lunes, 16 de marzo de 2020

El coronavirus y la teoría del cisne negro

¿Será el coronavirus el cisne negro de la Globalización?

El término Cisne Negro fue una expresión latina, cuya referencia conocida más antigua proviene de la descripción de algo que hizo el poeta Juvenal, que es: rara avis in terris nigroque simillima cygno, cuya traducción en español significa "un ave rara en la tierra, y muy parecida a un Cisne Negro"

La frase de Juvenal era una expresión común en el Londres del siglo xvi como una declaración de imposibilidad. La expresión de Londres deriva de la presunción del Viejo Mundo de que todos los cisnes deben ser blancos, porque todos los registros históricos de los cisnes informaron que tenían plumas blancas. En ese contexto, un cisne negro era imposible o por lo menos inexistente.

La teoría del cisne negro  

La teoría del Cisne Negro fue desarrollada por Nicholas Taleb en su libro “El Cisne Negro (2010) en el que intenta explicar 

“los sesgos psicológicos que hacen a las personas individual y colectivamente ciegas a la incertidumbre e inconscientes al rol masivo del suceso extraño en los asuntos históricos”, 

lo que explicaría el sentimiento de incertidumbre de la sociedad global ante la irrupción del coronavirus. 

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La teoría del cisne negro es una metáfora que, en el ámbito económico, describe aquellos sucesos que ocurren por sorpresa, que ningún analista había previsto ni tenido en cuenta porque, a priori, eran improbables

y que, para bien o, generalmente, para mal, terminan teniendo un gran impacto y repercusiones trascendentales

El creador de esta teoría es el economista Nassim Nicholas Taleb, que la bautizó así porque, hasta la llegada de los primeros exploradores a Australia en el siglo XVII, en Europa se pensaba que todos los cines eran blancos.

El descubrimiento de este tipo de aves con plumas negras fue un hecho que se consideraba altamente improbable, pero que sucedió y que cambió la percepción que había hasta ese momento.

Después de que una expedición holandesa, dirigida por el explorador Willem de Vlamingh en el río Swan, en 1697, descubrió cisnes negros en Australia Occidental, el término se transformó para denotar que una imposibilidad percibida podría ser refutada más tarde.

De esta manera, Taleb trata de cuestionar los análisis económicos que se hacen para predecir el futuro mediante una extrapolación de lo que ha ocurrido en el pasado, predicciones que, tarde o temprano, se verán confrontadas por la aparición imprevista de un cisne negro.

Así, para que un acontecimiento pueda denominarse cisne negro tiene que tener las siguientes propiedades:

Que sea inesperado

Se trata de un hecho a priori improbable, para el que no hay ninguna evidencia de que vaya a suceder y que, por tanto, es una sorpresa para los analistas y para el mercado. En el caso de que hubiera alguna probabilidad de que ocurriese, los agentes financieros se protegerían frente al mismo, con lo que no cogería por sorpresa al mercado.

Tienen un gran impacto

Son acontecimientos que afectan de forma importante a la economía o a la política mundial.

Se caracterizan por tener predictibilidad retrospectiva
Es decir, una vez que han sucedido, y solo entonces, se dan evidencias de que dicho hecho se podía haber evitado y se crean teorías que explican por qué se llegó a producir.

En este sentido, las consecuencias derivadas de uno de estos cisnes negros son uno de los riegos a los que se tiene que hacer frente cuando se opera en los mercados financieros. Por ello, aunque se trata de sucesos con baja probabilidad de que ocurran, sería un grave error ignorarlos.

Y aunque es difícil protegerse de un cisne negro en su totalidad (porque no se pueden prever), es importante contar con una cartera diversificada y estructurada con distintas clases de activos para que puedan actuar como contrapesos en el caso de tener que responder a diferentes circunstancias económicas o financieras.

Y es que, aunque la Historia parezca una concatenación de eventos inevitables, está llena de eventos Cisnes Negros, que han cambiado el rumbo de la misma.

La Primera Guerra Mundial, el Crack de 1987, la caída de Lehman Brothers, el Brexit o la victoria de Trump en las últimas elecciones en EEUU, son ejemplos de este tipo de terremotos, que no se pudieron prever y que tuvieron importantes consecuencias. 

Es decir, Cisnes negros, cuya presencia conforme el mundo se ha hecho más complejo y global es más común y a los que los inversores comienzan a acostumbrarse.


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