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The German foundation that brought Felipe González to power
La fiesta por los 40 años de la victoria del 28 de octubre de 1982
“Quien no sabe de dónde viene, no sabe adónde va. Tenéis que comprender de dónde venimos, para que sigamos construyendo futuro”, recomendó González a las generaciones más jóvenes antes de repasar algunos de los grandes hitos de su Ejecutivo, como la sanidad pública gratuita.
“El sistema nacional de salud lo hizo Ernest Lluch. Tardó tres años y medio en llevarlo al Parlamento, queríamos que fuera de tal naturaleza que no lo pudieran revertir”, recordó al ministro asesinado por ETA.
Sobre la educación universal hasta los 16 años, el expresidente ironizó que España “solo se retrasó un siglo y medio con esa ley respecto a Francia”.
González también destacó la modernización y democratización del Ejército, que venía de varios intentos de golpe de Estado frustrados: “Con 80 años puedo decir que tenemos unas Fuerzas Armadas de las que podemos sentirnos orgullosos de su prestigio dentro y fuera de España”.
El modelo de Estado con el traspaso de competencias a las comunidades también está entre sus medallas: “Hicimos el Estado autonómico, descentralizar a España le ha venido muy bien a su desarrollo”. “Centrifugar el poder para pelearnos unos con otros no le viene tan bien”, advirtió.
“El legado del triunfo de 1982 vive en quienes no pudimos votar por edad o estábamos por nacer. Somos la semilla del árbol de la libertad plantado con sangre, sudor y lágrimas por la generación previa a Felipe”, le secundó Sánchez.
El reconocimiento a aquel primer Gobierno del PSOE también llegó de Olaf Scholz, uno de los principales referentes de la socialdemocracia. “Estimado Felipe, os voy a confiar un secreto: desde mis días en la juventud socialista has sido de los hombres que más me ha impresionado por tu lucha incondicional por la libertad. Para muchos de mis compatriotas siempre serás la cara de la joven democracia española”, le dedicó el canciller alemán en castellano en un mensaje grabado en vídeo.
“Somos el partido de los derechos, que siempre ha seguido el interés general. El de la apertura al mundo, la entrada en Europa, la consolidación de la democracia. Hay que agradecérselo a Felipe González y a los compañeros que lo hicieron posible.
Mi reconocimiento a Felipe y apoyo a Pedro Sánchez”, no faltó José Luis Rodríguez Zapatero, también en un mensaje de vídeo, al encontrarse en Brasil para seguir las elecciones entre Lula da Silva y Jair Bolsonaro.
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La fundación alemana que puso en el poder a Felipe González
Durante los años de la Transición, una organización vinculada al socialismo alemán se encargó de financiar y organizar a los miembros del PSOE para frenar el avance del PCE
Mientras se escribe, la Historia resulta opaca. Los intereses particulares entorpecen la percepción directa de la realidad, y tan sólo a medida que pasa el tiempo y sus protagonistas ocupan posiciones más acomodadas o, simplemente, desaparecen, podemos desentrañar qué ocurrió realmente.
Es lo que está pasando actualmente con la Transición, de la que han pasado 40 años, y concretamente, con el papel que los actores internacionales jugaron en su desarrollo.
El papel que la fundación alemana Friedrich Ebert y, por extensión, el socialismo alemán, jugó en el meteórico ascenso del PSOE entre 1975 y 1982.
Siete años en los que pasó de ser un partido “con muy pocos miembros, apenas infraestructura y tan sólo dos oficiales a tiempo completo” a convertirse en el partido en el gobierno.
“Cuando Franco murió, España proporcionaba suelo fértil para los socialistas europeos, principalmente para la FES”. “El PSOE tenía una estrategia coherente y realista para contribuir a una transición pacífica y arrebatar el control de la izquierda a los comunistas, que habían interpretado el papel principal durante la lucha contra la dictadura”.
El apoyo de los socialdemócratas alemanes era crucial en el renacimiento del PSOE como una organización política significativa
Sin el apoyo “financiero, logístico y de entrenamiento” proporcionado por la Fundación Friedrich Ebert nada de esto habría sido posible. Sin embargo, no se trataba de una estrategia unilateral, sino que estaba informada por el Partido Socialdemócrata de Alemania, que por aquel entonces dirigía Helmut Schmidt.
