viernes, 4 de agosto de 2023

23-F, 1981 The king and his secret

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23 -F El Rey y su secreto (Jesús Palacios) ebook Kindle Amazon

A lo largo de esta obra sostengo que lo que derivó en el 23-F no fue un intento de golpe de involución, sino una operación especial de corrección del sistema, que fue ampliamente consensuada con la nomenclatura (...) política e institucional. Y con el beneplácito de la administración norteamericana y del Vaticano.

23-F. El golpe del Rey: La trama político-militar diseñada para fracasar de la que se benefició la Corona (Antonio J. Candil) Google libros

Para el autor, no fue un Golpe de Estado como se ha hecho ver a lo largo de estos 42 años.

Otro punto a destacar es que antes de ponerse a analizar de lleno el 23F, algo que hace a partir del capítulo 6, hace una retrospectiva histórica, remontándose al siglo XIX, al reinado de Fernando VII.

This book was presented in November 2010, but until today it was unknown to me. I would like to share it with anyone who is interested in the subject and who, like me, has not been aware of it. Reading it clears up any doubts about how the attempted coup d'état came about.

The book written by Jesús Palacios answers some of the following questions: 

Were the armed forces coup plotters or, on the contrary, did they always remain loyal and disciplined to the king's orders? 

On 8 September 1976, in his office at Castellana 3, the president summoned the top commanders of the three armies. The ceiling would be in social democracy and at most in the Socialist Party. But of course the "Communist Party would never be legalised. 

That initial commitment to the collaboration of the armed forces in the reform process would be drastically broken seven months later with the surprise announcement of the legalisation of the Communist Party. On 9 April 1977 - "Red Holy Saturday". 

Were there military conspiracies or rebellions of captaincy generals or the preparation of several simultaneous coups in the months leading up to 23 F? 

Was General Alfonso Armada really the greatest traitor of all, or was he a loyal and disciplined man, who at all times was at the orders of the monarch? 

After Tejero's assault on Congress, was an immediate counter-coup launched from Zarzuela, or did he just sit back and watch until General Armada was sworn in as president of a government of national concentration? 

Why was General Armada the man politically blessed by all the political forces - especially the Socialist Party leadership - to resolve the very serious crisis in the system weeks before 23 F? 

What was the PSOE's degree of participation in Operation De Gaulle? What was the role played by the CESID Intelligence Service in the 23 F coup? 

Did it provide a counter-coup or, on the contrary, did it activate and execute it? 

What support did President Reagan's Administration and the Vatican give to the 23 F special operation? 

How did Operation De Gaulle develop and in how many phases was it executed so that it could be democratically and constitutionally acceptable to all? 

What was Operation De Gaulle?


 El libro escrito por Jesús Palacios responde a alguna de las siguientes preguntas: 

¿Eran golpistas las fuerzas armadas o, por el contrario, se mantuvieron siempre leales y disciplinadas a las órdenes del rey? 

¿Había conspiraciones militares o rebeliones de capitanías generales o la preparación de varios golpes simultáneos en los meses previos a la jornada del 23 F? 

El presidente convocó el 8 de septiembre de 1976, en su despacho de Castellana 3, a los altos mandos de los tres ejércitos. El techo estaría en la socialdemocracia y como mucho en el Partido Socialista. Pero desde luego que el «Partido Comunista nunca será legalizado. 

Aquel compromiso inicial de colaboración de las fuerzas armadas en el proceso de reforma se quebraría drásticamente siete meses después con el sorpresivo anuncio de la legalización del Partido Comunista. El 9 de abril de 1977 —«Sábado Santo Rojo»—. 

¿Fue realmente el general Alfonso Armada el mayor traidor de todos, o un hombre leal y disciplinado, que en todo momento estuvo a las órdenes del monarca? 

¿Tras el asalto de Tejero al Congreso, se dio desde Zarzuela un contragolpe inmediato, o “se quedó a verlas venir”, hasta que el general Armada saliera investido presidente de un gobierno de concentración nacional? 

¿Por qué el general Armada era el hombre políticamente bendecido por todas las fuerzas políticas –especialmente por la cúpula del Partido Socialista- para resolver la gravísima crisis del sistema semanas antes del 23 F? 

¿Cuál fue el grado de participación que tuvo el PSOE en la Operación De Gaulle? ¿Y el resto de líderes de los demás partidos políticos? 

