viernes, 25 de marzo de 2022

Ramadan 2022


Ramadan 2022: Why it's important to Muslims

With the pandemic slowing down, this year Muslims are likely to return to their Ramadan rituals such as long communal prayers and iftars.

With Ramadan expected to start on April 2 subject to the sighting of the moon, Muslims are preparing for the month in better conditions compared to the previous two years when the pandemic was raging.

With the pandemic slowing down, communal activities, such as family iftars and group prayers are likely to return to full swing as restrictions have been eased the world over.

Why is Ramadan important?

Muslims believe that the Angel Gabriel descended from heaven to reveal God’s message to the Prophet Muhammad in Ramadan.

These revelations came to form the establishing text of the Islamic faith, called the Quran, which Muslims hold to be the unaltered and final testament of God.

The precise night of the revelation is subject to debate among Islamic scholars, but is believed to be one of the odd numbered dates during the last ten days of the month. Many prefer to mark the occasion on the 27th night, which they call ‘Laylat ul Qadr’ or ‘The Night of Destiny’.

Ramadan was later designated as the fasting month by the Prophet Muhammad after revelations in the Quran.

Practicing Muslims fast for the daylight hours. That means not eating between sunrise and sunset. The act of breaking the fast at sunset is known as iftar, while the pre-dawn meal that precedes the fast is known as suhoor or sehri, depending on where you’re from.

Muslims also abstain from drinking water, smoking, and sexual relations during daytime.

Believers are also encouraged to improve their behaviour, and to avoid swearing, fighting, gossiping, and laziness, as those things lessen the spiritual reward of fasting.

Fasting is one of the five pillars of Islam, alongside belief in God and accepting the Prophet Muhammad as his messenger, the five daily prayers, the Hajj pilgrimage, and alms-giving.

It is one of the obligatory aspects of Islam with the exception of those excused for medical reasons.

Verse 183 of the second chapter of the book reads: “Fasting is prescribed for you as it was prescribed for those before you, that you may attain taqwa.”

‘Taqwa’ in this case means a conscious awareness of God.

However, like all religious acts, the practice of fasting is meaningful in human terms as well.

Many Muslims believe it also helps in bringing them closer to the poor and those who feel hunger on a regular basis, some believe it teaches them to value the importance of food and drink, while for others it is an occasion, which brings them closer to family members.

 CALENDARIO RAMADÁN 2020

Este 2022, el Ramadán empezará el sábado 2 de abril y se alargará hasta el sábado 2 de mayo.

Sehr سحر
Between the very beginning of dawn and sunrise.
Dhuhr ظہر
Between the declining of the sun and Asr
Asr عصر
Immediately after the last time limit of Dhuhr until (just before) the sunset
Iftar افطار
Soon after the sunset until the disappearance of the twilight
Isha عشاء
After the disappearance of the twilight until midnight.


Durante el Ramadán, hay cinco oraciones que debe realizar la persona en varios momentos del día:

'Fajr', también conocida como oración del alba
'Dhuh' que se realiza al mediodía
'Asr', durante la tarde
'Maghrib', conocida como la oración de la puesta del sol
'Isha' u oración de la noche.

Como realizar Salat: Duhr, Asr, Isha

El tiempo de Duhr comienza desde que el sol pasa el zenit, a mediodía, y termina cuando comienza el Asr. Asr comienza desde que la sombra de un objeto es igual de larga que su propia longitud, y termina cuando se pone el sol. Isha comienza cuando ya no hay luz roja en el occidente, después de la puesta del sol, y dura hasta la hora de Fayr. Es recomendable rezar Isha antes de la medianoche. Fajr - la primera oración del día al amanecer.

Para los rezos de Duhr y Asr, los cuatro rakats son en voz baja. Para el rezo de Isha, los primeros dos son en voz alta, y los siguientes, en voz baja.
Las suras recitadas en los dos primeros rakats son: Sura al Ikhlas (112) y Sura al Falaq (113).

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Un día viviendo RAMADÁN: ¿un mes sin comer? | ¿Por qué lo hacen? ☪️

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Ramadán 2022: por qué es importante para los musulmanes

Con la disminución de la pandemia, es probable que este año los musulmanes vuelvan a sus rituales de Ramadán, como las largas oraciones comunitarias y los iftars (comida nocturna).

