado: Gustav Winter, ingeniero originario de la Selva Negra alemana, nacido en 1893. Construyó la central eléctrica CÍCER en Las Palmas de Gran Canaria.
Después apareció en la Isla de Fuerteventura, adonde al parecer debía de haber llegado acompañado por un maletín lleno de dinero – procedente de las arcas de guerra de Göring – para comprar terrenos en la España sacudida por la Guerra Civil, con el fin de instalar ahí una base militar para el Tercer Reich, que se encontraba en la plena fase de preparativos bélicos.
Dictator Francisco Franco – who was deeply indebted to Hitler, as he had helped him win the civil war with the Condor Legion – observed this development without lifting a finger, even encouraging the German efforts.
In no time, Winter took possession of the peninsula of Jandía in southern Fuerteventura. There was talk of strange events: Fences were put up to isolate the peninsula from the rest of the island.
Ante ello, el Dictador Francisco Franco no solo no se inmutó – arrastraba una deuda considerable con Hitler, que le había ayudado a ganar la Guerra Civil enviando la Legión Cóndor -, sino incluso facilitó apoyo a los esfuerzos alemanes.
Sin perder el tiempo, Winter se apoderó de la Península de Jandía, situada en el sur de Fuerteventura.
Al parecer, después debió de ocurrir algo extraño: se levantaron unas vallas para aislar el territorio de la Península del resto de la isla.
The local residents, the medianeros, were exiled and only allowed to step foot on the area to work in road and harbor construction; they had to leave Jandía by nightfall. It was said that the Germans were in charge there now, stories spread of soldiers, warships, submarines, and gun emplacements.
In the northern part of the peninsula, in a godforsaken and inhospitable area next to the shepherd and farming village of Cofete, construction began on an enormous estate that bore more resemblance to a fort than a residential building. The house, which everyone would later merely refer to as “Villa Winter”, is said to have been built on an extended, volcanic cave system, providing a connection to the sea.
Allegedly, regular blasting took place in the subterranean caves and jetties were built for German submarines. Names such as Canaris, Himmler, and Dönitz were frequently mentioned.
La población autóctona, los llamados medianeros, fueron expulsados autorizados a pisar la zona únicamente para trabajar en la construcción de carreteras y puertos; al anochecer estaban obligados a abandonar Jandía. Se decía que ahora mandarían ahí los alemanes, se hablaba de soldados, buques de guerra, submarinos y baterías de costa.
En el norte de la Península de Jandía, una zona inhóspita y dejada de la mano de Dios, se comenzó la construcción de una casa enorme, que parecía más una fortaleza que un chalet, al lado del poblado de pastores y agricultores llamado Cofete. La casa, a la que todo el mundo le llamaría más tarde “Villa Winter “, habría sido construida sobre un amplio sistema de cuevas volcánicas que comunicaba con el mar.
Con mucho empeño fueron realizadas unas voladuras en las cuevas subterráneas de grandes dimensiones y construidos los atracaderos para los submarinos alemanes. Una y otra vez se mencionaban apellidos como Canaris, Himmler y Dönitz.
Apparently, these secret subterranean bunkers offered space to supply and maintain German submarines during World War II, out of sight of the Royal Air Force’s reconnaissance planes. From there, they allegedly set off to affront the Allies in the Atlantic.
Thanks to the strict secrecy and the abundant gold reserves that the base was said to possess, its operations continued long after the war. According to legend, war criminals such as Mengele, Bormann, Eichmann, and even Hitler himself are said to have undergone cosmetic surgery to continue their escape to South America without being recognized. Planes and submarines escorted them to Argentina and Antarctica, where the Third Reich also maintained an operational base in fabled New Swabia.
Ahí, en el interior de esos búnkeres subterráneos secretos, habría ocurrido el repostaje y el mantenimiento de los submarinos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, lo que los hacía invisibles para los aviones de reconocimiento de la Royal Air Force, con el fin de hacer frente desde ahí a los aliados en el atlántico. Junto a Punta Faro, en el extremo sur, surgieron dos campos de aviación para las Fuerzas Aéreas Alemanas, la Luftwaffe.
