‘Apología y petición’, Jaime Gil de Biedma (1929-1990)
¿Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno,
sino un estado místico del hombre,
la absolución final de nuestra historia?
De todas las historias de la Historia
la más triste sin duda es la de España
porque termina mal. Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza.
Nuestra famosa inmemorial pobreza
cuyo origen se pierde en las historias
que dicen que no es culpa del gobierno,
sino terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.
A menudo he pensado en esos hombres,
a menudo he pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos simple, en otra España
en donde sí que importa un mal gobierno.
Quiero creer que nuestro mal gobierno
es un vulgar negocio de los hombres
y no una metafísica, que España
puede y debe salir de la pobreza,
que es tiempo aún para cambiar su historia
antes que se la lleven los demonios.
Quiero creer que no hay tales demonios.
Son hombres los que pagan al gobierno,
los empresarios de la falsa historia.
Son ellos quienes han vendido al hombre,
los que le han vertido a la pobreza
y secuestrado la salud de España.
Pido que España expulse a esos demonios.
Que la pobreza suba hasta el gobierno.
Que sea el hombre el dueño de su historia.
(Este poema se lo dedica a los malos gobiernos)
enlace
Jaime Gil de Biedma, de familia burguesa acomodada, podría ser considerado la clásica oveja negra de la familia (aristocrática).
Sintió en sus carnes el desprecio por su confesada homosexualidad (acabaría muriendo de SIDA), y toda su vida fue un debate intelectual entre su educación burguesa y sus convicciones y lecturas marxistas.
Admirador de Buadelaire y Sartre, y sobre todo de Cernuda, su poesía estuvo atravesada por un profundo pesimismo y un alto contenido político.
Su preocupación social fue muy intensa durante unos años, pero su desencanto de la política (después de que el Partido Comunista le negara el carnet de entrada porque “los maricones cantan”) le dejó como resultado un perpetuo escepticismo sobre la fuerza de la poesía comprometida.
Es tío de Esperanza Aguirre, la expresidenta de la Comunidad de Madrid.
jueves, 6 de octubre de 2016
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