¿Qué protagonismo tuvo el Servicio de Inteligencia –CESID- en el golpe del 23 F? ¿Dio un contragolpe o, por el contrario, fue quién lo activo y ejecutó? 

¿Qué apoyo dio la Administración del presidente Reagan y el Vaticano a la operación especial del 23 F? ¿Cómo se desarrolló la “Operación De Gaulle” y en cuantas fases se ejecutó para que pudiera ser asumible democrática y constitucionalmente por todos? 

¿Qué fue la “Operación De Gaulle?

INTRODUCCIÓN
I. ACERCAMIENTO AL 23-F. «OPERACIÓN DE GAULLE»
II. LA MAÑANA DEL 23-F EN SUS DIFERENTES ESCENARIOS
III. EL 23-F EL REY QUISO QUE ARMADA FUERA A ZARZUELA
IV. ALFONSO ARMADA, UN HOMBRE LEAL AL REY
V. EL EJÉRCITO NUNCA FUE GOLPISTA
VI. LA LEGALIZACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA: EL MOMENTO MÁS CRÍTICO DE LA TRANSICIÓN
VII. ESTADOS UNIDOS TUTELA AL REY Y LA TRANSICIÓN. EL IMPACTO DE LA MARCHA VERDE
VIII. LA POLÍTICA AUTONÓMICA DE SUÁREZ ES SUICIDA
IX. ETA SECUESTRA LA DEMOCRACIA Y EL GOBIERNO ESCONDE A LOS MUERTOS
X. EL REY, HARTO DE SUÁREZ. LOS DEMÁS BUSCAN SU ASFIXIA
XI. EL CESID PONE EN MARCHA LA OPERACIÓN DEL 23-F Y LA CLASE POLÍTICA LA ACEPTA
XII. EL MOMENTO DECISIVO DEL REY
XIII. UNA CAUSA JUDICIAL CERRADA EN FALSO

JESUS PALACIOS, (San Lorenzo de El Escorial, Madrid), es periodista y escritor especializado en Historia Contemporánea. Desde hace más de cinco lustros ejerce el periodismo, actividad que en ocasiones ha interrumpido para dedicarse a la comunicación institucional, social y de empresa. Ha trabajado en diversos periódicos, emisoras de radio y de televisión.

Entre otros libros, ha publicado con gran éxito de ventas: Los papeles secretos de Franco (Temas de Hoy); La España totalitaria (Planeta); 23-F: El golpe del Cesid (Planeta), Las cartas de Franco (La Esfera de los Libros); Franco y Juan Carlos. Del franquismo a la Monarquía (Flor del Viento). Con el historiador norteamericano Stanley G. Payne, reconocido internacionalmente como uno de los mejores hispanistas, ha escrito Franco, mis padres (La Esfera de los Libros).
Para televisión ha producido y dirigido varios documentales como ¿Por qué Juan Carlos? y Las claves del 23-F.

El general Sabino Fernández Campo, ex jefe de la Casa de Su Majestad el Rey, afirmó que «a Jesús Palacios le deberá la Historia de los últimos tiempos muchas aclaraciones que contribuirán a que en el futuro se tenga un concepto más exacto, más neutral y más independiente de lo sucedido en momentos decisivos de la vida de nuestro país».

*** 

SPOILER

In the course of these pages we will also have time to analyse whether it was King Juan Carlos who carried out the counter-coup or, on the contrary, 

it was Tejero who indirectly aborted the operation by preventing or thwarting Armada's entry into the Chamber of Deputies.

When Tejero rebelled against his bosses, demanding the formation of a military government, he did not realise that he was thereby derailing the operation.
 

The CESID instigators who staged 23-F were so sure of the success of their plan that they did not foresee an alternative way out, let alone Tejero's unforeseen request. There was none.

And since 23 February was set up for what it was set up for, not for Tejero to try to superimpose his own coup d'état on the march, there was no other way out but to dismantle it, short-circuiting Tejero and leaving him isolated, with the king - who until that moment had been "watching the clock", according to Armada - giving express, firm and categorical orders to his captains general to abide by the current legality and the constitutional order. And on this "I can no longer turn back".

But what would have happened if Armada had achieved his goal of entering the Chamber to make his proposal to be appointed head of a concentration government? 

