martes, 12 de octubre de 2021

Indignación ante las cifras de abandono de ancianos en Tenerife


Una doctora del Hospital Universitario de Canarias (HUC),  ha decidido denunciar que centenares de ancianos viven sus últimos días en los hospitales de Tenerife.

“No sabemos si es por la peor situación económica de Canarias, pero lo cierto es que aquí suceden más casos de abandono”. 

La doctora ha puesto en conocimiento de las autoridades la barbarie que sucede en el HUC. “He trasladado varias situaciones a la Fiscalía, pero su respuesta ha sido básicamente que me meta en mis asuntos, aunque en otras ocasiones alega que, como el hospital ya está buscando una residencia para el anciano, no existe delito de abandono”.

Y es que los casos que ha denunciado ante la Fiscalía Provincial de Santa Cruz de Tenerife han sido archivados, incitando esta a la demandante a “reiterar su pretensión ante el Juzgado de Instrucción competente”, tal y como recogen los documentos aportados por la entrevistada, quien también ha pedido asesoramiento jurídico. “Los abogados con los que he contactado coinciden en que los delitos en este ámbito no están claramente tipificados”, sostiene.

La doctora del HUC, que ha decidido alzar la voz por aquellos que ya carecen de ímpetu, espera que este sigiloso dolor que se vive de puertas para adentro sea comprendido “de una vez” por la sociedad canaria y “remueva conciencias”.

Se emociona al confesar que se ha planteado cambiar de profesión por la crueldad de los hechos, pero finalmente decide persistir: “Creo en el ser humano por encima de todo”.

Centenares de ancianos viven sus últimos días en una planta hospitalaria hasta que -con suerte- Servicios Sociales los reubica en los centros pertinentes para su cuidado y atención, pese a su deseo de regresar a sus viviendas. 

A principios de verano de 2021, unas 50 personas se encontraban en situación de desamparo en el Hospital Universitario de Canarias (HUC), mientras que en el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria el número era aun más elevado, aproximadamente 200. Unas cifras inaceptables.

Lamentablemente, aunque el personal sanitario se tope a diario con la situación, es un tema tabú, bien por la repulsa que produce la inacción por parte de los allegados, bien por la frustración de sentirse maniatado de cara a las administraciones.

¿CUÁL ES EL PROTOCOLO A SEGUIR?

Cuando acontecen este tipo de sucesos, los centros hospitalarios contactan con los servicios sociales de la Comunidad Autónoma para que, a través del protocolo correspondiente, se le asigne a la persona una residencia pública.

El afectado queda “en una especie de limbo hasta que haya una plaza disponible”. En concreto, son alojados en una planta hospitalaria de baja demanda donde, debido a las restricciones decretadas por la pandemia, muchos no pudieron recibir visitas durante bastante tiempo. El periodo suele durar unos cuatro meses, pero, por desgracia, “muchos pacientes fallecen antes”.

El director de Confederación Estatal de Mayores Activos (Confemac), sostiene que la falta de agilidad burocrática en el área de Dependencia es un maltrato institucional en sí. “No es lógico que alguien que solicite una valoración, esté esperando varios meses a que llegue el recurso”, y lamenta que hay ocasiones en las que cuando se aprueba la ayuda “la persona ya está en el cementerio”.

En referencia al abandono, incide en la importancia de denunciar porque “todo el mundo tiene derecho a hacerlo”. De hecho, la propia confederación ha recibido demandas por parte de terceros que acusan de tratos vejatorios o maltrato a mayores.

Casos como el de Paco, Carmen o Juan

Paco tiene más de 80 años y, a pesar de un ligero deterioro cognitivo, se desenvuelve con normalidad. Ingresó en el HUC por un contratiempo.

Tras superar una intervención y un postoperatorio satisfactoriamente, el octogenario quiso regresar a su domicilio, que además es de su propiedad. Sin embargo, su hija se negó a recibirlo. El anciano acabó en una residencia, engañado incluso por el personal del hospital que, por humanidad, prefirió decirle que estaba siendo trasladado a un centro de rehabilitación y omitir la verdad.

El historial clínico de Carmen era dispar. Tenía más de 90 años y demencia en un grado avanzado. Fue hospitalizada en el HUC y, una vez recibió el alta, su hija declaró sin titubeos que estaba cansada de cuidarla, pese a que se le informó de que su madre podría fallecer en cualquier momento. La mujer hubiera muerto rodeada de sus seres queridos en su propia cama, pero lo hizo completamente sola en una habitación de hospital.

