Escopolamina, conocida popularmente como
burundanga. La droga que anula tu voluntad y accedes complaciente como un robot a lo que te propongan.
La burundanga, no es una droga como tal. Es una mezcla de narcóticos, entre los que se incluye la escopolamina, destinada a cometer actos delictivos.
La escopolamina es un alcaloide tropánico que se encuentra como metabolito secundario de plantas en la familia de las solanáceas como el beleño blanco (Hyoscyamus albus), la burladora o borrachero (Datura stramonium), la mandrágora, la escopolia, la brugmansia y otras plantas de los mismos géneros. Es una sustancia afín a la atropina que se encuentra en la belladona (Atropa belladonna).
En Sudamérica, el modus operandi habitual es enredar a hombres en entornos de prostitución, denominados
«amanecedros», donde las mujeres vierten la burundanga en las copas de los incautos para robarles. «También hacen lo que llamamos
'el paseo del millonario'», y que no es otra cosa que secuestrar a la víctima para llevarla por distintos cajeros automáticos para ir sacando dinero con sus tarjetas de crédito.
CRÓNICA DE UN REPORTERO
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El reportero se somete a un ensayo: experimentar en su propio cerebro la droga que anula la voluntad en compañía de una amiga médico que velará por su seguridad y le hará el seguimiento clínico.
Ella va a apuntar cronológicamente en
una libreta todos mis pasos y grabar por si no me acuerdo al día
siguiente. Tienes que ordenarme cosas a ver si te hago caso", le digo nada más entrar por la puerta.
Ella, que ha traído en el bolso un poco de adrenalina por si el efecto
sedante de la escopolamina en polvo me pega demasiado fuerte, se ríe un
poco nerviosa.
Le pedí que llevara la hormona que
aumenta la frecuencia cardíaca recordando que mi tío, farmacéutico, me
contó que con mi abuela, cuando hace unos meses la sedaron porque ya
estaba desahuciada clínicamente, usaron escopolamina inyectada mezclada con morfina y un sedante llamado Midazolam como paliativo final. La escopolamina, dijo el médico, quitaría la molesta flema y secaría la boca aliviando los últimos días de mi abuela.
También pregunté a un amigo etnobotánico qué es lo que me recomendaba tomar si el efecto era muy fuerte.
"Unos granos de sal marina debajo de la lengua. Eso te traería de
vuelta a la tierra. Después, cuando el efecto baje, toma una cucharilla
llena de sales de sulfato de magnesio disuelta en un vaso de agua para
purgar rápido las sustancias", me dijo.
5 de octubre 2016
Con vino, la adrenalina y las sales encima de la mesa, empezó mi
noche de burundanga. Este es el relato según mis recuerdos, y los apuntes de la doctora que me acompañaba.
23:30 horas.
Me siento en el sofá y sirvo un par de copas de Lambrusco rosado bien
frío. A una le echo media dosis de los polvos que supuestamente
contienen escopolamina y que guardo dentro de un vaso de chupito.
A las 23:40 le doy el primer trago. El vino sabe a vino.
13 minutos después noto la boca seca. Me sirvo otra copa mientras mi amiga doctora empieza a apuntar en su libreta.
A las
23:59 el calor me envuelve y las gotas de sudor caen por la nuca.
Necesito abrir la ventana aunque no corra nada de aire por dar justo a un patio interior. Dos minutos después,
noto un leve mareo y me vuelvo a sentar en el sofá. Primera teoría confirmada:
el efecto de la burundanga sube muy rápido.
La charla transcurre con normalidad, hasta que
a las 0:12 las pupilas se me empiezan a poner midriáticas y siento un poco de
fotofobia.
La tenue luz de la vieja lámpara que cuelga del techo, que en ese
momento siento que emite un fuerte destello, me molesta muchísimo en los
ojos. La boca cada vez la tengo más seca. Vuelvo a tomar otra copa de
vino.
A las
0:21 la doctora me empieza a hacer
preguntas de las que, mientras estoy redactando esta historia,
sigo sin recordar. En la libreta veo que está escrito que
sufro un bloqueo sistemático y astenia generalizada. "No sabe sumar y le cambia la voz a un tono cada vez más pesado", reza la nota.
Es hora de ver el vídeo que grabo a las
0:28 tirado en el sofá explicando cómo me siento.
En la imagen tengo los mofletes muy colorados y los ojos vidriosos:
"Me arde la cara y me da vueltas la cabeza", repito en dos ocasiones
trabándome ambas veces. "Me ahogo al hablar como si estuviese asfixiado y
la luz va a mucha velocidad. Noto que me flotan las manos. Pero sigo
estando consciente, o eso creo".