“El apoyo político, financiero y técnico ofrecido por los socialdemócratas alemanes, canalizada primariamente a través de la FES, era crucial en el renacimiento del PSOE como una organización política significativa y le ayudó a dar forma a a su imagen como el partido mejor cualificado para cumplir la ambición española de entrar en la modernidad europea”.
Un nuevo socialismo nace
Remontémonos, antes que nada, a principios de 1975. La muerte del dictador parecía ya inminente, y ante ella, todos los bandos empezaron a mover sus fichas. Apenas un año antes, en abril de 1974, se había producido la Revolución de los Claveles portuguesa, y una ola capitaneada por la izquierda parecía que pronto llegaría también a España.
Así que “en marzo de 1975, el canciller Helmut Schmidt decidió lanzar una iniciativa alemana destinada a promover la estabilidad en la Península Ibérica”. Esta se iba a traducir, básicamente, “en un gran apoyo a los partidos socialistas capaces y deseosos de contrarrestar la influencia de los comunistas en Portugal y España”.
El congreso de Suresnes había sido el primer ladrillo en ese camino. Celebrado en octubre de 1974 a las afueras de París, fue la escenificación de un relevo generacional entre la vieja guardia del partido y una nueva generación encabezada por Felipe González y Alfonso Guerra.
Willy Brandt invitaría al político sevillano a Bonn en abril del siguiente año. Allí, el joven “demostraría un realismo y moderación muy raras entre la oposición franquista”. Calificó como “poco realista y suicida” la intención del PCE de demoler el franquismo, ya que llevaría a un golpe de Estado, y planteó que la democracia sólo saldría adelante si se seguía el plan de desmantelamiento que el rey Juan Carlos había establecido y que González conocía.
Desde entonces, el PSD alemán y el PSOE serían uña y carne, y Brandt se encargaría de presentar a ese joven andaluz como la gran promesa de la política española, por ejemplo, presionando a Madrid para que recuperase su pasaporte.
Gracias a ello consiguió viajar a Mannheim donde conoció a Günter Grunwald, director ejecutivo de la fundación Friedrich Ebert, que le ofreció a Dieter Koniecki para desarrollar un programa de cooperación con el PSOE y la UGT. Todos los tratos de financiación y apoyo serían llevados a cabo solamente con Felipe González y Alfonso Guerra.
El trabajo del alemán en España comenzó en febrero de 1976, donde tuvo que enfrentarse a dos retos. Por un lado, preparar al PSOE para las elecciones parlamentarias que, más pronto que tarde, se celebrarían.
Por otro, reforzar el ala moderada del partido frente a la marxista. En aquel momento, el gran hándicap de partido socialista era su escasa influencia en provincias, por lo que el esfuerzo se centró en abrir agrupaciones locales en 27 capitales provinciales, cuyos gastos eran pagados por la FES.
Sólo rebajando su radicalismo y dejando de actuar como una organización secreta el PSOE podía ganar terreno en la sociedad española
En diciembre, el PSOE ya tenía un comité en cada provincia, pero tan sólo 7.733 afiliados. Puesto que aún era ilegal, se fundó el Instituto de Técnicas Electorales (ITE) para servir como departamento de prensa y propaganda, y una delegación de la misma se trasladó a Alemania para recibir formación.
De la ilegalidad al poder
El primer congreso celebrado por el PSOE en España en 40 años, en diciembre de 1976 y llamado “Socialismo es libertad”, también contó con la presencia de Willy Brandt y de Olof Palme, del Partido Socialdemócrata Sueco.
A partir de ahí, el camino a seguir estaría marcado por un estudio sociológico financiado por la FES que señalaba que “la mayoría de los españoles no querían cambios en el sistema económico, estaban fascinados por Europa y, debido a los recuerdos traumáticos de la guerra civil, temían cualquier conflicto político”. De ahí que los mítines de la campaña de primavera de 1977 fuesen, en palabras de Muñoz, “un festín de mensajes positivos, música y globos, sin apenas menciones al pasado”.