Con el inicio del Ramadán previsto para el 2 de abril, sujeto al avistamiento de la luna, los musulmanes se preparan para el mes en mejores condiciones en comparación con los dos años anteriores, cuando la pandemia hacía estragos.

Con la disminución de la pandemia, es probable que las actividades comunitarias, como los iftars familiares y las oraciones en grupo, vuelvan a estar en pleno apogeo, ya que las restricciones se han suavizado en todo el mundo.
Ramadán 2022: por qué es importante para los musulmanes

¿Por qué es importante el Ramadán?

Los musulmanes creen que el ángel Gabriel descendió del cielo para revelar el mensaje de Dios al profeta Mahoma en el Ramadán.

Estas revelaciones llegaron a formar el texto fundador de la fe islámica, llamado Corán, que los musulmanes consideran el testamento inalterado y definitivo de Dios.

La noche exacta de la revelación es objeto de debate entre los eruditos islámicos, pero se cree que es una de las fechas impares de los últimos diez días del mes. Muchos prefieren celebrar la ocasión en la noche del 27, que llaman "Laylat ul Qadr" o "La noche del destino".

El Profeta Mahoma designó el Ramadán como mes de ayuno tras las revelaciones del Corán.

Los musulmanes practicantes ayunan durante las horas de luz. Esto significa no comer entre la salida y la puesta del sol. El acto de romper el ayuno al atardecer se conoce como iftar, mientras que la comida previa al amanecer que precede al ayuno se conoce como suhoor o sehri, según el lugar de procedencia.

Los musulmanes también se abstienen de beber agua, fumar y mantener relaciones sexuales durante el día.

También se anima a los creyentes a mejorar su comportamiento y a evitar los juramentos, las peleas, los cotilleos y la pereza, ya que esas cosas disminuyen la recompensa espiritual del ayuno.

El ayuno es uno de los cinco pilares del Islam, junto con la creencia en Dios y la aceptación del Profeta Muhammad como su mensajero, las cinco oraciones diarias, la peregrinación del Hayy y la limosna.

Es uno de los aspectos obligatorios del Islam, a excepción de los que se excusan por razones médicas.

El versículo 183 del segundo capítulo del libro dice "Se os prescribe el ayuno como se les prescribió a los anteriores, para que alcancéis la taqwa".

Taqwa" en este caso significa una conciencia de Dios.

Sin embargo, como todos los actos religiosos, la práctica del ayuno también tiene sentido en términos humanos.

Muchos musulmanes creen que también les ayuda a acercarse a los pobres y a los que pasan hambre regularmente, algunos creen que les enseña a valorar la importancia de la comida y la bebida, mientras que para otros es una ocasión que les acerca a los miembros de la familia.

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enlace El Sagrado Corán PDF

Sura 1
Al-Fátihah (Exordio)
1. ¡En el nombre de Alá, el Compasivo, el Misericordioso!
2. Alabado sea Alá, Señor del universo,
3. el Compasivo, el Misericordioso,
4. Dueño del día del Juicio,
5. A Ti solo servimos y a Ti solo imploramos ayuda.
6. Dirígenos por la vía recta,
7. la vía de los que Tú has agraciado, no de los que han incurrido en la ira, ni de los extraviados.


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187. Durante el mes del ayuno os es lícito por la noche uniros con vuestras mujeres: son vestidura para vosotros y vosotros lo sois para ellas. Alá sabe que os engañabais a vosotros mismos. Se ha vuelto a vosotros y os ha perdonado. Ahora, pues, yaced con ellas y buscad lo que Alá os ha prescrito. Comed y bebed hasta que, a la alborada, se distinga un hilo blanco de un hilo negro. Luego, observad un ayuno riguroso hasta la caída de la noche. Y no las toquéis mientras estéis de retiro en la mezquita. Éstas son las leyes de Alá, no os acerquéis a ellas. Así explica Alá Sus aleyas a los hombres. Quizás, así, Le teman.

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El Islam y sus pilares


“Lee”. Con esa orden directa, se inició una nueva etapa en la vida de toda la humanidad. En una cueva oscura, en el interior de una montaña en medio del desierto, la voz del ángel Gabriel retumbó repitiendo las palabras de Dios: “Lee, en el nombre de tu Señor”. Nadie podría haber sospechado que en ese instante cambiaba el curso de la historia del hombre.


