miércoles, 13 de septiembre de 2017

Artículo 155 y los Decretos de Nueva Planta (dos bendiciones para Cataluña)

Artículo 155
Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.

Los Decretos de Nueva Planta
son un conjunto de decretos promulgados entre 1707 y 1716, por el rey Felipe V de Borbón, vencedor de la Guerra de Sucesión Española, por los cuales quedaron abolidas las leyes e instituciones propias del Reino de Valencia y del Reino de Aragón en 1707, del Reino de Mallorca en 1715 y del Principado de Cataluña en 1716, todos ellos integrantes de la Corona de Aragón que se habían decantado por el archiduque Carlos, poniendo fin así a la estructura compuesta de la Monarquía Hispánica de los Austrias.

El Decreto de Nueva Planta obedeció al deseo de llevar a «todos los reinos de España a la uniformidad de unas mismas leyes, usos, costumbres y Tribunales». Se impuso una nueva organización político-administrativa basada en la de Castilla, siguiendo el modelo centralista de la monarquía absolutista francesa.

El Decreto de Nueva Planta de Cataluña promulgado por Felipe V de España en 1716
Este decreto supuso la abolición de las leyes e instituciones propias del Principado de Cataluña, cuya inmediata consecuencia fue que el "estado catalán dejaba de existir".

En septiembre de 1705, cuando Barcelona se proclama a favor del archiduque Carlos (1685-1740), se le aconseja a Felipe V que debía aprovechar la rebelión para ser «el señor absoluto de las provincias» de las que sólo lo era nominalmente, aboliendo «los extravagantes privilegios» de que gozaban.

El decreto que afectaba al Principado de Cataluña
1 - Abolía las Cortes y el Consejo de Ciento.

2 - Además se sustituía al virrey por un capitán general, al igual que en el resto de los reinos de la Corona de Aragón, y se dividía Cataluña en doce corregidurías, como en Castilla.

3 - Se prohíben los somatenes (milicias populares armadas de Cataluña y Aragón).

4 - Se estableció que las causas de la Real Audiencia se resolvieran en castellano, en vez de en latín, como se hacía hasta entonces.

El castellano también se introdujo en la administración local ordenando a los corregidores que lo hicieran mediante «las providencias más templadas y disimuladas, para que se consiga el efecto sin que se note el cuidado».​ 
 De esta forma el castellano se impuso como la lengua oficial de la administración en lugar del catalán. Como el catalán siguió siendo la lengua utilizada por los habitantes del Principado, se produjo un fenómeno de diglosia, en el que el castellano era la lengua que se utilizaba en las instituciones de gobierno y por los funcionarios, y por determinadas élites que consideraban su uso un factor de prestigio social y cultural, mientras que el catalán quedaba reducido al ámbito privado y familiar.

5 - Se estableció el catastro gravando propiedades urbanas y rurales y los beneficios del trabajo, el comercio y la industria. (lo que dió lugar a disparar la riqueza de los catalanes con un precapitalismo involuntario)

En el Decreto de Nueva Planta se trataba de confeccionar un censo que contabilizara las tierras catalanas, los oficios de la población, y los importes de las rentas para gravarlos con su correspondiente impuesto.

En cuanto las administraciones locales veían aparecer por el horizonte algún funcionario de fuera preguntando por sus bienes, tendían sistemáticamente a responder a la baja y ocultar lo que podían, ya sea mintiendo sobre la calidad o sobre el tamaño de las tierras.

El impuesto se pagaba en función de lo declarado en el documento.

Pues bien, esto que nació como una imposición y un castigo ejemplar, que en sus inicios resultó fuente de polémica al aumentar la hasta entonces escasa contribución monetaria catalana, se convirtió con el paso del tiempo en el factor clave del boom económico de aquel territorio concreto.

¿Cómo? Pues por la vía de la desidia y el fraude, como viene siendo habitual en tierras hispanas.

Dadas las complicaciones de recabar información en el siglo XVIII, durante todo un siglo los pagos se hicieron a partir de esa encuesta; por lo que, a medida que aumentó el capital catalán, el impuesto fue quedando desactualizado hasta convertirse en una cantidad muy modesta.

Por otra parte, ante la falta de comprobación periódica, las ocultaciones y mentiras gordotas adquirieron diversas formas… total, mientras se llegase al cupo, qué más daba.
 

¿Y qué hacía la Corona?, se preguntarán. Pues nada. Lo cual, seguramente, obedezca al aumento de lo ingresado por los impuestos indirectos a medida que la economía catalana se ponía cachas.

En otras palabras, y números aparte, el catastro favoreció la aparición de los elementos imprescindibles para un precapitalismo como Marx manda: permitió a la población acumular unos ahorros y fomentó la roturación de nuevas tierras y diversificación de los cultivos. 


¿Por qué? Pues porque las tierras de baja calidad pagaban menos impuestos y quien más y quien menos se las ingenió para sacarles partido como fuera. El resultado fue más que evidente: a final de siglo la población de Cataluña se había duplicado, y sus ingresos se disparaban estratosféricamente.