La internacional socialista se vuelca con el PSOE en 1976.
En aquellas elecciones, el PSOE obtuvo un 29,4%, frente al 9,3% del PCE. Les faltaba mucho por delante, pero ya “se habían convertido en el partido dominante de la izquierda y una seria alternativa de gobierno”.
Mientras tanto, el FES financiaba la puesta en marcha de la Fundación Pablo Iglesias y de la Fundación Largo Caballero, de la UGT. Ello se traduciría en una gran cantidad de seminarios y cursos (hasta 2.000) celebrados hasta el año 1982.
El siguiente paso para el Partido Socialista, por lo tanto, se encontraba en ampliar sus resultados en las provincias. “El establecimiento de ramas locales del partido, junto con la preparación para las elecciones municipales, requería una gran logística humana y un gran esfuerzo económico, que el PSOE sólo podía afrontar con el apoyo de la Fundación Friedrich Ebert”, señala el estudio.
La Escuela de Verano del PSOE de 1977 sería el instrumento por el cual 250 socialistas recibirían su formación, que más tarde trasladarían a los cuadros de sus provincias. “Financiando y organizando esos seminarios, la FES jugó un papel decisivo en el entrenamiento de los socialistas candidatos para las elecciones municipales que se acercaban”.
El esfuerzo daría sus frutos y en abril de 1979, PCE mediante, el PSOE se haría con dos tercios de los ayuntamientos españoles. Gran parte del trabajo había terminado y, para 1983, el CEA dejaría de financiarse con dinero alemán.
Debido a los requisitos financieros de un sindicato que necesitaba construir infraestructuras de la nada, la UGT era muy dependiente de la ayuda extranjera
Algo muy diferente había ocurrido en las elecciones generales de marzo de 1979, cuando el PSOE volvió a perder ante la UCD de Adolfo Suárez. Sin embargo, “los socialdemócratas alemanes estaban muy aliviados por la derrota del PSOE en las segundas elecciones generales”.
Los socialistas “se encontraban muy lejos de estar listos para afrontar la responsabilidad de dirigir el país”, por su “exceso de ideología y una falta de experiencia técnica”. De ahí nació el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales Aplicadas (IESA), dirigido por Harald Jung y Joaquín Arango, un 'think tank' que ponía en contacto a los socialistas y a los sociólogos internacionales y organizaba viajes de miembros del PSOE a otros países de la Unión Europea.
La última frontera de la Transición y el sueño dorado de los socialistas europeos: convertir a España en un país de la Unión Económica Europea, como finalmente ocurrió el 1 de enero de 1986, durante el primer gobierno de Felipe González.
Estos tipos rudos de la UGT
La influencia de la fundación no sólo se dejó notar en el PSOE, sino también en su sindicato, la Unión General de Trabajadores.
En abril de 1976 se celebraría su primer congreso en España desde 1932, “A la unidad sindical por la libertad”, donde ante representantes de los sindicatos internacionales se plantearon sus líneas de actuación, opuestas a las de Comisiones Obreras: la disolución de la Organización Sindical franquista y el establecimiento de diversos sindicatos en competencia.
“Debido a los grandes requisitos financieros de un sindicato que necesitaba construir infraestructuras locales de la nada para 21 federaciones industriales, la UGT sería muy dependiente de la ayuda extranjera durante los siguientes años”, señala la investigación.
La asistencia formativa sería, no obstante, mucho más complicada. Muñoz Sánchez sugiere que Koniecki se quejaba de que sus miembros eran “artesanos autodidactas” a los que “las cuestiones pedagógicas o cualquier sistema metódico” les resultaban “extraños y una invención de intelectuales que nunca habían trabajado”.
De ahí que a medida que la democracia se establecía en España, gran parte del esfuerzo de la FES pasase del PSOE a UGT. El sindicato había pasado de la irrelevancia a una mayor proyección tras 1977, después de que Felipe González sentase a su lado a Nicolás Redondo, lo que le llevó a ganar más de 600.000 afiliados en apenas unas semanas.
La Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB) veía con buenos ojos a la UGT. “Más allá de las donaciones directas, arregló un crédito de cuatro millones de dólares de un banco alemán”, señala la investigación.
Además, la FES “diseñó, organizó y fundó un programa de entrenamiento especial para los cargos locales y provinciales de la UGT”. Cientos de miembros del sindicato habían sido ya entrenados a finales de 1977. Durante las primeras elecciones sindicales de la democracia, celebradas a principios de 1978, UGT volvería a pedir ayuda a la FES: “A pesar de la gran cantidad de financiación externa, el gran coste de la campaña exprimió la capacidad financiera de la UGT hasta el límite, forzándolos una vez más a recurrir a Dieter Koniecki, que consiguió para ellos una pequeña subvención de la FES”.
Ambas partes, UGT y CEOE, descubrieron un mutuo deseo de alcanzar acuerdos
En dichas elecciones, UGT perdió ante CCOO, aunque consiguió muy buenos resultados: obtuvo un 21,7% del voto y 41.900 representantes. Sin embargo, toda derrota de la UGT era una victoria del PCE, y eso no podía ser. “El apoyo a la UGT pasaría por lo tanto a ser la prioridad principal en España y a lo largo de los siguientes años, la cooperación alemana con el sindicato español aumentaría en intensidad y alcance”, señala la investigación.
No hay duda de que la UGT cumpliría con el rol que el resto de Europa esperaba de ellos. En febrero de 1978, la FES montó un seminario al que invitó a la UGT y la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales) –pero no a CCOO– en el que “ambas partes descubrieron un mutuo deseo de alcanzar acuerdos”. Les siguieron otros seminarios financiados por la FES que, según un documento de la organización enviado al ministro alemán de Cooperación, debían “promover la desideologización, algo muy necesario tanto para nuestro 'partner' sindical como para los empresarios extremadamente conservadores de España”.
En verano de 1979 vería la luz un documento conjunto firmado por UGT y la CEOE que pedía el final de la intervención estatal en las relaciones laborales. El Rey Juan Carlos recibió en 2006 a una representación de la Fundación Fiedrich Ebert en la que se encontraba Dieter Koniecki.
“Optando por una política de pacto social, y dando la espalda a la tradición combativa de los movimientos españoles de trabajadores, la UGT estaba tomando un riesgo muy alto”, explica Muñoz Sánchez. Se convirtió, de esa manera, en el objetivo de los ataques de CCOO, aunque la suerte estaba echada: en las elecciones sindicales de 1982, la UGT le dio la vuelta al marcador y superó a CCOO en tres puntos.
“Esta victoria era el toque final a la extraordinaria ascensión de la UGT durante los años de la transición democrática”, explica el historiador. “Esto sería esencial para la viabilidad de las dolorosas reformas económicas que los gobiernos de Felipe González iniciarían en 1983 con el objetivo de preparar al país para la entrada en la Unión Económica Europea”.
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The German foundation that brought Felipe González to power
During the years of the Transition, an organisation linked to German socialism was in charge of financing and organising PSOE members to stop the advance of the PCE.
While it is being written, history is opaque. Particular interests hinder the direct perception of reality, and only as time goes by and its protagonists occupy more comfortable positions or simply disappear can we unravel what really happened.
This is what is currently happening with the Transition, forty years on, and specifically with the role that international actors played in its development.
The role that the German Friedrich Ebert Foundation and, by extension, German socialism, played in the meteoric rise of the PSOE between 1975 and 1982.
Seven years in which it went from being a party "with very few members, hardly any infrastructure and only two full-time officials" to becoming the party in government.
"When Franco died, Spain provided fertile ground for European socialists, mainly for the FES. "The PSOE had a coherent and realistic strategy to contribute to a peaceful transition and wrest control of the left from the Communists, who had played the leading role during the struggle against the dictatorship.
The support of the German Social Democrats was crucial in the rebirth of the PSOE as a meaningful political organisation.
Without the "financial, logistical and training support" provided by the Friedrich-Ebert-Stiftung none of this would have been possible. However, this was not a unilateral strategy, but was informed by the Social Democratic Party of Germany, then led by Helmut Schmidt.