Pero ese no fue el inicio del Islam. El Islam comenzó con la creación del universo. Como concepto, Islam significa someterse a la voluntad de Dios. Es lo que han enseñado todos los profetas, de Noé a Abraham, de Moisés a Jesús. El mensaje del Islam ha sido el mismo desde el inicio del tiempo, y permanecerá inalterado hasta su final: solo existe un Dios, Uno y Único, y solo a Él debemos alabar y pedir ayuda, pues toda fuerza proviene de Él y nada ocurre en el universo sino por Su voluntad.
 
Con la revelación del Corán se recuperó el mensaje y el espíritu originales de las revelaciones anteriores (la Tora, los Salmos y el Evangelio), y la religión eterna de Dios recibió el nombre de Islam. Desde entonces, Dios nos anuncia que Mujámmad es Su último enviado, Sello de la Profecía, y que el Corán es Su última revelación, que Él mismo mantendrá preservada hasta el Día del Juicio.

El Islam no es, en sentido estricto, una religión; más bien es una forma de vida. Como toda religión, establece la moral y la creencia, y regula en buena parte el comportamiento y modales de las personas que la siguen. Pero a diferencia de las demás religiones, el Islam establece también un sistema político y de gobierno, un sistema financiero y económico, un sistema social, una filosofía de vida, unas políticas de preservación medioambiental, todo enmarcado en principios universales de respeto a la vida, la dignidad y la propiedad de las personas, de cooperación, solidaridad y justicia entre los hombres y entre las naciones, de trato amable hacia todas las personas (incluyendo los enemigos) y los animales, y de obediencia estricta a las leyes de Dios.

La primera palabra de la revelación del Corán enmarca el espíritu islámico de amor por el conocimiento. El Islam enseña que la fe no puede ser ciega, sino que tiene que nacer y fortalecerse con el conocimiento. No hay mayor enemigo de los pueblos, ni mayor amigo de los tiranos y los opresores, que la ignorancia. Y nadie está en mayor peligro de caer en fanatismos y extremismos que quien cree algo a ojos cerrados, incluso en contra de su propia lógica.

“Lee”. Conoce tu religión y practícala, conoce tus derechos y exígelos, conoce tus obligaciones y cúmplelas; aprende qué es lo bueno, hazlo y promuévelo; aprende qué es lo malo, condénalo y aléjate de ello. Tal es la importancia de esta orden, que cuando el Profeta Mujámmad se vio obligado a combatir para defender a su comunidad y tuvo que afrontar el asunto de los prisioneros de guerra, en un acto sin precedentes en la historia, ordenó a sus hombres que liberaran a todo aquel que enseñara a leer y escribir a cinco musulmanes.

El conocimiento, además, nos une. Los musulmanes tenemos un objetivo en común: servir a Dios. Nos alejamos de las mismas cosas: de aquello que Dios ha prohibido. Buscamos realizar a diario las mismas cosas: aquello que agrada a Dios. Bebemos de la misma fuente del conocimiento: el Corán y las tradiciones auténticas del Profeta Mujámmad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él. Cuando un musulmán se orienta hacia La Meca y comienza a recitar en árabe el primer capítulo del Corán mientras realiza su oración, puede estar seguro de que en ese mismo instante, en diferentes lugares del mundo, otros musulmanes están orientados hacia el mismo lugar, pronunciando exactamente las mismas palabras, mientras rezan de la misma forma que él.

Al crearnos, Dios nos dio alma así como cuerpo. Por ello, el Islam descansa sobre seis pilares de la fe, que deben estar presentes en el alma y el corazón del musulmán, y sobre cinco pilares prácticos de adoración a Dios y servicio al prójimo, que el musulmán debe cumplir con su cuerpo y su mente. Sin los primeros, la adoración se convierte en una serie de rituales vacíos, carentes de sentido, meros ejercicios físicos. Y sin los segundos, la fe se convierte en palabras huecas, pues no se manifiesta externamente y, por tanto, es incapaz de transformar la vida y la sociedad del creyente.