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Para desarrollar este programa político se marcaron los siguientes objetivos:

Unificar las formas de gobierno en todos los territorios, lo que significaba la desaparición de las instituciones propias de los estados de la Corona de Aragón, sustituidas por otras nuevas que seguían el modelo castellano o francés, y la centralización del poder en las manos del monarca. Lo que iría acompañado de la creación de un corpus jurídico común —las leyes de Castilla, lo que significaba la abolición de la mayor parte de los fueros, regímenes jurídicos y privilegios privativos de los reinos y estados no castellanos.

Eliminar los privilegios de extranjería, lo que significaba que no habría distinción entre castellanos, aragoneses, catalanes, valencianos y mallorquines a la hora de ocupar cargos en la Monarquía, las Indias y las distintas "provincias".  

Esto supondría también la eliminación de fronteras y aduanas interiores, facilitando el comercio lo que contribuyó a disparar la riqueza del pueblo catalán.

Crear nuevas instituciones de gobierno que respondan a esta nueva organización, lo que significa el fin de la régimen polisinodial (es decir, con multiplicidad de Consejos).

* La multiplicación de Consejos comienza como consecuencia de la unión matrimonial de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, y su expansión territorial a finales del siglo XV. No se unen los territorios, sino sólo las personas de los reyes, que aunque actúan como reyes en cada reino, no pueden aplicar las leyes del que más les favorezca en el otro. Es necesario un Consejo por Corona: Castilla y Aragón.

Tal modelo se heredó y amplió por sus sucesores de la Casa de Habsburgo, llegando, en esta dinastía, a su máxima expansión y, por ello, también, a su mayor grado de ineficacia. No alteraron esencialmente la separación interna de los territorios, manteniendo hacia el exterior la política común de la Monarquía. Idiomas, leyes, costumbres y sistemas políticos y sociales seguían intactos en cada territorio, sólo la defensa a ultranza del catolicismo daba el punto de uniformidad. Proyectos de centralización política como la «Unión de Armas»* del Conde-Duque de Olivares tensionaron el modelo hasta producir la crisis de 1640, con la separación definitiva de Portugal y, transitoriamente, de Cataluña.

* La Unión de Armas oficialmente en 1626 por el Conde-Duque de Olivares, valido del rey Felipe IV, por el que todos los "Reinos, Estados y Señoríos" de la Monarquía Hispánica contribuirían en hombres y en dinero a su defensa, en proporción a su población y a su riqueza

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Artículo 155
La aplicación del artículo 155 al contrario de lo que pueda pensarse sería para la población catalana tan beneficioso como lo fueron los decretos de "nueva planta",
y si hay dudas lease el siguiente artículo  ... (imaginando el futuro).

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Imaginando el futuro
Artículo El Trisquel de Jac 
(escrito el 7 de septiembre de 2010)
Haciendo un esfuerzo imaginativo, la situación bien podría ser la siguiente:

Cataluña, tras un referéndum convocado en todo el Estado Español, adquiere la condición de Estado independiente de España. Sería como Túnez o Marruecos ya que no pertenecería a la Unión Europea a la que tendría que solicitar su inclusión y siempre reservándose España el derecho de veto sobre tal proposición, por lo que tardarían muchos, muchos años en conseguirlo.

Deberían tener una moneda, ya que al no pertenecer a la Unión Europea no pueden formar parte de la moneda única. Bien podría ser, esa unidad monetaria, el “catalino”, que debería tener un cambio flexible con el euro y con toda seguridad se devaluaría para evitar una inflación importada, con lo que deberían trabajar más que ahora y, por supuesto pagar más impuestos que ahora, por lo que serían más pobres que en la actualidad.

Tendría que existir una frontera entre Cataluña, España y Francia, bien definida, con sus Aduanas respectivas y en las que tendrían que pagarnos los antiguos “aranceles”.

España dejaría de pagar a los Mossos d’Escuadra que, por cierto, no los paga la Generalitat, sino el Ministerio del Interior y más que a policías y guardias civiles, quienes se retirarían de allí. Por tanto tendrían que incrementar sus plantillas para asumir los cometidos que hasta ahora no realizan y ¿cobrarían lo mismo que hasta ahora? No lo creo.

Nos ahorraríamos todo el coste de su Seguridad Social, de sus pensiones, de su paro, de sus vacaciones, etc. Y lo mismo ocurriría con lo que nos cuesta hoy mantener a los inmigrantes que residen allí, que cada vez son más numerosos.

Otro gasto importante, que nos ahorraríamos los españoles, es todo lo que hoy nos cuesta la cantidad de Diputados y Senadores catalanes separatistas que no se consideran españoles, es muy probable que en este hipotético caso que estamos viendo pasasen, la gran mayoría de ellos, a engrosar las listas del paro catalán porque a ver quien les paga sus viajes en primera, sus estancias en hoteles de lujo, sus dietas, sus vacaciones, sus sueldos millonarios de por vida, sus guardaespaldas, sus comilonas, etc.

