Hispania, procede al parecer de la palabra fenicia «I-span-ya» «Tierra de metales», fue la denominación que los romanos pusieron a la región romana que ocupaba la totalidad de la Península Ibérica.
Hoy en día, aquella provincia romana está ocupada por tres entidades políticas distintas, Portugal, España y el Principado de Andorra, cuyas formas actuales costaron siglos de luchas y alianzas.
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Con la llegada de la dinastía de los Borbones, Felipe V se puso al frente por primera vez del «Reino de España». Hasta entonces no había existido ese término. Pero una cosa es la fundación del reino, y otra la de un estado-nación español tal y como lo entendemos hoy en día. Aquel fue un proceso mucho más lento, que exigió dos siglos de un intenso intercambio cultural y comercial entre las regiones españolas.
La mayoría de historiadores apuntan a la Guerra de Independencia, en concreto a la Constitución de Cádiz de 1812, como el nacimiento de la idea de España como nación.
Se podría decir que España como nación tiene unos 206 años. (2018-1812)
En plena invasión napoleónica, la promulgación de una constitución de corte liberal dejó recogido en su artículo 1 a la «Nación española» como «la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios».
El resto del convulso siglo XIX dio forma –con la pérdida de las colonias, las Guerras Carlistas y las sucesivas crisis políticas– al concepto de nación española que tenemos en la actualidad.
Este proceso fue similar en el resto de Europa, donde la caída del Antiguo Régimen sustituyó a los Estado-imperio, ciudades-Estado y monarquías-Estado por los Estado-nación. El cambio de paradigma queda retratado en cómo las sucesivas ediciones del Diccionario de la lengua española modifican radicalmente el concepto de «nación».
En 1780, era «la colección de habitantes de alguna provincia, país o reino»; mientras que un siglo después, en 1881, era «el estado o cuerpo político que reconoce a un centro común supremo de gobierno».
Este proceso de crear una identidad nacional tuvo un enorme éxito en sus orígenes en la mayoría de territorios españoles, sobre todo en los más industrializados, véase Cataluña y el País Vasco, pero sufrió varias anomalías en su fase intermedia.
El enclenque desarrollo de la red ferroviaria, de la escuela (un gran factor de cohesión) y la mala salud del ejército a finales del siglo XIX terminaron manifestando el descontento de algunos sectores dirigentes frente a ese estado nación español.
En Cataluña, los industriales textiles perdieron mucho volumen de negocio con la caída de las últimas colonias y decidieron hacer una apuesta hacia otros proyectos de nación. Ese es el origen de los nacionalismos excluyentes periféricos, que no del independentismo, siempre marginal acaso hasta fechas recientes.
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A pesar de los 200+6 años de historia como nación, cada vez parece que estamos más cerca de que nos ocurra como en Yugoslavia.
Vamos camino de dos Cataluñas y no hay otra salida que el Referendum
Podríamos rescatar, porque estarían en pleno vigor, los versos de
Machado que, actualizados, nos llevarían a decir que "una de las dos
Cataluñas ha de helarte el corazón".
Son las consecuencias del procés, esa huida hacia delante impulsada por
Artur Mas hace cinco años para no afrontar sus responsabilidades ante la
crisis, y llevada al límite, hasta el borde del precipicio, por su
sucesor Puigdemont con la declaración unilateral de independencia antes
de huir escondido en un maletero.
El derecho a decidir el futuro de una comunidad es incuestionable. Habrá
que respetar la libertad para que cada cual decida su camino. Sería
deseable que Cataluña siguiera en España, con un modelo territorial
claro y consistente, pero los catalanes deben decidir por sí mismos si
quieren seguir, por voluntad propia, en una España federal.
No queda otra.
Es hora de abordar un verdadero referéndum pactado, homologable y con garantías
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17 de mayo de 2018
Torra promete el cargo de ‘president’ omitiendo a la Constitución y al Rey.
"Prometo cumplir lealmente con las obligaciones del cargo de president de la Generalitat, en fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña, representado en el Parlament", ha jurado Torra ante el secretario de la Generalitat, Víctor Cullel.
Se trata de una fórmula similar a la que uso Carles Puigdemont en 2016 y que fue polémica por el hecho de no mencionar ni a la Carta Magna ni a su Majestad. La justicia, sin embargo, determinó que la fórmula no está reglada. En la toma de posesión del expresident tampoco había ninguna bandera española en el recinto.
El jueves 17 de mayo, en apenas tres minutos, el lazo amarillo bien visible en la chaqueta del traje, Joaquim (Quim) Torra i Pla, el president que pretende hacer efectiva la independencia de Cataluña, prometió su cargo sin nombrar la Constitución ni al rey.
A sus 55 años, el "pueblo" (nacionalista catalán) y la "patria" (catalana) han poblado el discurso de tinte supremacista de este abogado reconvertido en editor que escaló a la política al calor del procés.
Pero hace años, cuando rondaba los 25, su patria era otra. Al menos en su uniforme verde oliva y sobre el papel. En el regimiento de Infantería de Palma 47, en Mallorca, los veteranos le recuerdan.