Gracias a la máxima discreción y las abundantes reservas de oro, de las que al parecer debía de disponer la base militar, después del final de la guerra esta base continuó funcionando por mucho tiempo. Criminales de guerra como Mengele, Bormann, Eichmann e incluso el propio Hitler habrían sido sometidos a operaciones de cirugía estética en las instalaciones médicas de la Villa Winter pudiendo continuar su huida a Sudamérica sin ser reconocidos. Mediante aviones y submarinos fueron trasladados a Argentina y la Antártida, donde el Tercer Reich mantenía otra base en funcionamiento en la legendaria Nueva Suabia, Neuschwabenland.
Later, after the last Nazis had been smuggled through, the villa’s operations ceased and, on Franco’s orders, paramilitary units were sent to protect the entire grounds from nosy visitors.
After all subterranean passages, bunkers, and facilities had been blown up and thereby all tracks covered, the Winter family sold the entire area to wealthy investors from around the world. First hotels emerged, such as the Casa Atlántica and the Jandía Playa. The area surrounding Cofete was sold to a large company from Gran Canaria, who aimed to develop the region for tourism.
Más tarde, cuando ya habían hecho pasar a los últimos nazis por aquel lugar, cesaron las actividades en la Villa y la base fue abandonada, quedando protegida de la visita de curiosos por unidades paramilitares, tal y como lo había ordenado Franco.
Una vez que todos los pasadizos subterráneos, búnkeres e instalaciones habían sido volados, borrando de ese modo todas las huellas, la familia Winter vendió toda la finca a inversores de gran solvencia procedentes de todas las partes del mundo. Surgirían los primeros hoteles como la Casa Atlántica y Jandía Playa. Un gran grupo empresarial del sector turístico de Gran Canaria se hizo con la zona de Cofete y pretendía abrirla al turismo.
So much for the legend. But what is true and what isn’t? Did they exist on Fuerteventura, the Nazis and the submarines? The secret bunkers and tunnels? In 2015, the Austrian-German author and journalist Alexander Peer embarked on a mission to uncover the secret and spent two years researching the events.
He visited archives in Germany, Austria, Spain, Great Britain, France, Switzerland, and the USA, conducted interviews with renowned historians, authors, history professors, journalists, and contemporary witnesses all around the world. His research trips involved dozens of flights, thousands of highway kilometers, and hundreds of working hours.
Extensive investigations of previously undiscovered sources brought never before seen files and documents to light that delivered surprising findings. He combed through city, state, and university archives as well as local authorities in all of Germany and Spain, searching for data that would verify astonishing links. Finally, the persistent author succeeded in gaining insight into confidential files.
All of the acquired findings provide pieces of the puzzle, which Peer is compiling into a complete picture of this surprising event in his book.
Hasta aquí, la leyenda. Y ahora, ¿qué hay de verdad y qué no? ¿Hubo en Fuerteventura nazis y submarinos?, ¿búnkeres y túneles secretos? El autor y publicista austro-alemán Alexander Peer se hizo cargo de esta historia en el año 2015 y emprendió una investigación de dos años para desvelar el secreto.
Consultó archivos en Alemania, Austria, España, Gran Bretaña, Francia, Suiza y Estados Unidos, se entrevistó con historiadores de renombre, profesores universitarios, autores, periodistas y testigos presenciales en todo el mundo. Muchos vuelos, miles de kilómetros en autovía y cientos de horas de trabajo se invirtieron en viajes de investigación.
Pesquisas extensas en fuentes hasta la fecha inexploradas desenterraron documentación y documentos nunca revisados antes, que aportan conclusiones sorprendentes. Tanto en archivos municipales, estatales y universitarios como en registros civiles de municipios y ayuntamientos fueron escudriñados datos, unos datos que ahora permiten demostrar vínculos asombrosos. Finalmente, el autor consiguió también, gracias a su tenacidad, el permiso para poder examinar documentación hasta ahora inaccesible.
Todas las conclusiones obtenidas aportan las piezas de un rompecabezas, con las que Peer compone en este libro una visión completa de estos acontecimientos sorprendentes.
***
Pedro, el guardián de los secretos de Winter, la "casa de los horrores nazi" de Fuerteventura
Fumero, actual inquilino de la mansión, sostiene que la casa, sita en Cofete, sirvió como base para los nazis que huyeron a América del Sur.
