viernes, 8 de marzo de 2019

Gerri de la Sal es un pueblo leridano bañado por las aguas del Noguera Pallaresa

Gerri de la Sal es un pequeño pueblo leridano, bañado por las aguas del Noguera Pallaresa, que mantiene una peculiar historia con los montes que lo rodean.

Una historia ligada a unas minas de sal y a un torrente que se empeñó una y otra vez en poner en jaque la actividad de extracción y producción de sal.

Aún a pesar de parecer un remoto rincón del mundo, la comarca del Pallars ha estado poblada desde antiguo.

En tiempos de Carlo Magno, era parte de la marca hispánica. La frontera carolingia con el califato Omeya. Posteriormente, pasó a depender de los condes de Tolosa.


Esta localidad toma su nombre de las salinas que durante siglos fueron su principal motor económico. El agua salada que brotaba de la roca se trasportaba por medio de un sistema de canales, hasta unos aljibes especiales.

Con el buen tiempo, la sal cristalizaba y, al evaporarse el agua, se liberaba el preciado oro blanco que era escobado por los salineros. Las salinas de Gerri llegaron a producir más de 1.000 toneladas anuales.

Los antiguos trabajadores de las salinas guardan el legado de este viejo oficio. La sal gorda que salía de las salinas era para los animales. Después se hacía sal de cocina, y sal de mesa.

La sal no era el único recurso de Gerri. Al igual que en otros pueblos del Pirineo, la agricultura, la ganadería y la explotación de los recursos del bosque, eran esenciales para la supervivencia de sus habitantes.

Los árboles se talaron para roturar nuevas tierras de cultivo, y durante muchas décadas, los rebaños de cabras y ovejas camparon en número excesivo en los montes de Gerri. Con el paso del tiempo, la presión humana sobre el territorio fue incrementándose.

Y a principios del siglo XIX, había hecho desaparecer gran parte de la cubierta vegetal de la zona. Lo que debido al emplazamiento del pueblo, tuvo consecuencias desastrosas.

La desaparición de la vegetación hizo que las crecidas del torrente adquiriesen una furia antes desconocida.

Cuando ocurren fenómenos torrenciales, el agua se convierte en un poderoso ariete, que sin nada que la detenga desciende a toda velocidad, arrastrando todo tipo de materiales, que con gran violencia destrozan todo a su paso.


El año 7, yo no había nacido. Me lo contaron mi familia, que nosotros teníamos salinas y se las llevó el año 7, en 1907. Y después, en el 63, también hubo una riada muy fuerte. Pero como esa que entró en las salinas, tanto no había pasado nunca.

Esta fue terrible, porque se llevó todo. La última crecida tuvo lugar en 1982 y supuso el punto final de la explotación de las salinas. La gente pues entonces tuvo que emigrar.

Porque aquí, ¿qué hacían? No había agricultura, no había industria, pues la gente dormir. Y no, con eso no se vive. Las, por entonces, recién creadas divisiones hidrológicos forestales decidieron tomar cartas en el asunto.

En 1902, se constituyó la división hidrológico forestal de la cuenca inferior del Ebro y Pirineos Orientales, con sede en Lleida, dirigida por Francisco Javier Ferrer y Lloret, con Rech como primer ingeniero.

El encargado para llevar a cabo el proyecto de restauración fue el ingeniero de montes Giuseppe Rech y Palau. Nacido en 1863, en Vilabertran, un pueblo del Ampurdán, Rech era buen conocedor del Pirineo.


La repoblación de las escuetas montañas que circundan el pueblo de Gallergue, era necesario. Y su conveniencia fue expuesta en el año 1888, por mi querido compañero, el ilustrado ingeniero don Javier de Ferrer, comparecido de las desdichas de los habitantes de aquel pueblo, a los cuales les cuesta un jornal de hombre y de caballería cada carga de leña que entra en sus hogares.

Pues han de ir a buscarla a 4 horas del pueblo. Y ven constantemente amenazadas sus vidas y haciendas, por las avalanchas de nieve que frecuentemente se producen, efecto de la desnudez del sol.

La cuenca del Segre quedó dividida en 23 secciones, correspondiendo la primera de ellas al barranco del Enseu.

La magnitud del trabajo que Rech y Ferrer tenían por delante era enorme. Sin embargo, a penas contaban con recursos económicos para llevarlo a cabo

Gerri se ubica frente al cono de deyección del barranco del Enseu, un típico torrente pirenaico que se sitúa entre la Pobla de Segur y Sort.
 