Allí, "el Le Pen de la política española", en palabras del socialista Pedro Sánchez, era "el sargento Joaquín Torra". Y, por supuesto, tuvo que besar la bandera española.
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Historia de Cataluña en 10 minutos
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La guerra de Sucesión Española, 1701-1713
https://senderosdelahistoria.wordpress.com/2007/12/06/la-guerra-de-sucesion-espanola-1701-1713/
Cataluña estaba resentida con los franceses desde que estos no apoyaron
resueltamente su revuelta contra Felipe IV, pero sobre todo temían que
el centralismo francés importado por Felipe V significara la perdida de
sus fueros, en los que los catalanes y aragoneses se escudaban para
negociar sus aportes económicos y tributarios al Rey.
El 25 de agosto de 1705, con el beneplácito de la población, desembarcó
en Barcelona el archiduque Carlos de Austria con un ejército de 20.000
hombres.
El Archiduque, viendo las muestras de afecto de los catalanes, decidió
establecer su capital en Barcelona e iniciar desde allí su conquista del
resto de España.
El 16 de noviembre de 1705, el Consejo de Aragón, en abierta traición, reconoció como rey al archiduque Carlos de Austria.
En Utrecht los países europeos alcanzaron la paz, pero la guerra no
terminó del todo, pues Cataluña seguiría resistiendo contra Felipe V,
aunque sin el apoyo de los ejércitos austriacos.
El 11 de septiembre de 1714, el Duque de
Berwick ordenó el asalto a la sitiada ciudad de Barcelona, la cual, pese
que se defendió valientemente, finalmente tuvo que rendirse. Con la
caída de Barcelona se ponía fin a la rebelión austracista de la Corona
de Aragón.
Una rebelión que pagó con la pérdida definitiva de sus fueros, la
disolución de sus órganos políticos y la imposición del centralismo
castellano. Felipe V aprovechaba su victoria para crear un nueva España, una nación unificada y dividida en provincias en vez de en reinos.
La Guerra de Sucesión acabó con el poder hegemónico de España en Europa,
a partir de entonces Inglaterra y Francia serán las potencias
dominantes en el continente europeo.
España perdió poder político y militar, pero por lo menos ganó una
familia de gobernantes que tratarían de emprender las reformas sociales y
económicas que tanto necesitaban los habitantes del país y de sus
colonias.
La Guerra de Sucesión permitió la forja de España como nación unificada y prospera.
La llegada de la nueva casa reinante, la casa de Borbón, significó
también la llegada de la ilustración y el progreso, acabando, poco a
poco, con el medievalismo que aun estaba latente en España.
Por último, las sucesivas guerras que sacudirían Europa en todo el siglo
XVIII permitirían que España recobrara parte de su prestigio y algunos
territorios perdidos en el Tratado de Utrecht.
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Rafael Casanova
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Rafael_Casanova
Rafael Casanova i Comes (Moyá, c.1660-San Baudilio de Llobregat, 2 de
mayo de 1743) fue un jurista español, partidario del archiduque Carlos
de Austria como rey de España durante la Guerra de Sucesión Española,
Conseller en Cap de la ciudad de Barcelona y máxima
autoridad militar y política de Cataluña durante el sitio borbónico de
Barcelona.
Herido en la batalla final del 11 de septiembre de 1714, Casanova fue
exonerado de sus cargos políticos y militares en virtud del perdón real
que alcanzó a la mayoría de dirigentes políticos catalanes, y volvió a
ejercer la abogacía hasta poco antes de su muerte.
La ciudad de Barcelona le dedicó en 1863 una calle, y en 1888 erigió una
estatua en su memoria. Convertido en referente catalanista, los
homenajes en su honor fueron prohibidos durante las dictaduras
del Miguel Primo de Rivera y Francisco Franco, cuando la estatua fue
asimismo retirada.
Desde su restitución en 1977, el monumento a Casanova es
escenario de los homenajes florales de las principales instituciones y
asociaciones catalanas durante la Diada de Cataluña.
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La Diputació del General y "la Generalitat"
¿Es realmente Quim Torra el 131 presidente de la Generalitat?
Lo que es seguro es que una institución como la Generalitat medieval y la actual no tienen nada que ver.
Fundada en 1359 y disuelta en 1714 en virtud de los decretos de nueva
planta, la Diputació del General vivió su etapa de mayor esplendor en la
Edad Moderna y tenía entre sus funciones velar por el cumplimiento de
las antiguas leyes y constituciones del Principado.
Estaba formada por seis miembros, un representante y un oidor de cada de
uno de los tres brazos de las Cortes Catalanas: el eclesiástico, el
militar o noble y el real -que formaban representantes de las villas.
Tomaba decisiones ejecutivas en el ámbito fiscal que emanaban de las
Cortes y las reuniones las presidía el diputado de mayor rango en las
cortes, quien siempre fue –salvo en un único caso– el representante del
brazo eclesiástico.