Es sabido que la Historia acostumbra a tener dos caras bien diferenciadas; una, y la contraria. Eso mismo sucede con la protagonista del relato que nos acontece, un rompecabezas plagado de misterios, espías nazis, submarinos nucleares ocultos en cavernas volcánicas, hornos de incineración, mesas de cirugía y muchas, muchas leyendas. Se trata de la Casa Winter, una fabulosa, gigantesca, extraña e incluso terrorífica morada de estilo alemán ubicada en el lugar más inhóspito de Fuerteventura.
Para llegar a esta tétrica edificación solitaria hay que atravesar la montañosa y marciana Dehesa de Jandía, uno de los lugares más secos y bellos de la geografía española. Algo menos de 20 kilómetros en coche por un camino de ripio zigzagueante separan la localidad de Morro Jable del poblado de Cofete. Son 40 minutos de conducción entre cactus, abruptos barrancos y la brava horizontalidad índiga del océano Atlántico.
Tras la última curva aparece un antiguo cementerio abandonado con cruces sin nombre, una desértica cantina llama Restaurante Cofete y cuatro casas de aglomerado. Salpican de humanidad una brutal playa yerma de siete kilómetros de largo por uno de ancho. Bajo etéreas cimas de casi 800 metros de altura con forma de anfiteatro, a unos 500 metros al oeste de Cofete, aparece una incomprensible y gigantesca mansión de estilo alemán con una especie de torre de vigilancia. ¿Será un desértico faro de la Baviera del Sur?
Junto a la puerta de la Casa Winter se puede observar a un grupo de personas comandadas por un personaje moreno, de pelo rizado. En un cartel atado a un antiguo Jeep descapotable se lee: “Casa Winter. Bienvenidos al museo de la familia Matos”. El personaje en cuestión es Pedro Fumero, el actual inquilino de la destartalada pero maravillosa mansión. Hasta 2012 vivía en Tenerife y manejaba un taxi arrendado.
Desde que regresó a Cofete se dedica a contar su historia a los turistas que deambulan a la entrada de la casa: “Hace unos años mi madre me llamó un día muy nerviosa porque su hermano estaba muy mal y no sabía lo que tenía. Vine a Fuerteventura y me encontré a mi tío Pepe con un cáncer terminal. Desde entonces vivo aquí. Mucha gente del pueblo ha contraído cáncer debido al agua contaminada con residuos nucleares de los submarinos”. ¿Submarinos nucleares?, ¿eh?
La familia de Fumero lleva décadas ligada a la villa. En la Casa Winter trabajó primero su abuelo Rafael Matos, luego sus tíos Pepe, Agustín y Rosa Matos Viera. Todos faenaban para el ingeniero alemán Gustav Winter, que a finales de 1921 había abandonado su Selva Negra natal para terminar la carrera de Ingeniería Industrial en Madrid. Huía de la Primera Guerra Mundial. A Gustav la vida en España le fue bien, era un hombre trabajador. Comenzó a desarrollar proyectos de electrificación en Tomelloso, Murcia, Zaragoza, Madrid y Valencia, hasta que en 1924 desembarcó en las Islas Canarias.
En la capital grancanaria el alemán oyó hablar de Fuerteventura, visitó la isla y se enamoró. Allí, al pie del Pico de la Zarza, el más alto, en la playa virgen de Cofete, este ingeniero visionario decidió construir una vivienda para su familia. Tenía en mente crear varias industrias, principalmente la explotación del rico banco de peces sahariano, fabricar y exportar conservas de atún, construir unas salinas, extraer minerales ferro-titánicos de los cerros circundantes, fabricar cemento, plantar tomates gracias al agua subterránea, criar cabras, ovejas y la repoblación forestal, entre otros proyectos.
Una visita turística en el interior de la casa. JB
Intentó comprar la península de Jandía, pero no pudo porque la ley española no permitía adquirir grandes terrenos a extranjeros, así que en 1936 firmó un contrato de alquiler con los herederos del Conde de Santa Coloma y Cifuentes (Barcelona), marqueses de Lanzarote, propietarios del terreno donde quería desarrollar sus copiosas ideas comerciales.