La nota en la libreta apuntada a las 0:47 es la que más me desconcierta. Pone que me
bloqueo tres veces en el mismo punto de la misma historia
que cuento a mi amiga.
La doctora me lo explicó al día siguiente. "Te
pregunté qué reportaje ibas a hacer mañana. Me decías que tenías que ir
fuera de Madrid a ver a una pareja de sordomudos a los que iban a
desahuciar porque su hijo... y
en ese punto te bloqueabas todo el rato.
Te volvía a preguntar y
no recordabas que ya me lo habías empezado a contar. Iniciaste la explicación de nuevo y te quedaste parado en el mismo punto. Nunca terminaste la historia".
A las 0:58 ya no tenía calor ni sudoración. En los apuntes pone que estoy
desorientado y adormilado.
Sí que recuerdo ver los objetos de la estantería cada vez más grandes.
El sonido de fondo de la televisión me obnubilaba y viajaba con los
personajes animados dentro del universo cósmico de la serie que estaban
emitiendo. Me sentía hipnotizado por los colores.
Sin embargo,
nunca atravesé las puertas de la inconsciencia que aseguran haber traspasado la mayoría de víctimas de esta droga.
El último ejemplo público lo hemos conocido esta semana. Cuatro de los
cinco investigados por violar a una joven en los Sanfermines de este año
han sido imputados por otro abuso sexual en mayo a una chica de 21 años de Córdoba.
Grabaron los tocamientos en el interior de un coche y lo difundieron
por sus grupos de Whatsapp.
Supuestamente usaron burundanga para someter
a la joven a su voluntad. El auto del juez dice que estaba "en profunda
inconsciencia" y que horas después se despertó aturdida, golpeada y con
la ropa destrozada sin recordar nada de lo que había ocurrido.
Pasada la una de la madrugada, la cabeza me da más vueltas que nunca y me entra sueño. En la cama, a oscuras, l
os ojos me pican y la boca se me vuelve a secar. Me da un tic en la rodilla con pequeños espasmos. Pronto me quedo dormido.
Pero a las
2:37 me vuelvo a despertar algo desubicado, con mucho calor y mareado.
No puedo parar de rascarme la cabeza. El agua fría en la cara me alivia. No recuerdo cuánto tardé en conciliar el sueño, pero se me hizo una eternidad.
A las 7:30
suena el despertador. Para una persona que casi nunca tiene resaca, ese
tono del móvil me hizo volver a los despertares del viaje ebrio a Punta
Cana al que me fui con los compañeros de universidad a mitad de
carrera.
La cabeza me arde. Pero no experimento ninguna sensación que no haya tenido antes.
Creo recordar bastante bien lo que viví en mi noche de burundanga, aunque cuando leo la libreta y hablo con la doctora que me cuidó -más bien vigiló-,
hay algunos episodios que se han perdido en mi memoria.
De lo que sí estoy seguro es de la
situación de absoluta vulnerabilidad en
que me quedé al probar la droga. Estando consciente o no, la debilidad
física y mental hace que sea fácil aprovecharse de la persona que la
consume. Demasiado fácil.
El último paso es hacerme una analítica toxicológica a ver si me detectan la sustancia.
Aquí empieza el problema. Ya me lo avisaron los Policías y médicos. "
Es muy complicado de detectar porque la escopolamina desaparece a las seis horas y un análisis normal,
como no te lo hagas inmediatamente después de consumirla, no te lo detecta".
Por ello, tan sólo ha habido un caso demostrado clínicamente en España. El de una mujer de 36 años de Palma de Mallorca a la que su exmarido le vertió burundanga en un vaso con Coca-Cola.
Ella ingresó en el hospital con mareos, visión borrosa y dificultad del habla. Los análisis de orina dieron positivo en escopolamina.
El agresor confesó que había comprado burundanga por internet y que la
había adquirido para intentar suicidarse, pero que por error su exmujer
bebió de la copa equivocada.
A las 8:00 de la mañana, poco más de ocho horas después de dar mi primer trago a la copa de vino con burundaga,
solicito en Urgencias de un hospital de la capital una prueba toxicológica
con un análisis de mi orina. Después de que la enfermera me diera el
bote y la gasa desinfectante para las partes íntimas, espero en la sala
de espera a que me entren ganas de ir al baño. Pese a haber bebido
bastante líquido la noche anterior, tardo 25 minutos en acudir.
Al volver a casa, la resaca me lleva directamente al baño, pero esta vez para vomitar. Ya recuperado,
a las 12:00, me pasan los análisis.
