¿Y para qué sirve el Parlamento Europeo?
Ese es el problema.
El 25 de Mayo, consolidada la primavera, hará un día maravilloso de sol que invitará a que los que tengan pueblo se vayan el fin de semana y otros con playas cercanas prefieran ponerse morenos al sol.
En las elecciones de 2004 y 2009 hubo una abstención del 54 %, y ya dicen los que se autonombran de expertos, que en las próximas, por el desencanto de los ciudadanos podría llegar el voto abstencionista a más del 60 %.
¿A quién representarán los que salgan? A una minoría.
¿Se hablará durante la campaña electoral una sola palabra sobre las funciones del Parlamento Europeo, la cesión de soberanía nacional, el papel de la Unión Europea en las crisis internacionales: Crimea (escribí un artículo sobre la misma que podéis buscarlo), la inestabilidad del mundo árabe que nos rodea, la inmigración a Europa que afecta particularmente a España, la situación de Gibraltar colonia en territorio europeo, el abastecimiento energético, las subvenciones a la agricultura, y muchos etcéteras?
NO, no se dirá ni una sola palabra.
¿Y por qué? Porque enfrente habrá millones de borregos balando.
Cuando de sentido común político se habla, no valen los esquemas tradicionales de medir la inteligencia.
Sostengo, y la realidad es abrumadora, que desde el que tiene todos los laureles universitarios, como el que no sabe hacer la O con un canuto, no van más allá del atávico “yo voto a los míos”. Visceralidad.
Únicamente es una minoría la que es capaz de romper ese círculo, y ver que hay otras opciones políticas.
Hoy se publican encuestas sobre intención de voto al Parlamento Europeo, e incluso se hacen proyecciones con esos resultados teóricos, a qué pasaría en unas elecciones generales.
¿Qué es lo que dicen?
Lo que le interesa al que las paga.
Si la gente miente sobre su intención de voto, ¿qué valor tienen los resultados?
Ninguno, solo buscan vender periódicos.
Y en ese inmenso populacho hay millones que no saben por donde sale el sol, son los indecisos, clara prueba de su ignorancia política.
Así que sentiros orgullosos si sabéis con convicción de qué va la vaina.
¿Y qué técnica emplearán el PP, el PSOE, los comunistas disfrazados de alguna coalición de nombre difuso y los nazionalseparatistas?
El pastel ya lo tienen repartido. Asistiremos a una obra de teatro cuya finalidad no será otra que los adocenados votantes no sean capaces de abrir las entendederas, sigan ciegos y vuelvan a votarles.
Lo que más temen es que la plebe piense y alcancen el grado de ciudadanos.
Harán como que se atacan, se acusarán e incluso promoverán un debate en la televisión con preguntas pactadas que presentará alguna o algún periodista de falso prestigio.
Rajoy pasará de puntillas sobre los robos socialistas en Andalucía con EREs y cursos de formación, así Rubalcaba no le restregará Gurtel.
Rubalcaba le dirá a Rajoy, pero flojito, que si la reforma educativa es muy mala y se dan pocas becas, que si se restringe el aborto (que no deja de ser el asesinato de un ser inocente), etc.
Rajoy venderá que la economía es un éxito (Fátima Báñez ministra de Trabajo dice que va sobre ruedas) y que recibieron casi 5 millones de desempleados, pero se olvidará de que él solito lleva ya 1 millón por su cuenta.
Y de esta forma tan simple, toreando de salón, sin hacer sangre, engañarán a las almas cándidas que no dan más de sí.
¿Qué creéis que dirá la señora María y el señor Pepe sentados en el sofá frente a la televisión?
“Huy lo que ha dicho Rajoy! ¡Qué dureza la suya!”, o bien, “¡Qué firmeza de Rubalcaba!”.
Puro paripé. Saldrán del debate televisado y se irán a una mariscada que pagaremos nosotros.
Es lo que hay señores.
Lo que España necesita es educación igual en todas las escuelas, y no adoctrinamiento separatista que reescribe la historia.
Y dentro de 25 años ya veríamos.
Hay demasiados indigentes de la LOGSE.
Cansado estoy de ver profesores universitarios y sus alumnos que escriben con faltas de ortografía.
A las 23:00 de ese día estarán los resultados definitivos. Ni dedicarle un segundo a los pronósticos.
El Juglar del
pueblo
Eladio Arnaiz ©