Entonces estalló la Segunda Guerra Mundial y los proyectos del visionario ingeniero se quedaron en agua de borrajas. Sin embargo, el éxito le llegó de la mano del turismo. Tomando como ejemplo el sur de Gran Canaria, Winter inició una campaña publicitaria en Alemania para mostrar las virtudes de esta alejada y exótica costa europea situada en África. Estableció su base logística en Morro Jable, la localidad más grande y cercana a la playa de Cofete, y buscó inversores para la construcción de hoteles. Cuando las cosas empezaron a marchar sobre ruedas donó terrenos para construir un ambulatorio, un parque infantil, una central telefónica, un centro cultural y viviendas para los más necesitados.
Gustav Winter murió en Gran Canaria en 1971. Nunca habitó Villa Winter oficialmente. Hoy, el ingeniero alemán es un personaje novelesco que forma parte del imaginario colectivo canario. Su vida y su casa arrastran verdades para unos, mentiras para otros, nidos de nazis para los más intrépidos, tranquilas villas agrícolas para los más conservadores.
El 'ocupa' Pedro Fumero
Para Pedro Fumero, guía oficial de la casa donde vive, “llevamos mucho tiempo haciendo una investigación seria para que el mundo entero se entere de esto. Para mí, el señor Winter era un agente alemán destinado en las Canarias encargado de los puestos de observación, equipado con telefonía sin hilos y encargado del abastecimiento de los submarinos alemanes”.
El actual morador de la Casa Winter cuenta su historia a todo aquel que se atreve a llegar a una de las esquinas más alejadas del Reino de España. A cambio, vive de la voluntad. Mientras enseña el surrealista edificio, que ha decorado a modo de museo con los cachivaches nazis más variopintos que ha ido recopilando con el transcurso de los vientos alisios, explica sus conclusiones: “Esto era un nido de nazis. Esta casa tiene un aeropuerto secreto en la playa de Cofete que se puede ver gracias a Google Maps. Tiene dos prisiones de tortura, cuatro prisiones normales, tiene un laboratorio, hornos crematorios, mesas de autopsia, baterías de submarinos, productos de laboratorio…”.
Se atreve a hilar aún más fino: “Estoy más que seguro que el 90% de los oficiales que salieron de las Canarias hacia Sudamérica partieron de Casa Winter. Lo sé por la documentación que voy manejando… llegaron a Barcelona, allí se dispersaron. Aquí en Fuerteventura había un nido de ratas de oficiales alemanes. Von Marx, Alberto Lehanbacher, Winter… Si tiras de la manta aquí hay media isla involucrada”.
Fumero está cansado de denunciar el tema y que los medios de comunicación españoles no le tomen en serio: “Llamamos a Cuarto Milenio, nos dijeron que habían estado aquí grabando antes de estar yo. Y por lo visto fueron demandados por la familia Winter”. Años antes, en 1983, Interviú sacó el primer reportaje sobre la casa y la familia Winter también emprendió acciones legales contra el autor del reportaje y contra la revista, demostrando que en Alemania no había constancia de que Winter fuera nazi. A principios de 2020, la villa volvió a hacerse viral debido a que varios medios de comunicación españoles se hicieron eco del documental de Discovery Max Villa Winter, que formaba parte de una serie sobre Bases secretas nazis. “Han tenido que venir la BBC, la televisión rusa, la televisión checa, la Toronto Canadá para sacar esto a la luz”, argumenta.
Fumero prosigue con la visita. Está emocionado y, aunque no está permitido bajar al sótano por peligro de derrumbe, enseña a sus acompañantes la parte más morbosa y escalofriante de la casa. Pequeños y grandes descienden por unas estrechas escaleras. Un escalofriante viento helado recorre los siniestros pasillos recubiertos de baldosas blancas. Dan ganas de echar a correr.
La familia de Pedro Fumero.
“Mi abuelo Rafael era una persona muy inteligente, pero también supo ver, oír y mantener la boca cerrada. Él nunca se atrevió a decir nada a la gente del pueblo, y menos a estos políticos que se las saben todas, pero nuestro abuelo nos contaba historias. Y hablaba que lo que decía la gente que era una cocina, en verdad era un laboratorio. Él sabía que era como un lugar de descanso y repostaje, los alemanes se cambiaban la cara y escapaban a Latinoamérica. Bueno, yo me lo he tomado muy en serio, me he ido a Alemania, a Mauthausen, estuve analizando búnkeres y ninguno tenía la cocina en el sótano. Esto que veis son mesas de autopsia”.