El presidente de esa primera Generalitat solo encabezaba las reuniones,
los actos y la documentación. No tenía una función más preeminente que
los otros dos miembros en la toma de decisiones. El primero de estos
presidents, que en aquella época se llamaban diputados residentes, fue
Berenguer de Cruïlles, obispo de Girona y que ejerció el cargo entre
1359 y 1362.
La mayoría de los nombres que figuran como máximos dirigentes de la
antigua Generalitat durante esos 300 años no son personajes históricos
relevantes, con la excepción de Pau Claris,
canónigo de La Seu d’Urgell y uno de los líderes de la revuelta catalana
contra el Rey y el gobierno del Conde-duque de Olivares en 1640.
La II República la recupera; Suárez y Tarradellas la restauran
La Generalitat contemporánea se recuperó en los tiempos de la Segunda
República. El retorno de una institución medieval no estaba en los
planes de Francesc Macià, quien había proclamado la “República Catalana”
el 12 de abril de 1931 “como Estado integrante de Federación Ibérica”.
El paso de esa República Catalana a la Generalitat se debió a las tensas
negociaciones que Macià mantuvo con el gobierno provisional de la
República. Macià se convertiría así en el presidente número 122.
Lo mismo ocurrió con la restauración de 1977. Adolfo Suárez y Josep
Tarradellas pactaron recuperar la institución antes incluso de la
redacción de la actual Constitución. Supuso un acto insólito ya que la
Generalitat era el único organismo del periodo republicano al que se
legitimaba en la nueva monarquía constitucional, admitiéndose a
posteriori incluso la presidencia en el exilio de Josep Irla. De esta
forma, Tarradellas se convertía en el presidente número 125.
Criterios oficiales para el recuento
El criterio para enumerar a los distintos presidentes se fijó en 2003 de
la siguiente manera: se consideran siempre presidents los miembros de
la Diputació del General con mayor rango, lo que suele coincidir con el
representantes del brazo eclesial.
La Generalitat excluye de la lista a los representantes en el periodo de
regencia de 1367-75, a los representantes de la Generalitat paralela
que creó Joan II en Lleida en el marco de la guerra civil catalana
(1470), a los miembros de la Diputació del General que se intentó
recuperar durante la tercera guerra carlina (1872-1876) y a los
presidentes de la Mancomunitat de Catalunya (1915-1923), así como a las
figuras impuestas durante el encarcelamiento de Lluís Companys y su
Govern (1934-1936). enlace
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España se puede romper y no nos salva ni siquiera el ser la nación más antigua de Europa como atestigua Rajoy.
Los historiadores coinciden en que Francia e Inglaterra nacieron antes. El presidente confunde los conceptos de "Estado" y "nación".
Mariano Rajoy insiste una y otra vez: “España es la nación más antigua de Europa”. Pero aunque lo repita mil veces, el presidente del Gobierno no puede cambiar la historia.
El presidente del Gobierno sitúa el nacimiento del Estado español en la época de los Reyes Católicos, a finales del siglo XV y principios del XVI —“Este país es una gran nación con más de 500 años de historia”, ha dicho en varias ocasiones—.
Pero el matrimonio de Isabel y Fernando, según coinciden los historiadores, no logró la unidad de España. “Los Reyes Católicos no fundan ninguna nación ni tan siquiera un Estado” .
“Cuando muere Isabel, el 26 de noviembre de 1504, Fernando deja de ser rey de Castilla, ya que solo fue rey de Castilla como consorte de Isabel.
“La corona de Aragón, la de Castilla, la de Nápoles y Sicilia y el imperio alemán incorporado con la llegada de Carlos I siguen teniendo sus propias normas y derechos, su propia fiscalidad y su propia moneda”, continúa Corral.
Y aún más, “hasta el siglo XIX las coronas de Aragón y Castilla tienen monedas diferentes”.
“Es una monarquía confederal, compleja, es un conjunto de señoríos”. Una prueba de ello es el “complejísimo escudo” que tenía. “Una nación se ve representada por un animal, dos colores, tres colores, en definitiva, un símbolo sencillo”. Pero el escudo de los Reyes Católicos es “un aglomerado de territorios y señoríos”.
“El concepto de nación, tal y como hoy en día se configura, se desarrolló en Francia a finales del siglo XII y principios del siglo XIII.
Y lo mismo ocurre con Inglaterra: “Adquiere esta connotación nacional a principios del siglo XIII, cuando Eduardo I configura el Parlamento”.
Incluso “del reino de Francia, con capital en París, y del Reino de Inglaterra, con capital en Londres, se habla desde el año 1000.
¿Y cuando surge España? “Rajoy no solo confunde los conceptos de Estado y nación sino los de territorio y nación,
por eso, la historia de España podría incluso empezar con los romanos, dado que la llamaron Hispania, pero eso no significa que empiece la historia de la nación española”.
“Si hablamos de nación moderna, de un conjunto humano compacto que se declara soberano sobre ese territorio habría que remontarse a las Cortes de Cádiz”, inauguradas en 1810.
¿Desde cuándo existe España como nación? Pues desde hace 206 años.
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