It would almost certainly have been voted for by the vast majority of the House. On his arrival, moreover, he was expected to be endorsed by several leading figures: Fraga, Sánchez Terán, Herrero de Miñón, Enrique Múgica, Peces Barba and, among others, the Minister of Trade, José Luis Álvarez, who had apparently been designated to stand up and make a brief speech.

In it he would have stressed that the political class should assume its responsibility for having allowed things to go too far with Suárez, who had led the system into a very serious institutional crisis.

When Armada replied firmly to his friend Sabino, "you are wrong, the Socialists are voting for me!", when the former raised his doubts about the viability of his proposal to the deputies, the king's secretary questioned whether, even if the proposal went ahead, it could later be said that it had been wrested from him by pressure and force of arms.

This would delegitimise such a government democratically, make it very unstable and weak, and probably very short-lived. But Armada had not argued to Sabino that if he had succeeded and been sworn in as president, that vote would never have been linked to Tejero's illegal action. 

On the contrary, it would have been presented to public opinion as a response to it; a plausible solution that would have been freely and widely accepted by the political class, which would have applauded it and congratulated itself on continuing to keep the democratic system open by avoiding the risk of involution of Tejero's coup.

That was the intelligent nuance introduced by those at CESID who designed the operation. And one that had never been noticed before. 23-F was organised in two phases, in different watertight compartments, although with a link between the two that would have remained a secret. Invisible.

The deputies would never have assumed that they had voted for a president and a government taken from them by force, but as a legal and democratic reaction to Tejero's illegality. Not even Milans del Bosch would have been linked to Tejero's action, nor the Acorazada.

Only Tejero, who had dragged some officers and civil guards into a desperate action, but driven by their zeal and patriotism in the face of Suárez's misrule. 

Eventually, even Tejero's action would have been covered up by a media image campaign of apology, which would explain his crazy action by his exalted patriotism and the criminal terrorist actions of ETA. This image campaign was topped off with a request for a government pardon. Which the government, naturally, would have granted.

And public opinion would have supported it. Because that is what propaganda campaigns driven by those in power are designed to do.

And if for official or politically correct history, King Juan Carlos has remained the architect and saviour of democracy after the failure of 23-F, if that special operation had gone ahead, General Armada would have been elevated to the same or a similar level as the king, and always also as the "saviour of democracy".

A good cosmetic hand of propaganda would have seen to that. Because that would have suited everyone.

But after the failure of 23-F, King Juan Carlos ensured that the fate of his two closest collaborators was mixed. Sabino was to receive greatness, while Armada was to be repudiated and condemned.

"You, Alfonso, have been condemned by the institutions", Leopoldo Calvo Sotelo even said to a troubled Armada, who thirty years after the coup has not broken his bond of loyalty to the king, although he has sometimes complained of being "like a dog to the king. 

He is the one who is giving me the most kicks", or has come to feel that "the king has condemned me". And the curious thing about Sabino and Armada is that both acted with the same intention on 23 February 1981: to protect the king and the crown.

*** 

En noviembre de 2010 se presentaba este libro, pero hasta el día de hoy para mí era desconocido. Deseo compartir su lectura con quien esté interesado en el tema y al igual que a mí le haya pasado inadvertido. Su lectura despeja todas las dudas sobre cómo se gestó el intento de golpe de estado.

SPOILER

A lo largo de estas páginas tendremos tiempo también de analizar si fue el rey Juan Carlos quien dio el contragolpe o, por el contrario, 

fue Tejero quien indirectamente abortó la operación al impedir o frustrar la entrada de Armada en el hemiciclo.

Al rebelarse Tejero contra sus jefes, pretendiendo que se formara un gobierno militar, no era consciente de que con ello estaba haciendo fracasar la operación. 

Los instigadores del CESID que montaron el 23-F estaban tan seguros del éxito de su plan que no previeron una salida alternativa, y mucho menos la imprevista petición de Tejero. No la había.

Y como el 23 de febrero se montó para lo que se montó, no para que Tejero pretendiera superponer sobre la marcha su propio golpe de Estado, no quedó otra salida que desmontarlo, cortocircuitando a Tejero y dejándolo aislado, dando el rey —que hasta ese momento había estado «a verlas venir», según Armada— las órdenes expresas, firmes y tajantes a sus capitanes generales de acatar la legalidad vigente y el orden constitucional. Y sobre esto «ya no me puedo volver atrás».