No se oye ni una mosca. La humedad del sótano parece corroer el cerebro. Fumero prosigue: “Los hornos que hay aquí alcanzar los 700 grados, para una cocina, con 300 grados es más que suficiente… Por cierto, tanto las mesas de autopsia como los hornos crematorios de Auschwitz son idénticos a las de la Casa de Los Winter. Y los ladrillos del horno tienen el emblema de los submarinos nazis y en ellos se lee Suarritz, una sociedad de productos cerámicos del País Vasco con la que se hacían hornos crematorios”.
El extaxista continúa su relato. Los turistas están al borde del colapso. Una energía extraña paraliza el ambiente, Fumero está convencido de que debajo de la casa aún hay dos submarinos nazis enterrados: “La Universidad de Gran Canaria dice que aquí no hay profundidad para abastecer a los submarinos, pero nosotros hemos hecho un estudio con georradar y os aseguro que están enterrados en cuevas volcánicas. En 1974 tres periodistas, dos españoles y un austriaco, encontraron unos bloques de hormigón y la cueva con los dos submarinos. Cuando iban a regresar a puerto el barco en el que viajaban explotó. Murieron los dos periodistas españoles. El tercero, el austriaco, perdió un ojo”.
En medio de un silencio sepulcral el inquilino de la casa habla de sucesos paranormales. Acompañado de médiums, Fumero asegura que ha visto al que parecía ser su abuelo muerto, la cabeza de un terrorífico niño flotante y ha escuchado voces de personas sufriendo. Una vez, uno de sus perros salió huyendo acongojado de una de las salas subterráneas con forma de prisión.
Es hora de volver a ver la luz del día, ni los turistas ni el propio Fumero aguantan tanta energía paranormal. Los visitantes se dispersan, abonan la voluntad y el improvisado guía se sincera aún más: “En los años ochenta cambiaron todo para que pareciera una casa normal. Estamos esperando que la familia Winter nos meta una demanda porque decimos que su padre era un nazi. Si yo molesto por decir que su padre es un criminal de Guerra y que con el cobijo de Franco hizo lo que le dio la gana yo pienso que lo más fácil es ir a juicio. Tú me demandas, vamos a juicio, ellos que jueguen sus cartas y yo jugaré las mías. Nosotros llevamos en esta casa 55 años y mi familia tiene aquí lo que se llama usucapión, que significa el poder y el dominio de la propiedad, aquí estoy esperando el Juicio”.
Tras la confesión el majorero concluye su tesis: “Si esto sale a la luz y aquí hay dos submarinos, ya no se puede urbanizar. Si en esta casa, por lo que sea, aparecen restos humanos, aquí no se puede urbanizar. Si se reconoce que esta casa era históricamente de los nazis se convertiría en un santuario para el turismo neonazi, algo que no le interesa a la isla. Habría que reescribir la Historia”.
Aún hoy existen numerosos pasillos y pasadizos tapiados o sin investigar.
Aún hoy existen numerosos pasillos y pasadizos tapiados o sin investigar. JB
Finalmente, añade: “Esta casa está estratégicamente construida sobre unas cuevas naturales. De aquí te vas a Sudamérica, no hay control, no hay fronteras, es el sitio perfecto para levantar una base nazi. Y además los alemanes en esa época se identificaban con la raza are, procedente de Canarias. Ellos creían que su raza aria procedía de la isla de Fuerteventura porque los majos de Fuerteventura no eran pequeños, eran hombres altos, rubios, de ojos verdes o azules, era el refugio perfecto para los nazis”.
A pocos metros de la Casa Winter, Saro, dueña del restaurante Cofete, pone cara de póker. Cree que todo lo que dice Pedro es una exageración para quedarse con la casa y dar un pelotazo: “Es verdad que esta villa siempre ha sido muy extraña, mi familia ya me contaba que aquí pasaba algo raro. Pero por lo que tengo entendido iba a ser un hospital para los nazis aunque nunca hizo falta algo así”. Ella en verdad quiere que abran un hotel, le iría mejor, aunque sabe que en principio eso es imposible porque la península de Jandía está declarada Reserva de la Biosfera, Zona Especial de Protección para las Aves y Parque Natural.