Haciendo frente a estas dificultades, ese mismo año se empezaron a ejecutar las obras en el torrente Enseu.

Los objetivos eran atenuar el cambio del régimen del río, proteger las salinas amenazadas por las crecidas, y restituir para el cultivo los terrenos inutilizados.

Tratándose de los primeros trabajos de esta clase, emprendidos en el estado, y por esta razón, recibidos con desconfianza, en cuanto a su eficacia, había que responder con hechos a las dudas de unos y a las esperanzas que los menos tenían puestas en las obras de corrección.

Y estos resultados no podían, evidentemente, obtenerse comenzando la corrección y la repoblación únicamente por el origen del torrente.

El primer paso fue acotar la zona al pastoreo, y prohibir nuevas roturaciones. Después, se pasó a la construcción de pistas forestales y caminos, para poder realizar el transporte de material.

El trabajo principal consistió en la construcción de tres diques de mampostería hidráulica cuya función era retener los materiales sólidos.

 En el año 1907, se habían colocado algo más de 3.200 metros cúbicos de piedra, y se habían abierto más de 3 Kms de pistas forestales, y aproximadamente, la mitad de caminos provisionales y senderos.

 Esta fotografía, tomada por el propio Rech, nos muestra el aspecto del dique en 1907.

En 1911, se terminó el segundo dique localizado a 583 m del primero. A partir de este año, comenzaron las obras de un tercer dique de forma curvada, a 1693 m del segundo.

A pesar de los difíciles comienzos, los trabajos se fueron desarrollando constituyendo una auténtica barrera contra las crecidas.

Por desgracia, Giuseppe Rech no pudo ver terminada su obra, ya que una pulmonía acabó con su vida, el 11 de febrero de 1917. En su honor, una de las calles de Gerri lleva hoy su nombre. 

Con los modelos hidráulicos, lo que se ha tratado es de simular distintas precipitaciones extremas, en este caso, transformadas en caudales punta, en determinados tiempos, periodos de retorno.

La principal inclusión que hemos obtenido después del estudio del torrente Enseu, es que se encuentra, en estos momentos, estable. No es motivo de preocupación. 
Entre las paredes del barranco del Enseu, el agua cristalina discurre tranquilamente. Cuando se produzcan nuevas lluvias torrenciales, el río volverá a mostrar su furia.

Pero por suerte, las raíces de los pinos y los chopos, y la piedra de los diques, siguen preparados para contener el poder de la naturaleza, y proteger las vidas y las propiedades de los habitantes de Gerri.

En todo el curso del torrente, se ha logrado fijar el suelo, evitando los devastadores fenómenos de erosión.

Ahora, tan sólo queda dejar al bosque hacer su papel. Su papel de bosque protector.

BOSQUE PROTECTOR TORRENTE DEL ENSEU DE GERRI DE LA SAL

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Gerri de la Sal Románico y salinas a los pies de La Noguera Pallaresa

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 En la vertiente norte de El Pallars Sobirà se ubica Gerri de la Sal, una pequeña villa medieval que aún conserva el recinto cerrado y que destaca por su patrimonio industrial y arquitectónico: el alfolí de la sal y el Monasterio de Santa María.

La explotación de la fuente de sal, que hasta hace poco tiempo fue el principal motor económico de esta ciudad, explica la coletilla en su topónimo.

Como testimonio de este pasado industrial, se conserva la Casa de la sal o Real Alfolí de Gerri, el gran almacén donde se extraía, se trataba y se almacenaba la sal desde la Edad Media. Considerado el edificio civil más grande en planta de todo el Pallars, acoge el Museo de Gerri de la Sal.

El interés patrimonial de este conjunto se completa con los restos de una muestra del románico catalán en estado puro: el Monasterio de Santa María, que se encuentra justo delante del pueblo.

Consagrado a la orden benedictina en 1149, en poco tiempo se convirtió en un importante centro evangelizador del Obispado de Urgel y también en uno de los más ricos. Pero a finales del siglo XII los condes retiraron el apoyo al monasterio y tomaron tierras y propiedades.

Los problemas económicos y las disputas desembocaron en la despoblación de sus dominios y finalmente se exclaustró en 1835. Del monasterio, ahora solo queda la iglesia con el atrio o pórtico de entrada. En el interior se pueden ver hasta 30 capiteles decorados.



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