Pero, ¿qué hubiera pasado de haber conseguido Armada su objetivo de entrar en el hemiciclo para hacer su propuesta de ser designado jefe de un gobierno de concentración?

Casi con toda seguridad, hubiera sido votado por la inmensa mayoría de la Cámara. Estaba previsto, además, que a su llegada varios jefes de filas lo avalaran: Fraga, Sánchez Terán, Herrero de Miñón, Enrique Múgica, Peces Barba y, entre otros, el ministro de Comercio, José Luis Álvarez, que, al parecer, era quien había sido designado para levantarse y hacer un breve discurso.

En él hubiera puesto el acento en que la clase política debía asumir su responsabilidad por haber permitido que las cosas hubieran ido demasiado lejos con Suárez, que había llevado al sistema a una crisis institucional gravísima.

Cuando Armada contestó con firmeza a su amigo Sabino «¡te equivocas, los socialistas me votan!», al plantearle aquél sus dudas sobre la viabilidad de su propuesta a los diputados, el secretario del rey se cuestionaba que aunque dicha propuesta saliera adelante, posteriormente se podría decir que había sido arrancada por la presión y la fuerza de las armas.

Lo que deslegitimaría democráticamente tal gobierno, lo haría muy inestable y débil y, probablemente, de muy corta duración. Pero Armada no le había argumentado a Sabino que de haber tenido éxito y haber salido investido presidente de gobierno, aquella votación jamás se habría vinculado con la acción ilegal de Tejero.

Por el contrario, se hubiera presentado ante la opinión pública como una réplica a la misma; una solución plausible de reconducción aceptada libre y mayoritariamente por la clase política, que la habría aplaudido y de la que se habría felicitado por seguir manteniendo el sistema democrático abierto, al evitar el riesgo de involución del golpe de Tejero.

Aquél fue el matiz inteligente que introdujeron quienes desde el CESID diseñaron la operación. Y en el que nunca antes se había reparado. El 23-F se articuló en dos fases, en compartimentos estancos diferentes, aunque con un nexo de vinculación entre ambas que hubiera permanecido en secreto. Invisible.

Los diputados jamás habrían asumido que habían votado un presidente y un gobierno arrancado a la fuerza, sino como una reacción legal y democrática a la ilegalidad de Tejero. Ni siquiera Milans del Bosch habría aparecido vinculado con la acción de Tejero, ni la Acorazada.

Únicamente Tejero, que había arrastrado a unos oficiales y a unos guardias civiles a una acción desesperada, pero llevados por su celo y patriotismo ante el desgobierno de Suárez.

Incluso, con el tiempo, hasta la acción de Tejero se habría maquillado mediante una campaña de imagen mediática de disculpa, que explicaría su loca acción llevado por su exaltado patriotismo y por las criminales acciones terroristas de ETA. Esa campaña de imagen habría sido remachada con la petición del indulto gubernamental. Que el gobierno, naturalmente, habría concedido.

Y la opinión pública habría apoyado. Porque para eso están concebidas las campañas de propaganda impulsadas desde el poder.

Y si para la historia oficial o políticamente correcta, el rey Juan Carlos ha quedado como el artífice y el salvador de la democracia tras el fracaso del 23-F, de haber salido adelante aquella operación especial, el general Armada habría sido elevado al mismo nivel del rey o similar, y siempre también como el «salvador de la democracia».

Una buena mano cosmética de propaganda se habría encargado de ello. Porque así hubiera convenido a todos.

Pero tras el fracaso del 23-F, el rey Juan Carlos hizo que la suerte fuese dispar para sus dos colaboradores más estrechos. Sobre Sabino recaería la grandeza, y sobre Armada, el repudio y la condena.

«A ti, Alfonso, te han condenado las instituciones», le llegó a decir Leopoldo Calvo Sotelo a un atribulado Armada que treinta años después de aquella asonada no ha roto su vínculo de lealtad con el rey, aunque en ocasiones se haya lamentado de ser «como un perro para el rey.

Es el que más patadas me está dando», o haya llegado a sentir que «a mí me ha condenado el rey». Y lo curioso entre Sabino y Armada es que ambos actuaron con la misma intención el 23 de febrero de 1981: proteger al rey y a la corona.

