martes, 17 de noviembre de 2015

La guerra, manual de instrucciones



Hay que llamar a las cosas por su nombre y tratar al enemigo como tal.

La alternativa está clara: si no hay tropas en su terreno tendremos más sangre en el nuestro

(extracto libre)

http://internacional.elpais.com/internacional/2015/11/16/actualidad/1447704301_776551.html

Bernard-Henri Levy

Primera ley:
Llamar a las cosas por su nombre. Al pan, pan, y al vino, vino. Y atrevernos a decir esa palabra terrible, guerra.

Segundo principio:
El enemigo. Quien dice guerra, dice enemigo. Y a ese enemigo hay que tratarlo como tal.

Que atacar París es más que atacar Francia porque es destruir el mundo y merecen el nombre de fascistas. Mejor dicho: fascislamistas.

Y poner las cosas en su sitio. 
Recordar que, con este tipo de adversario, la guerra debe ser sin tregua y sin piedad.

Y forzar a cada uno, en todas partes, es decir, tanto en el mundo árabe musulmán como en el resto del planeta, a decir por qué lucha, con quién y contra quién.

Y, para terminar, lo fundamental.
Que la verdadera raíz de esta irrupción es el horror.

Este Estado Islámico que ocupa un tercio de Siria e Irak y que ofrece a los artificieros de posibles futuros Bataclan bases, centros de mando, escuelas de crimen y campos de entrenamiento, sin los que no sería posible nada.

Los kurdos hasta ahora son los únicos que han entablado combate cuerpo a cuerpo y han visto retroceder sin resistencia a los malvados soldados de Daesh.

Y, como en otro tiempo en Sarajevo, será suficiente un puñado de fuerzas especiales y de asalto.

La comunidad internacional, si quiere, dispone de todos los medios para acabar con esta amenaza a la que se enfrenta.

¿Y por qué no lo hace?

Lo ignoro. Pero sé que la clave está ahí.

Y que la alternativa está clara: “No boots on their ground” equivale a “more blood on our ground”  

(si no hay tropas en su terreno tendremos más sangre en el nuestro)

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