En el Congreso Español serían sustituidos por Diputados y Senadores españoles que trabajarían por España, ahorrándonos los traductores que ellos nos exigen, cuando deberían hablar en español en sus relaciones con el resto del Estado Español. Y, por supuesto, también ahorraríamos en las “embajadas” que tienen por todo el mundo, que ya veríamos si las seguían manteniendo, seguramente se acabaría tanto derroche porque no lo podrán mantener.

¿Qué pasaría con los españoles allí residentes? Pues poca diferencia habría con lo que sucede hoy en día con ellos. Al ser un país extranjero, sus hijos deberán ser educados en catalán, como ocurre ahora; si quieren montar un negocio tendrán que hacerlo en catalán y según sus normas, como ocurre ahora. Así en todo, luego pocas diferencias habría con la actualidad. Otra cuestión bien diferente sería el trato hacia los españoles que, evidentemente, tendría que cambiar de forma radical ya que su moneda sería dependiente de nuestro euro, cuyo cambio siempre nos sería favorable y su política exterior también dependería, en gran parte de nuestra posición.

Para renovar su actual Carnet de Identidad español, los catalanes tendrían que demostrar que tienen una residencia fija en España y que pagan sus impuestos en España. Lo mismo les ocurriría con el actual Carnet de conducir español, la tarjeta de la Seguridad Social, etc. Lo que les llevaría a nacionalizarse españoles o a renunciar, previamente, a su nacionalidad catalana. ¿Con estas perspectivas volverían a Cataluña los catalanes afincados en España? Yo creo que no.

Habría que pedirles un Visado de entrada cuando quisieran hacer turismo en España. ¡Vaya panorama!

Pero sigamos con más cosas. Si todos los españoles allí residentes cambiasen su dinero de los bancos y cajas catalanas a los bancos y cajas españoles, otro gallo cantaría. Las entidades financieras catalanas con participación en Compañías españolas deberían devolver sus participaciones pues corren el riesgo, al no pertenecer a Europa, de ser nacionalizadas.

Más cosas que ocurría:

¿Qué tipo de gobierno tendría? Sería una República, sería una Autocracia de una clase dirigente exclusiva, como tienen ahora, ¿qué sería? ¿El President de la Generalitat sería el Presidente de la República Catalana? .

¿Y la bandera? Las barras de Aragón no podrían ser utilizadas por ellos ya que España no les dejaría al ser parte integrante de nuestra historia, ¿Cuál sería? ¿llevaría el burrito catalán?. Es duro esto.

A quien van a pedir dinero para hacer carreteras o para ampliar sus puertos y sus aeropuertos si no tienen derecho a fondos europeos. Tendrán que hacerlo a España, pagándonos los correspondientes intereses y gastos.

¿Qué harían con el cava?, ya que tendrían que pagar impuestos a la exportación, sin olvidar que el 80% del cava catalán se vende en el resto de España. Nosotros no tendríamos inconveniente en tomar champán francés, cava aragonés o extremeño, tan bueno o mejor que el suyo, o una buena sidra asturiana. No tendríamos ningún problema. Ocurriría igual con el resto de productos catalanes que se venden en nuestros supermercados. Supongo que tendrían que ampliar su mercado a los países árabes ya que una parte importante de su población será originaria de esos países.

Ahora viene lo mejor, los deportes:

Podrán tener su selección de fútbol, y así poder hacer efectiva su vieja reivindicación al estilo escocés. Pero amigo, y el Barça, ¿Qué pasaría con el Barça? Tendría que jugar la liga con el Español, con el Nastic, el con el Reus, con el Figueras y con el Sabadell, con lo que sería de lo más competitiva. Lógicamente Messi, Pujol, Busquets, Iniesta, etc. buscarían equipos más competitivos y que le pagasen los sueldos que cobran ahora, en España, Inglaterra o Italia. Ya no sé yo que tal sentará entonces las “señas de identidad catalana”. Terminaría siendo una competición a la altura de países como Egipto, República Checa o Suecia, por poner un ejemplo, ligas menores. Lo mismo ocurría con el Baloncesto, el Balonmano, Hockey, etc. Esto sí que son temas mayores.

En definitiva, la situación que hemos imaginado sería un poco deprimente para esos catalanes que dicen no sentirse españoles aunque es muy fácil decirlo con el dinero y los recursos del resto de España. ¿De verdad se creen estos políticos nacionalistas, vagos, estómagos agradecidos, vividores que van a salir ganando? Me gustaría verlo y de verdad. Durarían en su puesto lo que un caramelo en la puerta de un parvulario, es decir, ni un segundo. Será divertido verles allí macerándose en catalanismo. 

Y mirándose unos a otros, descubrirán con asombro lo pequeños que son, lo pobres que se han quedado y lo aislados que se encuentran al no pertenecer a España.


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