*** 

LAS CLAVES DE LA 'OPERACIÓN DE GAULLE'
'El 23-F, el rey y su secreto'


El período de la Transición política española ha sido analizado desde diferentes ángulos y perspectivas a lo largo de estos años, en forma de memorias, crónicas, ensayos y relatos históricos. Diversos políticos que tuvieron su propio protagonismo en la citada etapa, así como periodistas, analistas e historiadores, han dejado escritos sus testimonios.

Jesús Palacios
25/11/2010


 Dicho período ha interesado por la forma en que se condujo el tránsito del régimen autoritario hacia la democracia y, especialmente, por el intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981, que sin duda alguna marcó el punto de inflexión en la misma.

De la Transición en su conjunto, se ha hecho hincapié en Adolfo Suárez y, singularmente, en el protagonismo del rey Juan Carlos, verdadero artífice de la misma. Cuando estamos a punto de cumplir los 35 años de la coronación de don Juan Carlos de Borbón y Borbón, y los 30 años de aquella jornada del 23-F, me ha parecido un momento adecuado para hacer un estudio de aquel período, de sus circunstancias políticas y de sus máximos protagonistas.

Éstas son las razones principales que motivan este ensayo.

Lo he centrado fundamentalmente en aquellas horas intensas del 23 de febrero de 1981 vividas por el monarca desde Zarzuela, porque don Juan Carlos no ha sido sólo el máximo protagonista de la Transición, (...) también lo fue en aquella jornada del 23-F, en la que tuvo su momento decisivo.


Suárez toma posesión del cargo de presidente del Gobierno en presencia de Don Juan Carlos.La figura de Suárez –y sus decisiones políticas– la analizo desde (...) su plena sintonía con el rey hasta el tiempo del profundo distanciamiento de la corona con el presidente, que condujo inexorablemente a la jornada del 23-F. Igualmente, dedico algo más que un capítulo al papel desarrollado por las fuerzas armadas en su conjunto, que desde el inicio de la Transición cerraron filas en torno al rey, y le fueron absolutamente leales en todo momento y circunstancia. Incluido el 23-F. También enjuicio el papel que jugaron las diferentes fuerzas políticas durante la crisis del suarismo y de la UCD, especialmente la actitud de los dirigentes del Partido Socialista, a quienes, en su afán de llegar al poder cuanto antes, no pareció importarles demasiado aceptar fórmulas delicadas y peligrosas o de difícil constitucionalidad.

A lo largo de esta obra sostengo que lo que derivó en el 23-F no fue un intento de golpe de involución, sino una operación especial de corrección del sistema, que fue ampliamente consensuada con la nomenclatura (...) política e institucional. Y con el beneplácito de la administración norteamericana y del Vaticano.

Todo ello fue debido a que, una vez producido el divorcio Suárez-don Juan Carlos, se fueron alzando numerosas voces desde dentro del propio sistema reclamando la apertura de un nuevo consenso, un nuevo pacto político, para reconducir el proceso de la Transición hacia una nuevas vías democráticas de desarrollo político. La frase "España necesita un golpe de timón", que popularizó el veterano político catalán Josep Tarradellas, llegó a sintetizar dichas aspiraciones. El objetivo principal era corregir el proceso autonómico, reformar el Título Octavo de la Constitución y cambiar la Ley Electoral, que primaba de forma escandalosa y antidemocrática a las formaciones políticas de los nacionalismos vasco y catalán, principalmente, a las que otorgaba un desmesurado protagonismo.

Sobre Suárez recayó la crítica de su entrega al nacionalismo (don Juan Carlos llegó a calificar de "suicida" su política autonómica) mediante la concesión de las preautonomías y del término nacionalidades; se le acusó de impulsar el Título Octavo de la Constitución y de favorecer los estatutos de Cataluña y del País Vasco sin que hubiera previamente una integración sólida en el conjunto de España por una idea global de nación, de un proyecto común compartido. Y los partidos nacionalistas encontraron que, a través de la disparatada representación que les concedía la Ley Electoral, y (...) explotando su pueril victimismo histórico, podían ejercer permanentemente un chantaje al gobierno del Estado a cambio de apoyos puntuales para obtener más privilegios y, siempre, mayores cuotas de autogobierno (...).