La otra cara: Gustavo Winter hijo
La propia familia Winter ha desmentido a lo largo de las últimas décadas distintas informaciones aparecidas sobre el supuesto pasado colaboracionista nazi de su antepasado, demandando a todo aquel que han considerado oportuno. EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con el hijo de Gustav Winter, Gustavo, para confirmar el relato de Pedro Fumero. El resultado ha sido una Historia radicalmente opuesta. La otra cara.
“Ningún miembro de la familia Matos vivió en esa casa antes de 1976. Desde su inacabada construcción (1950) la casa estuvo muchos años sin habitar. Nuestra familia jamás vivió ahí… Tratándose de un lugar tan aislado, con cierta frecuencia algunas personas entraban en la casa, pernoctaban y causaban daños. Por ello, el 1/10/1976, cinco años después del fallecimiento de mi padre, mi madre Isabel Althaus firmó un convenio con D. Rafael Matos Viera, tío de D. Pedro Fumero, y se instalaron en una parte de la casa…. Unos meses después del fallecimiento de Pepe (2012), Dª María Matos Viera regresa a Tenerife, quedándose Pedro en la casa con sus tíos Agustín y Rosa, probablemente atraído por el filón económico que suponía las numerosas visitas a la casa”, explica.
Baterías de la época nazi usadas para almacenar la electricidad en Casa Winter.
Baterías de la época nazi usadas para almacenar la electricidad en Casa Winter. JB
Para Gustavo “la teoría de Fumero es falsa (por no decir otros calificativos). El primer y fundamental dato que la desmonta es que esa casa se comenzó a construir el uno de octubre de 1946, con la llegada a Cofete del maestro D. Juan Concepción Villalba… Por otra parte, una simple inspección del lugar permite ver lo absurdo de esa teoría. ¿A principios de los 40 tal obra de ingeniería? No es posible construir varios kilómetros de túnel y penetrar cientos de metros bajo el mar dadas las características arenoso y fuerte oleaje en esa costa de Barlovento”.
Según Winter “no fue hasta 1948 que mis padres lograron el permiso de residencia en España y se trasladaron a Canarias. Cuando mi madre conoció por primera vez la casa en construcción (en una primera visita a Fuerteventura en agosto de 1947 para ver los trabajos) ya le dijo a mi padre que no contara con ella para vivir ahí. Mi padre siguió adelante con su proyecto, pero la casa realmente nunca se acabó”. Gustav estaba enamorado de Cofete. “Y creo que pensó construir algo grande, vivir ahí con su familia, estancias para el servicio en la parte baja y tener almacenes para el grano. La casa de Cofete creo que respondía a una idea romántica, pero su sueño no se cumplió, y económicamente fue una catástrofe”.
“En 1996, mi hermano Juan Miguel, administrador de Estación de Servicio de Morro Jable S. L. vendió la casa a Dehesa de Jandía S.A., que forma parte del grupo Lopesan. Los nuevos propietarios supongo que respetaron en su momento la presencia de la familia Matos, ahí desde 1976. ¿Que si pienso hacer algo? Desde hace 25 años el chalet no pertenece a la familia y, por tanto, no nos incumbe la presencia o no de D. Pedro Fumero en esa propiedad”, añade.
Gustavo piensa que es más sencillo repetir y ampliar una leyenda, morbosa, que interesarse realmente por conocer la verdad. “Me pregunto: mi padre falleció en 1971, ¿por qué en estos cincuenta años, en ninguno de los reportajes y artículos se hace referencia al testimonio de personas que vivían en los años 30 y 40 en Cofete, que vieron llegar a Gustavo Winter por primera vez a Jandía, que vieron levantarse esa casa, o participaron en su construcción? Hasta donde sé, en ningún reportaje se hace referencia a ello. Es posible que alguno se molestara en investigar, pero tal vez esos testimonios desbarataban una “buena historia” y los obviaron”.
