domingo, 25 de octubre de 2015

La maldición bíblica de adelantar o atrasar relojes


Los efectos nocivos.

Según los enterados, parece que nuestros relojes biológicos circadianos, establecidos por la luz y la oscuridad,  nunca se ajustarán para obtener una hora "extra" de luz al final del día durante el horario de verano.

"La consecuencia de ello es que en la mayoría de la población disminuirá drásticamente la productividad, disminuye también la calidad de vida, aumenta la susceptibilidad a enfermedad y uno siempre se encuentra cansado".

Pero sobre todo, los estudios muestran que cambiar la hora de los relojes provoca mala leche al que le toca hacerlo y este sentimiento hace que te acuerdes del tío que propuso el cambio de la hora.

¿Cómo y cuándo empezó el cambio de hora?

Ben Franklin (quien se tomaba muy en serio la frase de "pronto a la cama para madrugar"), al parecer fue la primera persona en sugirió el concepto de ahorro de luz diurna.

Mientras desempeñaba su papel como embajador de los Estados Unidos en Francia, Benjamin escribió que había sido despertado varias veces a las 6 de la mañana y se había dado cuenta de que el sol resplandecía antes de lo acostumbrado.

Franklin se dio cuenta de la cantidad de aceite que se podría ahorrar durante la noche si la gente se despertara antes para hacer sus tareas.

No fue hasta la I Guerra Mundial cuando el cambio de horario se llevó a gran escala. Alemania fue el primer estado en aprobar el cambio de hora para reducir las horas de iluminación artificial y así ahorrar carbón que podría utilizarse en la guerra. Pronto amigos y enemigos siguieron su ejemplo.

En Estados Unidos una ley federal estandarizó el inicio y fin del horario de verano en 1918, para aquellos Estados que eligieron respetarlo.

Durante la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos obligó a todos los estados a establecer el horario de verano para el ahorro de energía como una forma de guardar recursos durante la guerra.

Durante el embargo de petróleo árabe en  1973-74, los Estados Unidos volvió a establecer una vez más el horario de verano.

Treinta años más tarde se promulgó la ley de política energética de 2005, que obliga a extender el horario de verano a partir de 2007.

¿Realmente ayuda a ahorrar energía?

No significativamente, si con el horario de verano se ahorra energía durante las noches, luego se gasta durante la mañana en las horas de oscuridad previas al amanecer.

Y prometo votar al partido político que recoja en su programa la derogación de esta medida absurda.

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