"The political, financial and technical support offered by the German Social Democrats, channelled primarily through the FES, was crucial in the rebirth of the PSOE as a meaningful political organisation and helped shape its image as the party best qualified to fulfil Spain's ambition to enter European modernity.
A new socialism is born
First of all, let us go back to the beginning of 1975. The dictator's death seemed imminent, and all sides began to make their moves. Barely a year earlier, in April 1974, the Portuguese Carnation Revolution had taken place, and a wave led by the left seemed soon to reach Spain as well.
So 'in March 1975, Chancellor Helmut Schmidt decided to launch a German initiative aimed at promoting stability on the Iberian Peninsula'. This was to take the form, basically, of "strong support for socialist parties able and willing to counter the influence of the communists in Portugal and Spain".
The Suresnes Congress had been the first brick in that road. Held in October 1974 on the outskirts of Paris, it was the staging of a generational handover between the old guard of the party and a new generation headed by Felipe González and Alfonso Guerra.
Willy Brandt invited the Sevillian politician to Bonn in April the following year. There, the young man would "demonstrate a realism and moderation very rare among the Francoist opposition". He described as 'unrealistic and suicidal' the PCE's intention to demolish Francoism, as it would lead to a coup d'état, and argued that democracy would only succeed if the dismantling plan that King Juan Carlos had established and that González knew about was followed.
From then on, the German PSD and the PSOE would be thick as thieves, and Brandt would take it upon himself to present the young Andalusian as the great promise of Spanish politics, for example, by pressuring Madrid to get his passport back.
Thanks to this he managed to travel to Mannheim where he met Günter Grunwald, executive director of the Friedrich Ebert Foundation, who offered him Dieter Koniecki to develop a cooperation programme with the PSOE and the UGT. All funding and support deals were to be carried out only with Felipe González and Alfonso Guerra.
The German's work in Spain began in February 1976, where he faced two challenges. On the one hand, to prepare the PSOE for the parliamentary elections that were to take place sooner rather than later.
On the other, to strengthen the moderate wing of the party against the Marxist wing. At that time, the great handicap of the Socialist Party was its scant influence in the provinces, so the effort was focused on opening local groups in 27 provincial capitals, the expenses of which were paid by the FES.
Only by toning down its radicalism and ceasing to act as a secret organisation could the PSOE gain ground in Spanish society.
By December, the PSOE already had a committee in every province, but only 7,733 members. Since it was still illegal, the Institute of Electoral Techniques (ITE) was founded to serve as a press and propaganda department, and a delegation of it went to Germany for training.
From illegality to power
The first congress held by the PSOE in Spain in 40 years, in December 1976 and called "Socialism is Freedom", was also attended by Willy Brandt and Olof Palme of the Swedish Social Democratic Party.
From then on, the way forward would be marked by a sociological study financed by the FES which pointed out that "the majority of Spaniards did not want changes in the economic system, were fascinated by Europe and, due to traumatic memories of the civil war, feared any political conflict". Hence the 1977 spring campaign rallies were, in Muñoz's words, 'a feast of positive messages, music and balloons, with hardly any mention of the past'.
The socialist international turned to the PSOE in 1976.
In those elections, the PSOE won 29.4%, compared to 9.3% for the PCE. They had a long way to go, but they had already "become the dominant party of the left and a serious alternative for government".
Meanwhile, the FES financed the setting up of the Pablo Iglesias Foundation and the UGT's Largo Caballero Foundation. This resulted in a large number of seminars and courses (up to 2,000) being held up to 1982.
The next step for the Socialist Party, therefore, was to expand its results in the provinces. "The establishment of local party branches, together with the preparation for municipal elections, required a great deal of human logistics and financial effort, which the PSOE could only afford with the support of the Friedrich-Ebert-Stiftung," the study notes.
The 1977 PSOE Summer School would be the instrument by which 250 socialists would receive their training, which they would later pass on to the cadres in their provinces. "By financing and organising these seminars, the FES played a decisive role in the training of socialist candidates for the municipal elections that were approaching".
The effort would bear fruit and in April 1979, through the PCE, the PSOE would win two thirds of the Spanish municipalities. Much of the work was done, and by 1983 the CEA would no longer be financed by German money.