Juan también fue paciente del HUC. El agricultor, que posee varios terrenos en la Isla, perdió la movilidad de sus piernas y ninguno de sus hijos (casi una decena) está dispuesto a acogerlo ni a pagar una residencia, tan solo uno de ellos que carece de medios económicos. A día de hoy, continúa en una planta hospitalaria.


QUÉ DICE LA LEY

Según los artículos 142 y 143 del Código Civil español, “están obligados recíprocamente a darse alimentos los cónyuges; los ascendientes y descendientes legítimos; los padres y los hijos legitimados por concesión real y los descendientes legítimos de estos; y los padres y los hijos naturales reconocidos y los descendientes legítimos de estos”.

Asimismo, puntualiza que “se entiende por alimentos todo lo que es indispensable para el sustento, habitación, vestido y asistencia médica, según la posición social de la familia”.

La materia en cuestión también está regulada en el Código Penal de España a través de su artículo 226, que a continuación citamos textualmente: “El que dejare de cumplir los deberes legales de asistencia inherentes a la patria potestad, tutela, guarda o acogimiento familiar o de prestar la asistencia necesaria legalmente establecida para el sustento de sus descendientes, ascendientes o cónyuge, que se hallen necesitados, será castigado con la pena de prisión de tres a seis meses o multa de seis a 12 meses”.

Y en su segundo apartado plasma que “el juez o Tribunal podrá imponer, motivadamente, al reo la pena de inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de patria potestad, tutela, guarda o acogimiento familiar por tiempo de cuatro a diez años”.

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Miles de ancianos son abandonados cada año en verano

En verano nuestros mayores se sienten como un perro viejo


En nuestro país, existen más de siete millones de personas mayores de 65 años, de las cuales un millón aproximadamente se encuentra en situación de abandono.

Según datos presentados por la ONG “Solidarios para el Desarrollo”, las cifras de abuelos abandonados durante el verano crece hasta los tres millones de casos.

La crisis ha pasado factura a las familias, que lejos de poder dejar a sus seres queridos en residencias o centros diurnos, prefieren dejarlos solos en casa, con el riesgo que ello supone.

Según datos del INE, en España existen 18 millones de hogares (con personas mayores de 65 años) en situación de abandono, un colectivo que se ha incrementado en un 45%, y que ya aglutina al 9% de la población.

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La Asamblea General de las Naciones Unidas decide designar el 15 de junio Día Mundial de Toma de Conciencia de Abuso y Maltrato en la Vejez. 

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YA SE VIÓ EN EL PASADO

Ancianos abandonados por sus familias en el Hospital de La Palma 

Video Publicado: 01.03.2012

 
El drama de los ancianos abandonados por sus familias en un hospital

Octavio Toledo
Santa Cruz de Tenerife - 31 mar 2018

La falta de espacio o el exceso de trabajo son algunas de las excusas que ponen quienes no quieren recoger a sus mayores una vez dados de alta.

Algunos alegan que la casa en la que viven es pequeña. Otros, que tienen mucho trabajo y nada de tiempo. Y algunos ni siquiera se molestan en poner una excusa: directamente no responden a las llamadas. 

La sala de Urgencias del Hospital General de La Palma se ha convertido en un lugar utilizado por familiares que abandonan a sus mayores cuando les resultan un estorbo en casa. Allí los dejan para no volver a por ellos. 

El modus operandi se repite la mayoría de las veces. Un día aparecen por el hospital con el anciano por alguna patología aguda que este ha sufrido, desde un ictus a una insuficiencia cardíaca. Durante el proceso de curación, el personal del centro se da cuenta de que los familiares no vienen a visitarlo, o que lo hacen muy poco. La confirmación de las sospechas de que ha sido abandonado se produce cuando días o semanas después le dan el alta médica y administrativa al paciente y nadie viene a recogerlo.

“Hay gente que no puede hacerse cargo de ellos porque también son dependientes, pero otros casos son sangrantes”, se queja el gerente del centro y de los Servicios Sanitarios de La Palma, José Izquierdo, quien ha visto cómo el hospital que dirige ha sido noticia en varios medios de comunicación por esta situación, aunque aclara “que no solo se da aquí sino en todos los hospitales de Canarias y de España, porque la población de nuestro país es cada vez más mayor”. 

Explica que ha denunciado ante la Fiscalía algunos de los casos para su tramitación como delito de abandono. Sin embargo, el éxito ha sido escaso, “tanto porque esa figura penal no está muy bien regulada como porque tampoco se puede hablar propiamente de que se dé en estos supuestos, al estar el mayor siendo atendido en un centro hospitalario”, apunta.