Los seis pilares de la fe son:

1. Creer en Dios, glorificado y alabado sea, Creador de todo cuanto existe, indivisible, Quien no tiene copartícipes ni asociados, es Dueño y Señor de la creación y no comparte Su Señorío; no ha engendrado ni ha sido engendrado, no necesita de nada ni de nadie y todos necesitamos de Él; no hay nada ni nadie que Se le asemeje, todo proviene de Él, y por lo tanto solo Él merece ser adorado.

2. Creer en los ángeles, criaturas de luz creadas por Dios para servirlo, que la paz sea con todos ellos. No tienen libre albedrío, por lo que les es imposible rebelarse contra Él.

3. Creer en los libros revelados. Dios ha revelado a los seres humanos Su mensaje y Sus leyes muchas veces en la historia. Entre los libros que Dios ha revelado están la Tora, los Salmos, el Evangelio, y muchos otros que no conocemos. Sin embargo, todos estos libros han sido modificados, alterados y tergiversados con el paso del tiempo, por lo que solo el último de ellos, el Corán, es la palabra de Dios, pues es el único que se conserva inalterado.

4. Creer en los profetas. En todos los tiempos, Dios ha enviado profetas y mensajeros a todos los pueblos, y todos ellos proclamaron el mismo mensaje de unicidad del Creador. Desconocemos a la mayoría de ellos, pero sabemos que el último de los profetas, Mujámmad, siguió el mismo camino trazado por todos, incluyendo a Moisés y a Jesús, por lo que seguir a Mujámmad es seguir a sus antecesores.

5. Creer en el Día del Juicio. Esta vida es pasajera, estamos aquí para adorar y servir a Dios, y todos moriremos. Pero un día, seremos resucitados y tendremos que rendir cuentas ante Dios de todas nuestras obras. Ese día cada quien recibirá lo que merece, nadie será tratado con injusticia, y unos entrarán al Infierno, mientras otros entrarán al Paraíso.

6. Creer que todo proviene de Dios, lo agradable y lo desagradable. Nada ocurre sino con el permiso de Él, y ni un átomo del universo se mueve sino por Su voluntad. Él nos ha concedido el libre albedrío, pero en su infinito conocimiento lo sabe todo antes de que suceda. Él es Quien determina nuestro destino, y por ello, nadie puede beneficiarnos ni perjudicarnos más allá de lo que Él decreta para cada uno de nosotros.

Los cinco pilares prácticos de adoración son:

1. La declaración de fe: Una persona ingresa al Islam al decir de forma libre y consciente lo siguiente: “Atestiguo que no existe divinidad salvo Dios, y atestiguo que Mujámmad es Su siervo y Mensajero”. Esta profesión de fe es repetida por los musulmanes a diario en sus oraciones y otras actividades. Decir esto implica abandonar cualquier acto de culto a santos, ídolos, ancestros, líderes o criaturas, y adorar solo a Dios Todopoderoso. Implica también que aceptamos a Mujámmad como Mensajero de Dios, como nuestro guía, y al aceptarlo a él se aceptan a todos los profetas y mensajeros anteriores.

2. La oración: Es obligación realizar cinco oraciones diarias (al alba, a mediodía, a media tarde, al ocaso y en la noche). La oración debe realizarse siguiendo unos pasos rituales específicos y tras una purificación ritual.

El creyente puede, además, realizar oraciones voluntarias durante el día o la noche. La oración puede realizarse en solitario o en comunidad, en la mezquita o en cualquier lugar limpio que no sea utilizado como lugar de adoración a deidades falsas.

3. El zakat: El pudiente está obligado a entregar un 2.5 % de su ahorro anual para obras de caridad. El zakat garantiza la redistribución de la riqueza, una preocupación reciente en el mundo occidental, pero que está contemplada desde hace más de 1.400 años en el Islam. Adicional al zakat, el Islam anima a los creyentes a brindar caridad a diario. La caridad no se entiende solo como un asunto monetario. Siempre que el musulmán ayuda a otra persona, busca su bienestar, incluso con una sonrisa, está haciendo caridad. El trabajo en pos del bienestar colectivo, como retirar obstáculos de un camino o poner anuncios de peligro para evitar accidentes, también se considera una forma de caridad.