Y también tiene palabras para Pedro Fumero: “En cambio, el señor Fumero, a través de inventar y difundir una serie de mentiras y truculencias a quienes visitan la casa y a través de las redes sociales, ha alcanzado una notoriedad (y una fuente de ingresos) inimaginable para él antes, y se dedica en cuerpo y alma a esa actividad que parece darle sentido a su vida”. Gustavo Winter hijo concluye la exposición de su Historia con un dicho: “Es sabido que un árbol que cae hace más ruido que un bosque brotando.”
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FUERTEVENTURA
Desde lo alto llaman la atención los oscuros agujeros diseminados sobre la superficie terrosa de una isla yerma, de apenas 1.660 kilómetros cuadrados y 110.000 habitantes.
Lo primero que sorprende del pueblo majorero es su devoción por Miguel de Unamuno, pues apenas estuvo cuatro meses en la isla.
El escritor llegó a Puerto de Cabras (hoy Puerto del Rosario) el 12 de marzo de 1924, víctima del destierro decretado por el general Primo de Rivera.
Unamuno cayó entre aquella gente, parece, como un regalo del cielo; desde el primer día le agasajaron, y él, a cambio, les dio su sapiencia difundiendo la vida y costumbres locales en poemas y artículos
25 cosas que ver y hacer en Fuerteventura en una semana
Lo más destacable de la isla son sus playas, catalogadas no solo como de las mejores de España, sino incluso del mundo, una fama mundial agigantada por ser además unas de las mecas del surf.
Pero en Fuerteventura también hay pueblos encantadores, increíbles miradores de montaña y una gastronomía que hará que te enamores de la isla.
Si buscas desconexión, bueno rollo y paisajes increíbles, éste es tu lugar.
25 cosas que hay que ver y hacer
Si buscas desconexión, buen rollo y paisajes increíbles, éste es tu lugar. |
1. Pasear por el pueblo de Corralejo
2. Disfrutar de las Grandes Playas de Corralejo
3. Posturear en las infinitas Dunas de Corralejo
4. Subir hasta la cima del volcán Calderón Hondo
5. Relajarte en el pueblo de Majanicho
6. Divertirse en la curiosa Popcorn Beach
7. Encontrar un buen alojamiento
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8. Visitar algunos de sus faros
9. Darte un tranquilo baño en la Playa de La Concha
10. Darte un homenaje en el restaurante Vaca Azul
11. Contemplar el atardecer desde El Cotillo
12. Aprender a practicar surf
13. Rendir tributo a la montaña sagrada de Tindaya
14. Ir en busca de los pintorescos molinos de viento
15. Enamorarse de Betancuria
16. Contemplar las montañas desde el Mirador Astronómico Sicasumbre
17. Disfrutar de su gastronomía
Tan importante es este queso para la isla que incluso hay un Museo del Queso Majorero.
18. Y por supuesto de su cerveza
Dorada y Tropical son las dos cervezas más famosas de las Islas Canarias.
19. Conocer su fauna más característica
Fuerteventura es una isla casi desértica y por lo tanto su fauna no es muy extensa, destacando los insectos y las aves marinas.
La cabra majorera es el más conocido, pilar básico de la industria ganadera de la isla y el símbolo más característico de la isla.
De hecho, en Fuerteventura hay más cabras que habitantes.
El siguiente animal más famoso entre los turistas son las graciosas ardillitas que suelen rondan por los miradores o en cualquier punto del interior de la isla.
Por último, no nos podemos olvidar de los cuervos.
20. Hacer una excursión a la Isla de Lobos
La Isla de Lobos es una pequeña isla de poco más de 4 kilómetros cuadrados ubicada a tan solo 2 kilómetros del norte de Fuerteventura.
21. Maravillarte con la carretera FV-30 y sus impresionantes miradores
La carretera FV-30, que da acceso a Betancuria y termina en Pájara, es sin lugar a dudas la más espectacular de toda la isla.
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Fuerteventura, misterios y dulces en la isla majorera
De
la leyenda de un refugio para oficiales nazis en Cofete a una
degustación de delicias locales en diversos pueblos, una visita
estimulante a la isla canaria
https://lagavetavoladora.com/lo-mejor-de-fuerteventura-viaje-playa/
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