Comienza entonces el proceso de búsqueda de una plaza en un centro sociosanitario, labor en la que el Gobierno de Canarias, el Cabildo insular y los ayuntamientos palmeros trabajan en conjunto. Con una población cada vez más envejecida en la isla y un número de plazas limitadas a unas 300, el proceso puede prolongarse desde unos meses hasta casi un año. 

En no pocas ocasiones, además, las familias que los han abandonado, al haber obtenido previamente la declaración de incapacidad de los ancianos, se quedan disfrutando de su pensión y sus propiedades, mientras las entidades públicas afrontan el coste de la plaza sociosanitaria de estos, que asciende a unos 3.000 euros mensuales cada una. 

Por eso, Izquierdo reclama una mejor regulación que obligue a devolver al mayor aquello que le pertenecía en caso de que sus familiares no se comprometan a atenderlo.

En lo que se prolonga ese periodo hasta su reubicación, el funcionamiento normal del hospital se ve alterado. Operaciones que han de ser pospuestas por falta de camas —ocupadas por los ancianos— y aumento de las listas de espera son las principales consecuencias. “Tenemos que hacer equilibrios constantes”, añade el gerente.

Pese a todo, esta semana es “de bonanza” en el centro, indica Izquierdo. Solo cuatro ancianos frente a los 12 que atendían hace solo unos días atrás, cifra bastante más cercana a la habitual durante todo el año, que ronda el 10 por ciento de las 200 camas con las que cuenta el Hospital General de La Palma. Los mayores abandonados aquí suelen tener entre 70 y 85 años. 

Uno de ellos, de 87, lleva internado desde mayo de 2017, cuando entró por Urgencias por un problema de salud puntual ya resuelto. Es una persona con autonomía que solo necesita de alguien que le recuerde tomar la medicación a su hora y le ayude a preparar la comida. 

Se sincera con una empleada del centro (que prefiere guardar el anonimato) a la que cuenta que no entiende por qué sus hijos no lo vienen a buscar. “Dice que no entiende lo que pasa. Que trabajó toda la vida y que tiene su casa. Llora mucho. Y lo que pide es que le saquen del hospital porque es un ‘sitio feo’ en el que ve mucha gente ‘que se va, que se muere’ ”.

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The plight of seniors abandoned in Spanish hospitals


Medical officials say some families fail to pick up elderly relatives on discharge, alleging too much work

Some say their house is too small. Others complain they have too much work and too little time. And then there are those who don’t even bother coming up with an excuse – they simply don’t answer the calls asking them to pick up their elderly relative, according to staff at the General Hospital in La Palma, in the Canary Islands.

"The General Hospital in La Palma, is regularly used as a dumping ground for bothersome next of kin

This hospital is regularly used as a dumping ground for bothersome next of kin. There are currently four abandoned senior citizens at the hospital, though between 10 and 20 is the norm.

Initially, the family brings their aged parent or relation to the emergency services due to a severe health problem, ranging from a stroke to cardiac failure. The patient is admitted and the condition treated, but soon the staff begin to realize that family visits are few and far between, if they come at all. When no one shows up to collect the patient after discharge, these suspicions are confirmed.

“Some people can’t take responsibility for them because they themselves are also dependent on someone else, but other cases are shocking,” says the center director, José Izquierdo, who has watched his hospital make headlines on a number of occasions due to this scenario. “It’s not a problem peculiar to here,” he points out. “It’s happening in all the hospitals in the Canary Islands and across Spain because of our increasingly aged population.”

According to Izquierdo, reporting the worst of these cases to the authorities has met with little success. “This is because the criminal offense of abandonment is not clearly regulated, and also because technically the person is not abandoned since they are being treated in a hospital,” he says.

The search then begins for a spot in a nursing home. But with an increasingly elderly population on the island and only around 300 places available, it can take up to a year to find one.

An 87-year-old man says all he wants is to be taken away from the hospital because he sees a lot of people who die

Meanwhile, in several cases, the families who abandoned the relative are spending the latter’s pension and taking possession of his or her belongings, while the taxpayer foots a bill of around €3,000 a month for their care at a state-run home.

Izquierdo is asking for better laws that will enforce the return of the senior’s property in the event of abandonment.

This situation affects the general public in other ways, such as delays in scheduled surgeries due to a lack of beds, and consequently longer waiting lists. “We are constantly juggling priorities,” says Izquierdo.

One 87-year-old man has been living in the hospital since May 2017. He is an independent sort who simply needs someone to remind him to take his medication at the right time and help him to prepare meals. He doesn’t know why his children don’t come for him. “He says he doesn’t understand what’s happening,” says a staff member. “He has worked all his life and has his own house. He cries a lot. He says all he is asking for is to be taken away from the hospital, because it is ‘an ugly place’ where he sees a lot of people “who go away, who die.”

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