4. El ayuno: Es obligación ayunar durante todo el mes de Ramadán cada año (el noveno mes del calendario lunar islámico). El ayuno se realiza cada día desde el alba hasta el ocaso, pudiéndose comer y beber durante la noche. El ayuno purifica el cuerpo, fortalece la voluntad y ayuda al creyente a concientizarlo por experiencia propia sobre lo que sienten a diario los más necesitados. Ayunar y romper el ayuno en comunidad, compartiendo el hambre durante el día y la comida durante la noche, estrecha y fortalece los lazos sociales y familiares. También se pueden realizar ayunos voluntarios en otras épocas del año.

5. La peregrinación a La Meca: Todo musulmán y toda musulmana que esté en capacidad física, mental y económica de realizar la peregrinación, debe hacerla al menos una vez en su vida. Esta es la mayor peregrinación religiosa del mundo, cerca de tres millones de personas se reúnen en la Mezquita Sagrada de La Meca cada año y hacen la oración al unísono como parte de los rituales de la peregrinación.

***

“Lee”. No existen intermediarios entre el creyente y su Creador, por eso no hay clero en el Islam. El conocimiento está a disposición de quien lo busca, y es obligación de todo musulmán, hombre o mujer, buscarlo durante toda su vida. 

Pero no olvides lo esencial: “¡Lee, en el nombre de tu Señor!” No busques el conocimiento para tu gloria personal. Sé humilde y busca el conocimiento para agradar a Dios y trabajar por Su causa. Esa es la esencia de seguir el Islam, de ser musulmán.

El Profeta Mujámmad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él “Lee”. La orden que cambió el curso de la historia fue dada por Dios, a través del ángel Gabriel, a un analfabeto. “No sé leer”, respondió aterrado Mujámmad, inocente del destino para el que había sido preparado toda su vida. “¡Lee, en el nombre de tu Señor, Quien ha creado todas las cosas!”, le replicó el ángel.

A sus 40 años de edad, el Profeta Mujámmad era muy conocido en su ciudad, La Meca. Todos sabían que era un comerciante exitoso y honrado, dirigente de caravanas, esposo de una rica empresaria mayor que él, y le tenían un profundo respeto. Lo apodaban “El Confiable” y era famoso por su honestidad y su habilidad para la mediación de conflictos. Su palabra valía más que cualquier contrato. 

Pero había una virtud que no poseía: a su edad, resultaba evidente para todos que Mujámmad no era un gran orador ni un poeta. Y sin embargo, un día, por un milagro que en un comienzo muy pocos aceptaron, Mujámmad superó a todos los grandes oradores y poetas, e hizo temblar la estructura social de La Meca desde sus cimientos, con una recitación tan excelsa, hermosa y magnífica, como revolucionaria y radical. 

Los hombres no son más valiosos que las mujeres ni lo contrario. Los árabes no son mejores que los no árabes ni lo contrario. Los blancos no están por encima de los negros ni lo contrario. Los ricos tienen la obligación de ayudar a los pobres, las mujeres son libres de tener posesiones y comerciar, y todos tienen derecho a la educación y a una vida digna. 

No existe más que un único Dios verdadero, que no tiene forma humana, que no puede ser representado en forma alguna, y que es tan Compasivo como Justo, tan Poderoso como Benévolo, tan Severo como Amoroso. 

Y nadie, ni reyes ni profetas, ni artistas ni indigentes, ni sabios ni empresarios, absolutamente nadie está por encima de la Ley de Dios ni tiene derecho a cambiarla en lo más mínimo. Semejantes ideas convirtieron a Mujámmad y a sus compañeros en perseguidos.

Mujámmad nació en La Meca, Arabia, en el año 570 d.C., y quedó huérfano desde edad temprana. Pasó necesidades. Trabajó desde pequeño, fue pastor y se forjó una buena vida. A sus 40 años se encontraba en su mejor momento. 

Pero en cuanto comenzó a transmitir la revelación divina, la vida se le fue haciendo cada vez más difícil. Fue víctima de burlas, discriminación, insultos y distintos tipos de ataques, cada vez peores y más frecuentes. Él y sus compañeros fueron sometidos a hambruna, ostracismo y persecución. Luego comenzaron las torturas y los asesinatos de sus compañeros. La situación era tan grave, que el Profeta envió a un grupo de ellos a refugiarse en Etiopía, donde fueron protegidos por un rey cristiano.

