Los talibanes entran en Kabul, declaran controlar todo Afganistán, mientras el presidente renuncia y abandona el país.
Los talibanes, nombre recientemente cambiado al de «Emirato Islámico de Afganistán», son una facción política-paramilitar fundamentalista islámica sunní de Afganistán, actualmente llevando a cabo una guerra dentro del mismo país.
¿Qué son los talibanes?
Los talibanes son un grupo que nacieron a mediados del siglo XX en Pakistán como un movimiento de estudiantes islamistas ultraconservadores. Han sido cuna de Al Qaeda, de Estado Islámico.
¿Cuál es la religión de los talibanes?
La mayor parte de la población afgana, el 99,8%, es creyente. La religión más extendida es el Islam, con un 99,56% de personas que lo profesan.
¿Qué idioma hablan los talibanes?
Los talibanes pertenecen a la etnia pashtún, numerosa en Afganistán y Pakistán y que habla una lengua común, el pashto.
¿Que quieren los talibanes en Afganistán?
Lo que buscan es “la conquista y la rendición”. Milicianos talibanes en Ghazni. ... Los talibanes, agregó Natiq, "no quieren la renuncia (del presidente de Afganistán, Ashraf Ghani) ni el alto el fuego ni un Gobierno interino, lo que quieren es la conquista y la rendición" del Gobierno.
¿Como era la vida en Kabul hace 9 años?
Hace 9 años en el 2012 se emitía "Madrileños por el mundo: Afganistán"
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El movimiento Talibán: ¿quiénes son, cómo surgieron y por qué siguen siendo tan fuertes?
El movimiento Talibán logró resistir 20 años de intervención militar estadounidense y hoy ya controla gran parte de Afganistán. ¿Quiénes son y cómo surgieron?
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Reports are coming out from US embassy staff in Afghanistan that the Kabul airport is taking fire. The embassy has instructed US citizens to “shelter in place”, ie stay put wherever you are right now and try to find a safe place to wait.
The security situation in Kabul is “changing quickly, including at the airport”, according to a report from Reuters.
Meanwhile, the Taliban has taken control of Afghanistan’s presidential palace, two senior Taliban commanders present in Kabul told Reuters a little earlier, after the Afghan president, Ashraf Ghani left the country.
There was no confirmation from the Afghan government about the Taliban’s claim. Government officials were not immediately contactable.
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Kabul activa el 'protocolo Saigón'
La evacuación de la embajada de EEUU recuerda a la humillante huida de EEUU en Vietnam del año 1975
Ecos de Saigón en Kabul. Recuerdos de una humillación, de una huida al galope, con la bandera doblada bajo el brazo, por una escalera hasta el helicóptero que espera en la azotea tras años combatiendo inútilmente a un enemigo irreductible.
Ya se queman los archivos en las embajadas de Kabul y se estudian protocolos de escape llamados, extraoficialmente, protocolos Saigón: quién se va y quién se queda.
Resulta imposible no recordar el desastre de Vietnam estos días afganos, sobre todo su abrupto final, con ese tono apocalíptico de sálvese quien pueda. Los paralelismos entre la retirada estadounidense del país asiático y la de Afganistán, dejando tras de sí una embajada abierta al saqueo del enemigo, resultan dolorosamente calcados en los dos casos.
Hasta Mitch McConnell, líder republicano en el Congreso de EEUU, afirma que "la decisión de Joe Biden [de abandonar el país] nos precipita hacia una secuela de la embajada de Saigón en 1975".
Tanto en Vietnam como en Afganistán el Pentágono se enredó en una guerra contra un enemigo que desconocía, sin una estrategia de salida y con una narrativa tóxica de cara al pueblo americano.
Tanto la milicia Vietcong como los talibán sufrieron enormes pérdidas contra la maquinaria militar estadounidense y sus terrores tecnológicos, pero resistieron gracias a un mayor conocimiento del terreno, ya sea la selva o el desierto, una mayor motivación y una letal táctica de guerrillas.
En ambos casos, Estados Unidos fue incapaz de ganar un conflicto en el que parecía el teórico favorito.
En ambos casos, una vez retirados sus ejércitos del país, y dejando la guerra en manos de sus aliados locales, todo se desmoronó tanto en Vietnam del Sur como en Afganistán. La Inteligencia de Washington falló en 1975.
Los expertos pensaron que los soldados de Vietnam del Sur resistirían al menos hasta la final de la temporada seca de 1976, pero en pocas semanas los comunistas del norte ya lanzaban morteros en las afueras de Saigón y cruzaban sus puentes.
En Afganistán las previsiones también eran más optimistas: tras dos décadas de armar, pertrechar y entrenar al Ejército Afgano, nadie pensaba que se hundiría como un castillo de naipes frente a la guerra relámpago de los talibán. Las previsiones de que Kabul pudiera resistir tres meses se han esfumado.
En 1975, el Pentágono y el embajador estadounidense, Graham Martin, pusieron en marcha un protocolo de evacuación que cambió casi cada día.
Empezó con el aeropuerto como zona de despegue. Como ahora en Kabul, los vuelos comerciales se llenaron de golpe de todo aquel que pudiera pagar billetes. Un bombardeo inutilizó las pistas y tuvieron que optar directamente por sacar al personal en helicóptero desde la embajada.
