domingo, 20 de marzo de 2016

Las Fallas han ardido, pero Rajoy no


El secreto de la resistencia a Rajoy al fuego es que ya ha desarrollado callo, se le ha curtido la piel.

Es el resultado de mucho tiempo sometido a altas temperaturas.  Unas veces con brasas, otras con llamaradas, pero no ha dejado de estar expuesto al fuego en todo ese tiempo.

Desde que asumió la gestión del desastre del Prestige a finales del 2002 y acabó de chapapote-plastilina hasta las cejas, Rajoy ha ido encadenando un marrón tras otro, como si tuviese un imán para la desgracia.

Fue elegido candidato, sí, pero tuvo que aguantar el peso del dedazo durante mucho tiempo, y el aliento constante de quien pronto pareció arrepentirse de haberlo designado.

Después se comió una derrota electoral aliñada con la escandalosa manipulación de los atentados del 11-M, y a partir de ahí tuvo que atravesar el desierto de la oposición con los suyos tirándole piedras, incluida esa misma prensa que hoy dispara a matar.

Cuando parecía que empezaba a levantar cabeza y consolidaba su liderazgo, se destapó la Gürtel, otra hoguera que lo fue horneando durante meses al ritmo de las revelaciones judiciales, policiales y periodísticas.

La panda de Don Vito y el Bigotes, el amiguito del alma con sus trajes pagados, los imputados que se resistían a largarse, el tesorero del que nadie podría probar que no era inocente.

Tuvo que poner tantas veces la mano en el fuego que no extraña que hoy la siga poniendo sin pensar, pues ya ni tiene sensibilidad de las veces que se la ha quemado.

Así llegó Rajoy, con quemaduras por todo el cuerpo, a las elecciones de 2011. Ni la victoria pudo celebrar, pues su triunfo fue más bien por incomparecencia del adversario, y encima recibía un país en sus momentos más bajos.

A partir de ahí, una sucesión de incendios que no le han bajado la temperatura ni un solo día: incumplimiento de programa, sapos tragados en crudo, rechazo ciudadano, rescate bancario, gobierno teledirigido por la Troika. El caso Bárcenas.

Los últimos años de Rajoy dan hasta pena. Un desgraciado, un gafe, un pupas. Desde su punto de vista tal vez lo vea como una forma de ganarse el cielo, un camino de santidad.

La debacle del PP de Valencia, con todos sus concejales menos uno imputados en el caso Taula y Rita Barberá bajo sospecha, ha coincidido con la catarsis explosiva de las Fallas. Es una metáfora evidente, el achicharramiento final de una era, pero hay algo más sutil: son las primeras Fallas sin el control de los populares en 24 años, con un Ayuntamiento de izquierda.

Pero hay que reconocerle que de todos esos tropiezos se ha levantado. Ya hubo otros momentos en que nadie daba un duro por él, y ahí sigue, abrasado pero en pie.

Su lema, que lleva tatuado en el pecho, ya lo conocemos, se lo envió por SMS a la mujer de Bárcenas: “al final la vida es resistir”.

Intención de voto en un hipotético 26-J respecto al 20-D.
El PP sufre un ligero descenso de 4 diputados y se queda con 119.
El PSOE aumenta en 2 escaños, pasando a 92.
Podemos baja 9 y se queda con 60 escaños.
Ciudadanos sube 10 y remonta hasta los 50 escaños.
Izquierda Unida sube uno y pasa a 3 escaños.
El PP unido con Ciudadanos tendrían 169 escaños, a 7 de la mayoría.

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http://www.eldiario.es/zonacritica/A_que_temperatura_arde_Rajoy_PP_Barcenas_6_154044629.html
http://politica.elpais.com/politica/2016/03/19/actualidad/1458413648_993046.html

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