miércoles, 9 de noviembre de 2016

Victoria inesperada de Donald Trump

La victoria de Donald Trump abre un escenario político desconocido en EEUU y, lo que es más importante, inesperado. Como ocurrió en el "brexit", los resultados de las urnas han sorprendido a los inversores.

Estos no saben a lo que se enfrentan ahora. ¿Cómo será el proteccionismo que propugna? ¿Cuál será su política internacional? ¿Qué decisiones económicas adoptará? ¿Respetará la independencia de la Reserva Federal? Muchas cuestiones que asustan a los inversores.

Congreso y Senado
 Los republicanos mantienen sin dificultades el control de la Cámara de Representantes, como se daba casi por descontado. Y logran mantener el dominio del Senado, que los demócratas perdieron en 2014.

El efecto Syriza-Podemos cuaja en Estados Unidos
El rechazo a las élites políticas, económicas y culturales presente desde hace tiempo en las zonas más conservadoras del país se extendió a lugares donde los demócratas se sentían seguros en elecciones presidenciales.

En el Medio Oeste, escenario de una perenne crisis industrial, la clase trabajadora blanca sin estudios universitarios –así aparece siempre descrita en detalle por los medios norteamericanos– giró hacia los republicanos en lugares como Pennsylvania, Michigan y Wisconsin.

Trump ganó en Ohio y Florida, pero al final eso no importó. El día anterior a las elecciones, la campaña del republicano reconocía que necesitaba una victoria en estados como Pennsylvania y Michigan, donde la última vez que ganó su partido en unas presidenciales fue en 1988. No lo tenía imposible, pero sí tremendamente difícil. Las encuestas decían que tenía que ganar en demasiados sitios distintos como para que pudiera cumplir su propósito.

Al final, la realidad colmó y superó las expectativas de Trump.

Y los sondeos volvieron a fallar.


Los medios norteamericanos habían hecho con Trump la cobertura más hostil que haya tenido nunca un candidato de uno de los dos partidos. El millonario devolvió los golpes con gusto, aplicando la idea que siempre le guió en sus años de empresario inmobiliario de Nueva York. No hay publicidad que sea negativa. Lo peor es que no se hable de uno. Y si hablan mal, eso te servirá para contraatacar con la misma fuerza. Su electorado, que cree que los grandes medios de comunicación están vendidos a los demócratas, celebró esos ataques como la única respuesta que se merecían los periodistas.
Un caos que funcionó

La suya fue una campaña caótica y errática en la que asesores despedidos continuaban aconsejando a Trump. El ambiente de los últimos días no presagiaba en absoluto una victoria. El millonario casi nunca aceptaba los consejos de los dirigentes del Partido Republicano o de sus propios asesores cuando le pedían que fuera menos agresivo en sus ataques o que se centrara en su programa.

Trump nunca se inmutó por el apoyo público de todo tipo de grupos racistas o ultraderechistas. Nunca los repudió, ni siquiera cuando llegaban de conocidos exmiembros del Ku Klux Klan. Tampoco cambió de táctica cuando le dijeron que no era conveniente seguir atacando a las mujeres que le habían denunciado por acoso o abusos sexuales. Al igual que con sus ataques insultantes a los inmigrantes latinos –comenzó su campaña en las primarias llamando "violadores y narcotraficantes" a la mayoría de los que venían de México–, parecía que eso no le preocupaba, como si no fuera a necesitar sus votos. Y la realidad de estos Estados Unidos de comienzos del siglo XXI le dio al final la razón.

En los últimos días, sus asesores consiguieron que dejara de tuitear de forma compulsiva o de retuitear mensajes de grupos racistas. Fue su única concesión. En la noche del martes, antes de que llegaran los primeros resultados, su jefa de campaña afirmaba que Trump no había recibido todo el apoyo que necesitaba del Partido Republicano. Sonaba a la típica excusa de quien está preparando la derrota para adjudicar su responsabilidad a otros.

En una noche de sorpresas, Donald Trump consiguió lo que muchos pensaban que estaba fuera de su alcance y Hillary Clinton terminó asumiendo el papel que todos creían que interpretaría Trump, el del perdedor que se niega a aceptar su derrota. Cuando el candidato republicano estaba a unos pocos pasos de convertirse en presidente –al darle varios medios la victoria en Pennsylvania–, la campaña de Clinton tomó la inesperada decisión, poco después de las dos de la mañana, hora de Nueva York, de no reconocer la derrota.
Ocho horas después, Trump se había convertido en presidente.

Así es la familia de Donald Trump

Según los expertos, las propuestas de Trump aislarían la economía estadounidense y afectarían los tratados comerciales a un nivel que recuerda los peores momentos...
The New York Times (edicion española)

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Los memes
Un meme es una especie de chiste en Internet para "insiders" o conocedores del tema, la mayor parte de las veces construido a partir de una declaración o cita, una foto o video, y que se difunde por todos los canales de Internet.

Será la primera vez en la historia que un multimillonario se instala en una vivienda pública recién abandonada por una familia negra.

¿Los SIMPSON predicen hace 16 años candidatura de DONALD TRUMP?

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