La operación especial 23-F, que entre otras razones se llevó a cabo para corregir dichas desviaciones y excesos peligrosos, fracasó al no conseguir que saliera adelante la formación de un gobierno excepcional, integrado por representantes de todas las formaciones del arco parlamentario –excepto las nacionalistas–, que estaría presidido por el general Alfonso Armada Comyn y cuyo vicepresidente hubiera sido Felipe González, secretario general del Partido Socialista. Armada había sido preceptor de don Juan Carlos y secretario de la Casa del Rey, y en todo momento un hombre leal a Su Majestad y a la corona.


Don Juan Carlos.Pero, pese a su fracaso real, el 23-F mantuvo sus efectos en toda la clase política y la nomenclatura del sistema a lo largo de varios años, en lo que yo llamo "el golpe de estado sicológico", paralizando en parte las desmesuradas exigencias nacionalistas, pero tan sólo en parte, porque, ante la debilidad mostrada por los diferentes gobiernos del Estado, los partidos nacionalistas catalanes y vascos siguieron clamando por su normalización en contra del resto de España. (...) continuaron presionando para ir alcanzando mayores cuotas financieras, (...) la prevalencia de su lengua en contra de la lengua española, común para todos; practicaron la confrontación de los símbolos en la guerra de las banderas, exaltando la senyera y la ikurriña frente a la (...) rojigualda (...); desarrollaron una educación sectaria, fomentando el odio hacia lo español y, en definitiva, practicando la invención o acomodación de una historia tan dogmática como falsa, a fin de justificar sus continuas afrentas al resto de España.

Y si bien es cierto que Suárez fue quien abrió la lata autonómica de las nacionalidades, también lo es que los sucesivos presidentes la mantuvieron abierta (...), incluso trasfiriendo más competencias a los nacionalismos, fuese con mayorías gubernamentales absolutas o relativas. Pero, en todo caso, ha sido con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero con quien se ha desatado una carrera febril autonomista-nacionalista sin freno, decantada abiertamente hacia el secesionismo. De ahí que entre las figuras de Suárez y de Zapatero se pueda establecer un paralelismo histórico (...).

Suárez se lanzó de forma harto improvisada a la construcción del Estado de las autonomías, que no tenía precedente alguno en el derecho constitucional comparado. Y Rodríguez Zapatero se ha embarcado en la concesión de nuevos estatutos de mayor autogobierno por intereses exclusivamente partidistas y de poder y, en todo caso, espurios. Zapatero, en su afán de aislar a la oposición e impedir su alternancia en el poder (recuérdese la figura del "cordón sanitario"), ha ido mucho más lejos, llegando a identificarse con el discurso del nacionalismo identitario y secesionista, cuestionándose el concepto de nación, "discutido y discutible", hasta inventarse la "nación política, sociológica y histórica". Todo ello es debido a que tanto la cuestión de las autonomías como la de los nacionalismos siguen abiertas y sin resolver.

La exacerbación nacionalista viene provocando que, desde el asesinato del almirante Carrero Blanco, España sea un país presionado por el terrorismo de ETA, chantajeado por el nacionalismo vasco y catalán más reaccionario y secesionista, y secuestrado por una clase política oligárquica, que resulta ser absolutamente incompetente (...) en el servicio a la sociedad pero que se muestra resuelta y ávida para luchar por sus sectarios intereses de poder. De ahí que para nada resulte extraño que la sociedad en su conjunto vea a la clase política –tanto de la izquierda como de la derecha– no sólo distante y alejada, sino como el segundo de sus problemas principales. Exclusivamente, como una secta de poder.

Hace casi diez años publiqué un primer estudio sobre la Transición y el 23-F. Dicho trabajo apareció con el título 23-F: el golpe del Cesid y, a juicio de numerosos historiadores, analistas y periodistas, supuso una notable contribución para el esclarecimiento de aquellos hechos. Pero a mí (...) me supuso que el general Javier Calderón, director general del servicio de inteligencia por entonces, (...) presentara una querella criminal, al estar disconforme con el papel que, a mi juicio, tuvo en los hechos del 23-F. Afortunadamente para mí, dicha querella se resolvió en la doble vía judicial; tanto ante el juzgado de primera instancia como ante la audiencia provincial, con todos los pronunciamientos favorables hacia mí. 

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