Doy negativo en todos los metabólicos,
como todas las desconocidas víctimas, robadas y violadas, que acuden a
hacerse analíticas después de ser conscientes de que alguien les ha
drogado con esta sustancia. "Las pruebas se deben hacer con equipos
especializados.
En un simple análisis de orina es muy complicado detectar escopolamina si no se hace inmediatamente después de ingerirla", explican dos doctores del Instituto Nacional de Toxicología.
Después de mi noche de burundanga, confirmo que una parte de la leyenda urbana es cierta.
No sé qué habría pasado si hubiese consumido una dosis más alta.
¿Habría perdido el juicio crítico y la voluntad? ¿Me habría levantado
por la mañana sin recordar nada? Lo que sí viví es la sensación de que
el alcaloide te adormece el cerebro y el cuerpo, convirtiéndote en un
ser vulnerable.
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(blog enlace) Carmen Torres Vila
Farmacia Torres Vila Calle de Sta Hortensia, 33, 28002 Madrid
Relato de una una clienta de la farmacia
Me han drogado
Se despertó inconsciente después de una fiesta, sin saber bien lo que le había pasado, lo que había hecho o lo que habían hecho con ella. Esto es lo que me contó,
“El sábado, fui a una fiesta en casa del amigo de una amiga mía, la fiesta era de lo más normal, divertida, en una casa además muy bonita. Lo siguiente que recuerdo es despertarme ayer en mi casa encontrándome fatal, atontada, embotada, con nauseas, y con un informe del Samur en mi bolso.
No tengo heridas, me voy ahora al ginecólogo a revisión, y al banco. También me han podido hacer fotos o un video porno, yo que sé para que me la dieron. Sigo aturdida y reacciono lentamente, se les fue la mano con la dosis y acabe sin conocimiento. Estoy muy angustiada”
¿Qué hago?
Pis. Cuanto antes. Y lo recoges en el primer recipiente que tengas a mano. Si alguna vez te ocurriera no esperes a ir a la farmacia a buscar un envase. Una vez recogida la orina, la congelas.
La escopolamina desaparece rápidamente del organismo, pero no en la orina si ésta lo contiene. La muestra de orina se puede congelar para un posterior análisis.
Lo primero recoge la orina, ya se analizará, cuando se pueda y por quién proceda. Los tests que tenemos en las farmacias no detectan esta droga. Precisa de una técnica rara, un reactivo muy caro y en España solo el Instituto Nacional de Toxicología, por orden de la policía/juez, bajo denuncia, lo realiza, siempre que existe muestra de orina recogida a tiempo y conservada en condiciones (basta con congelarla).
En cuanto sospeches que alguien ha podido poner droga en tu bebida, en tu cigarrillo, o de alguna forma te la haya hecho inhalar, haz pis y recógelo, con mucha, muchísima suerte habrá evidencia para una investigación policial.
Dejo aquí testimonio de algo con lo que no pensé me iba a encontrar nunca en mi entorno más cercano, y un aviso para navegantes: Vigila tu copa, como la sirven, quien se acerca, llevatela al baño, no bebas si ya viene servida y no la preparan delante de ti, no fumes y si lo haces, de tu tabaco, no del que te ofrezcan.
P.D.
El laboratorio del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid realiza determinación en orina de opiáceos, ketamina, benzodiazepinas, cocaína, cannabis, metadona, entregando una muestra de orina de color (es decir no diluida, recogida sin haber bebido en las 2 horas previas, o bien la primera de la mañana). Comunican el resultado en el día por correo electrónico. En las farmacias te ayudamos a hacer la gestión.
Burundanga o Escopolamina: La flor de campana que es la flor que crece hacia abajo y es de color rosado o blanco
Estramonio: Está
de actualidad a pesar de ser una planta bastante común en nuestra
geografía. Presente en cualquier zona templada del planeta, se encuentra
habitualmente en terrenos baldíos, escombreras, orillas de ríos,
establos o estercoleros, esta planta venenosa ha sido utilizada durante
siglos por sus cualidades psicoactivas en rituales, ceremonias, medicina
casera y elaboración de fármacos. enlace
Belladona
- Fue utilizada en el antiguo Egipto como narcótico; en las orgías
dionisíacas griegas como afrodisíaco, en las ofrendas romanas a Atenea,
diosa de la guerra, para provocar el fulgor en la mirada de los
soldados, en Siria para "alejar los pensamientos tristes", y en tierras
celtas y centroeuropeas para honrar a Bellona, diosa de la guerra.