Trece años después que comenzara la revelación del Corán, el profeta Mujámmad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, lo había perdido todo: su reputación arruinada, sus negocios destruidos, su esposa había muerto, su riqueza y propiedades confiscadas, algunos de sus compañeros habían sido asesinados y otros se habían exiliado, y su tío y único protector tribal acababa de morir. 

Ahora pendía sobre él una amenaza de muerte y solo le quedaba emigrar junto con sus seguidores, cuyo número apenas había excedido el centenar en trece años de prédica incansable y difícil. Si hubiera sido un profeta falso, a este punto de la historia ya se habría dado por vencido. ¿Qué objeto tenía insistir en una religión que en lugar de darle fama, poder y dinero, le había arrebatado todo lo que había logrado en su vida? 

Años atrás, los dirigentes de La Meca, el clan de los Quraichitas, le habían ofrecido nombrarlo su rey y convertirlo en el hombre más rico y poderoso de Arabia. Pero Mujámmad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, no procuraba satisfacer sus gustos, sus deseos ni sus necesidades. 

No tenía afán de gloria o riqueza. Solo estaba cumpliendo con la misión que Dios mismo le había encargado, y estaba dispuesto a pasar por todas las penurias que Dios le pusiera en el camino. Así que a sus 53 años, el Profeta decidió emigrar con su gente. Setenta musulmanes viajaron hacia el oasis de Yazrib.

Una vez que estuvieron allí a salvo, el Profeta se dirigió a su encuentro en compañía de su mejor amigo, Abu Bakr As Sidiq, quien lo sucedería tras su muerte como primer califa de los musulmanes. Fue un viaje duro a través del desierto, con sus enemigos persiguiéndolo de cerca. Este suceso, conocido como hégira, marcó el inicio del calendario islámico.

Los pobladores de Yazrib cambiaron el nombre de la ciudad por el de Madinat Unnabi (la ciudad del Profeta) y allí el Profeta fundó el primer Estado islámico. Se convirtió en gobernante, y aun así llevó una vida austera, al punto de dormir en una estera de cuero rellena de hojas de palma. Bajo su mando, Madina se convirtió en una ciudad próspera en muy poco tiempo, y sus enemigos sintieron celos de su éxito y temor de que regresara a cobrar venganza.

Los Quraichitas se armaron y salieron a destruir a la nación musulmana. Con el permiso divino y siguiendo las normas estrictas relacionadas con la guerra que fueron reveladas en el Corán, los musulmanes organizaron para defenderse un pequeño ejército, que de manera milagrosa venció en la primera batalla a una fuerza que lo triplicaba y que estaba mucho mejor preparada y armada. 

Más tarde, tras cinco años de batallas, unas ganadas y otras perdidas, el Islam había crecido a tal punto que Mujámmad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, se presentó a las puertas de La Meca con un ejército de más de 10.000 hombres. 

Entró a la ciudad sin derramar una sola gota de sangre. Vio a la cara a aquellos que lo habían insultado, perseguido y atormentado durante años, los mismos que habían intentado asesinarlo, que habían ultrajado a sus compañeros, y que habían enviado ejércitos en su contra. No tomó represalias contra ellos. Respetó sus vidas y sus propiedades, e incluso aceptó como hermanos a todos aquellos que decidieron abrazar el Islam.

Solo tres años después, enfermó y murió. Comerciante, líder religioso, estadista, maestro, juez, estratega militar, soldado, administrador, diplomático, amigo, esposo, padre, consejero, reformador, profeta, hombre. La vida de Mujámmad está detallada como la de ningún otro personaje de la historia. Una vida que es un modelo a seguir.

El astrofísico estadounidense Michael Hart publicó en 1978 su listado de las cien personas más influyentes de la historia. En el número uno ubicó al Profeta Mujámmad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, por su tremendo éxito tanto en el campo secular como en el campo religioso.

Este reconocimiento es uno de muchos que se vienen dando en el mundo occidental, que a pesar de la mala prensa que se le da continuamente al Islam, está valorando cada vez más sus enseñanzas y el ejemplo de vida del Profeta Mujámmad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él.

Solo resta decir: “¡Lee, en el nombre de tu Señor, Quien ha creado todas las cosas!” (Corán 96:1)

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El cristianismo es la religión con más creyentes. Le siguen el islam y el hinduismo.

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