Due to the financial requirements of a union that needed to build infrastructure from scratch, the UGT was very dependent on foreign aid.
Something very different had happened in the March 1979 general elections, when the PSOE again lost to Adolfo Suárez's UCD. However, "the German Social Democrats were greatly relieved by the PSOE's defeat in the second general election".
The Socialists were "far from ready to take on the responsibility of running the country", because of their "excess of ideology and a lack of technical expertise". This gave rise to the Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales Aplicadas (IESA), directed by Harald Jung and Joaquín Arango, a think tank that put socialists and international sociologists in contact with each other and organised trips by PSOE members to other EU countries.
The last frontier of the Transition and the golden dream of European socialists: to make Spain a member of the European Economic Union, as finally happened on 1 January 1986, during the first government of Felipe González.
These tough guys from the UGT
The influence of the foundation was not only felt in the PSOE, but also in its trade union, the Unión General de Trabajadores.
In April 1976 it held its first congress in Spain since 1932, "A la unidad sindical por la libertad", where, before representatives of international trade unions, it set out its lines of action, opposed to those of Comisiones Obreras: the dissolution of the Francoist trade union organisation and the establishment of various competing trade unions.
"Due to the large financial requirements of a union that needed to build local infrastructures out of nothing for 21 industrial federations, the UGT would be heavily dependent on foreign aid for the next few years," the research notes.
Training assistance would, however, be much more complicated. Muñoz Sánchez suggests that Koniecki complained that his members were "self-taught artisans" who found "pedagogical questions or any methodical system" "strange and an invention of intellectuals who had never worked".
Hence, as democracy was established in Spain, much of the FES effort shifted from the PSOE to the UGT. The union had moved from irrelevance to greater projection after 1977, after Felipe González seated Nicolás Redondo at its side, which led it to gain more than 600,000 members in just a few weeks.
The Confederation of German Trade Unions (DGB) looked favourably on the UGT. "Beyond direct donations, it arranged a four million dollar loan from a German bank," the investigation notes.
In addition, the FES "designed, organised and funded a special training programme for local and provincial UGT officials". Hundreds of union members had already been trained by the end of 1977. During the first trade union elections of democracy, held in early 1978, the UGT would again ask the FES for help: "Despite the large amount of external funding, the high cost of the campaign stretched the financial capacity of the UGT to the limit, forcing them once again to turn to Dieter Koniecki, who secured for them a small grant from the FES".
Both sides, UGT and CEOE, discovered a mutual desire to reach agreements.
In these elections, the UGT lost to the CCOO, although it achieved very good results: 21.7% of the vote and 41,900 representatives. However, any defeat for the UGT was a victory for the PCE, and that was not to be. "Support for the UGT would therefore become the main priority in Spain, and over the following years, German cooperation with the Spanish union would increase in intensity and scope," the research notes.
There is no doubt that the UGT would fulfil the role that the rest of Europe expected of them. In February 1978, the FES held a seminar to which it invited the UGT and the CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales) - but not the CCOO - at which 'both sides discovered a mutual desire to reach agreements'. Other FES-financed seminars followed, which, according to an FES document sent to the German Minister for Cooperation, were to "promote de-ideologisation, something very necessary both for our trade union 'partner' and for the extremely conservative employers in Spain".
In the summer of 1979, a joint document signed by the UGT and the CEOE called for an end to state intervention in labour relations. In 2006, King Juan Carlos received a delegation from the Fiedrich Ebert Foundation, including Dieter Koniecki.
"By opting for a social pact policy and turning its back on the combative tradition of the Spanish workers' movements, the UGT was taking a very high risk", explains Muñoz Sánchez. It thus became the target of CCOO attacks, although the die was cast: in the 1982 trade union elections, the UGT turned the tables and beat the CCOO by three points.
"This victory was the finishing touch to the extraordinary rise of the UGT during the years of the democratic transition," explains the historian. "This would be essential for the viability of the painful economic reforms that the governments of Felipe González would initiate in 1983 with the aim of preparing the country for entry into the European Economic Union".
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