Cientos de marines acordonaron el perímetro y permitieron el paso al edificio de aquellos estadounidenses, occidentales o survietnamitas con permiso para abandonar el país. Decenas de autobuses recorrían la ciudad en busca de rezagados.
Uno de ellos, visible en los vídeos de la época, fue el reportero navarro Fernando Múgica, que fotografió la caída de la ciudad. Igual que en Saigón, los marines tomarán posiciones en torno a la embajada de EEUU en Kabul y se cuidarán de que todo aquel que deba estar en un avión o helicóptero lo esté.
En Saigón, hoy llamada Ho Chi Ming en honor al líder comunista vietnamita, los soldados recibieron la orden de meter, aunque fuera contra su voluntad, al embajador Martin en un helicóptero antes de que la embajada cayera.
Lo consiguieron en los últimos aparatos que partieron de la azotea mientras el caos se apoderaba del edificio, con miles de survietnamitas tratando de entrar por la fuerza para ponerse a salvo de las venganzas de los invasores, cuyos disparos ya se escuchaban en las avenidas cercanas.
En Hanoi, la capital del norte, pensaron que era mejor no entorpecer la salida de un enemigo que huye y ordenaron no disparar al puente aéreo entre la embajada y la flota estadounidense instalada en el mar de China.
Tanta gente consiguieron sacar que tuvieron que tirar 35 helicópteros de la cubierta del portaaviones para hacer sitio a tanto diplomático.
Unos 3.000 marines viajan ya hacia Kabul para poner en marcha de nuevo el protocolo Saigón.
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Kabul activates 'Saigon protocol'.
The evacuation of the US embassy is reminiscent of the humiliating US flight from Vietnam in 1975.
Echoes of Saigon in Kabul. Memories of a humiliation, of a galloping flight, with the flag folded under the arm, down a staircase to the helicopter waiting on the roof after years of uselessly fighting an unyielding enemy.
Files are already being burned in the embassies of Kabul and escape protocols are being studied, unofficially called Saigon protocols: who goes and who stays.
It is impossible not to recall the Vietnam disaster these Afghan days, especially its abrupt end, with that apocalyptic tone of every man for himself. The parallels between the American withdrawal from the Asian country and that of Afghanistan, leaving behind an embassy open to the plundering of the enemy, are painfully similar in both cases.
Even Mitch McConnell, Republican leader in the US Congress, affirms that "Joe Biden's decision [to leave the country] precipitates us towards a sequel to the Saigon embassy in 1975".
In both Vietnam and Afghanistan the Pentagon became entangled in a war against an enemy it did not know, with no exit strategy and a toxic narrative in the face of the American people.
Both the Vietcong militia and the Taliban suffered huge losses against the U.S. military machine and its technological terrors, but they held out thanks to greater knowledge of the terrain, whether jungle or desert, greater motivation and lethal guerrilla tactics.
In both cases, the United States was unable to win a conflict in which it seemed the theoretical favorite.
In both cases, once its armies were withdrawn from the country, and the war was left in the hands of its local allies, everything fell apart in both South Vietnam and Afghanistan. Washington's intelligence failed in 1975.
Experts thought South Vietnamese soldiers would hold out at least until the end of the 1976 dry season, but within weeks the Communists in the North were firing mortars on the outskirts of Saigon and crossing its bridges.
In Afghanistan the forecasts were also more optimistic: after two decades of arming, equipping and training the Afghan Army, no one thought it would collapse like a house of cards in the face of the Taliban's blitzkrieg. Forecasts that Kabul could hold out for three months have vanished.
In 1975, the Pentagon and U.S. Ambassador Graham Martin put in place an evacuation protocol that changed almost daily.
It began with the airport as the take-off zone. As now in Kabul, commercial flights were suddenly filled with anyone who could afford tickets. A bombing disabled the runways and they had to opt directly for helicoptering personnel out of the embassy.
Hundreds of Marines cordoned off the perimeter and allowed those Americans, Westerners or South Vietnamese with permission to leave the country to enter the building. Dozens of buses drove around the city in search of stragglers.
One of them, visible in the videos of the time, was the Navarre reporter Fernando Múgica, who photographed the fall of the city. As in Saigon, the Marines will take up positions around the US embassy in Kabul and will make sure that everyone who should be in a plane or helicopter is there.
In Saigon, now called Ho Chi Ming after the Vietnamese communist leader, the soldiers were ordered to get Ambassador Martin on a helicopter, even if it was against his will, before the embassy fell.
They succeeded in doing so in the last aircraft leaving the rooftop as chaos gripped the building, with thousands of South Vietnamese trying to force their way inside to safety from the vengeful invaders, whose gunfire could already be heard in the nearby avenues.
In Hanoi, the northern capital, they thought it better not to hinder the departure of a fleeing enemy and ordered not to shoot at the air bridge between the embassy and the U.S. fleet installed in the China Sea.
They managed to get so many people out that 35 helicopters had to be dropped from the deck of the aircraft carrier to make room for so many diplomats.
Some 3,000 Marines are already on their way to Kabul to put the Saigon protocol back into action.
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